Pacto Humanitario








































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El Pacto Humanitario
La PAZ global

SUMARIO

PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
Categorías de valores relativos y absolutos

Los Valores Esenciales de Subsistencia
Los Valores Básicos de Subsistencia
Los Valores Trascendentales de Subsistencia 
TERCERA PARTE


      “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”Artículo 1. Declaración de los Derechos Humanos

Introducción

Tu comes, tu gastas en comida, pagas un coste que puedes calcular y saber la cifra minima que tienes que gastar para poder como mínimo sobrevivir y no morir. Esta es la cuestión.

Antes de toda explicación, definiremos en pocas palabras el concepto “valor mínimo de vida” o “valor de subsistencia”: valor económico agregado al coste o gasto mínimo imprescindible para vivir en sociedad. Un concepto de valor mercantil universal mínimo: una mínima sólida base de gasto sostenible; un dinero electrónico básico de mínimos; un nuevo recurso fiduciario esencial para la supervivencia pacifica.

El sistema actual hace posible idear un nuevo agregado monetario de subsistencia, es decir, un nuevo dinero electrónico destinado a sostener al individuo en el sistema y sus necesidades de desarrollo, afrontando con este nuevo recurso económico los retos humanos, climáticos, estructurales y sistémicos planteados en la actualidad.

    El objeto de este libro es hacer entender y dar a conocer este "valor mínimo de vida", con rigor lógico, y dotar a las Naciones Unidas de una herramienta universal que facilite su cometido; un índice o patrón básico de subsistencia verificado que certifique la cotización del valor mínimo de subsistencia de cada ser humano, su valor mínimo de vida, pais por pais. Este indice de valor, o cantidad contable, lo obtenemos al homologar el mínimo coste con el mínimo gasto de subsistencia en sociedad, es decir, el minimo coste que un ser humano gasta para poder sobrevivir y deducir un valor básico contable, una misma cantidad minima de coste y gasto, un agregado monetario de valor real, de consumo real, un dinero electrónico válido reconocible por la ONUBM, FMI... y por toda la humanidad, pues todos tenemos este valor mínimo de supervivencia.

     Nuestra intención no es la de desmantelar lo establecido, sino la de sumar lo establecible implementando, a través de un Pacto Humanitario, el valor mínimo de la vida, como recurso económico necesario para conseguir la paz mantenida, y hacer evolucionar a la humanidad hacia una comunidad de valores mínimos iguales, donde todos tendremos amparado nuestro mínimo derecho a vivir con dignidad, al establecer por ley constitucional, la disposición de una cuenta bancaria de transferencia básica, que emane del patrimonio humano capital certificado del Fondo de Subsistencia, en dinero electrónico del Banco Mundial, tan válido como suficiente para pagar en el acto de la compra los alimentos mínimos de subsistencia, y el resto de necesidades esenciales, básicas y trascendentales de las sociedades civilizadas.

    Un Pacto Humanitario, constituido por sufragio universal, proporcionaría mayor estabilidad y seguridad a las personas, a los Estados y a la economía global, asignando al individuo civilizado su papel de actor principal.

    No existe ningún impedimento formal que imposibilite aceptar, por parte de las entidades financieras, los Estados y por todos, el valor mínimo de la vida, un nuevo valor monetario destinado a sufragar la obtención de bienes y servicios básicos. 

"Buena es la riqueza si la manda la razón"Séneca

PRIMERA PARTE

La vida digna como fundamento de valor

      Para llegar a determinar el fundamento del valor humano necesitamos enfocar nuestra atención en la naturaleza que los individuos tienen en común. Sólo así podremos encontrar los bienes universales y la dignidad humana.

      En su sentido originario “dignidad” significó igual, del mismo precio o valor, de donde se derivaría la acepción de algo justo o merecedor de respeto. La tradición religiosa desarrolló su concepción sobre la dignidad a partir del concepto Imago Dei, sobre cuya base elaboró los rasgos universales y distintivos de la persona humana y fundamentó la obligación de respetarla, dada su condición de mediador entre el Creador y lo creado. El pensamiento filosófico contribuyó a desarrollar esa visión universal del hombre como merecedor del respeto de sí mismo y de los demás, que constituye una característica distintiva de su condición humana. Gracias a esta forma de pensar, las ciencias sociales actuales reconocen que la actitud de respeto hacia la persona humana tiene por base su dignidad, en la cual se originan los derechos humanos.

      Thomas Hobbes planteó: “La estimación pública de un hombre, que es valor conferido a él por el Estado, es lo que los hombres comúnmente denominan dignidad”. Hobbes fue un filósofo inglés cuya obra Leviatán (1651) influyó de manera importante en el desarrollo de la filosofía política occidental. Valoraba la persona humana en términos económicos, ponderándola con las demás cosas. Para Kant, la dignidad es la propiedad intrínseca “de un ser racional que no obedece otra ley que aquella que él se da a sí mismo” Este hecho valoriza en términos absolutos al ser racional porque lo hace sujeto de la “legislación misma” y no un mero objeto. En el reino de los fines -plantea Kant- todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene dignidad. Los seres humanos son fines en sí mismos, no medios, ya que son sujetos de dignidad y no de precio. Sin embargo, somos conscientes de que todo tiene precio, incluida la vida humana. El problema no es que tenga o no precio, sino que sólo tenga precio, precisamente por su dignidad. Lo inmoral es tratar al individuo sólo como medio, sin tener en cuenta la condición de seres dotados de dignidad.

      La mayoría de las reflexiones filosóficas consideran que el ser humano es digno porque es libre. Tomar la libertad como base de la dignidad es la postura teórica más difundida en el pensamiento filosófico occidental. Hay autores que consideran que la concepción de dignidad esbozada peca de reduccionista porque la restrige a un solo elemento: la libertad, con lo cual se olvida que el respeto a la propia libertad humana se basa en la dignidad intrínseca a todo ser humano. Si basamos la dignidad en la libertad quedarían privados de ella todas las personas que hayan perdido el control sobre algunas de sus funciones o que no posean la capacidad para elegir, como los recién nacidos, los enfermos mentales graves, los pacientes en coma, incluso las personas que duermen no tendrían dignidad. En tal sentido, Daniel Sulmasy considera la siguiente alternativa: “La dignidad humana tiene su fundamento en la propuesta moral de que cada vida humana tiene significado y valor intrínseco”. La dignidad es un fundamento ontológico del que no se puede prescindir por ser consustancial a la persona.

      La Carta de las Naciones Unidas (1945) afirma “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres de las naciones grandes y pequeñas” y su disposición a “promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad” y consagra la “dignidad” como valor integrador en su Preámbulo, al declarar que “la libertad, la justicia y la paz del mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, planteamiento que refuerza en su artículo 1º cuando establece que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, y en el artículo 7º al proclamar que “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley”. La Declaración Universal de Derechos Humanos establece “el principio de la no discriminación y proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en dicha Declaración, sin distinción alguna, incluida la distinción por razón de sexo”.

      En el II Congreso Mundial de Bioética, se aprobó la Declaración “Compromiso Universal por la Dignidad Humana”, en la que se admite que a pesar de que numerosos documentos internacionales reconocen o aluden a la dignidad humana como valor o atributo distintivo de nuestra especie del que dimanan otros valores y derechos fundamentales individuales y colectivos, “gran parte de la humanidad está privada del reconocimiento efectivo de dicha dignidad y de los derechos que de ella se derivan, quedándose el respeto y la protección de la dignidad en papel mojado o pura retórica”. Los firmantes afirmaron que la dignidad individual y colectiva seguirá siendo ficticia mientras no se impida que los seres humanos sufran por no poder satisfacer sus necesidades primarias y básicas, por padecer las enfermedades de la pobreza y no tener acceso a la educación, al trabajo debidamente remunerado y a la información; por ser objeto de cualquier forma de discriminación y violencia, incluyendo la degradación de su medio ambiente.

Axiología del valor de la vida

      El futuro que ambicionamos es una cuestión central en el pensamiento filosófico ¿cómo podemos llegar a una sociedad mejor? Para poder transitar hacia un nuevo modelo paradigmático es necesario fundarlo en valores que den sentido y coherencia a nuestras acciones.

Un valor es una cualidad de un sujeto u objeto. Existen diversos tipos de valores como son los valores económicos, los valores sociales y los valores morales o espirituales, desarrollan virtudes que desplegadas diariamente en nuestro ambiente benefician a nuestro entorno y a la sociedad en general. Se delimitan por cultura, grupo, religión, hábitos o tradiciones. Desde la concepción genealógica de los valores, no sólo los juicios estéticos y morales están subordinados a los valores, sino que hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. Son anti-valores aquellos que devalúan el mundo en su riqueza natural y espiritual.

      De acuerdo con la concepción tradicional, los valores pueden ser objetivos, como el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades por ellos mismos, o subjetivos, cuando estos representan un medio para llegar a un fin. Además, los valores pueden ser fijos (estables) o dinámicos (variables). Los valores también pueden diferenciarse en base a su importancia y pueden ser calificados en términos jerárquicos, otorgándoles mayor o menor consideración.

      Los valores también pueden ser relativos o absolutos. Los valores relativos son subjetivos, dependientes del punto de vista individual o cultural, varían según su interpretación y pueden ser explicados con una suposición a partir de la cual se puede extrapolar su implementación. Los valores absolutos, no pueden ser expresados como algo determinado, si fueran conocidos podrían ser implementados, sin embargo, son incondicionados e independientes, sin vínculo alguno con la realidad, nos refieren a lo separado (ab-suelto) de toda existencia o de su posibilidad, “lo que no es sino ante sí mismo”. Tanto los valores relativos de la vida del ser humano como los absolutos forman parte de una misma realidad, como conceptos no son excluyentes y se pueden clasificar por categorías.

      El valor mínimo de la vida del ser humano tiene un valor relativo, ya que depende del punto de vista subjetivo o cultural, varía según su lectura y pueden ser deducido por una hipótesis a partir de la cual se puede aplicar su implementación. Pues bien, supongamos que deducimos un valor mínimo de la vida y obtenemos una cantidad expresada en dinero; hemos obtenido un valor relativo, variable en cada nación, y su ingreso como capital humano dependerá de la coincidencia, individual o cultural, en su interpretación.

      Asimismo, la vida también tiene un valor absoluto, si consideramos la existencia del alma y su constancia en el tiempo, ya que lleva implícito en sí una antinomia insoluble al no tener ningún elemento o conexión con lo observable. De lo absoluto de la vida del ser humano no podemos deducir un valor medible en dinero ya que se escapa a nuestra comprensión, no se puede calcular metódicamente, pero sí podemos deducir unas necesidades de servicio a la comunidad.

      Desde un punto de vista axiológico, el valor económico tiene dos acepciones de significados parejos con las que podemos comprobar que claramente el valor de la vida está incluido en sus definiciones. Por ejemplo, cuando Aristóteles define valor como: “Suma de dinero en que se valora o aprecia algo” ¿No estamos valorando y apreciando la vida del ser humano, si lo que hacemos es calcular el valor mínimo de la vida, el coste de subsistencia? ¿No le estamos dando valor? ¿No la estamos valorando en términos cuantitativos? ¿es que el coste mínimo de los alimentos que necesitamos para sobrevivir no tienen un precio? ¿No es ese precio que hemos de pagar, la suma del dinero necesario para obtenerlo? ¿No es necesario pagar ese precio para subsistir? ¿Es la vida nada, o es algo? ¿y si es algo, no vale? ¿No es la vida lo que más apreciamos? ¿No es verdad que la vida tiene valor entendido como suma de dinero según esta definición? Resulta evidente que si. O en su otra acepción que define valor como: “Cualidad, virtud o utilidad que hace que algo o alguien sean apreciados” ¿No tiene cualidades el ser humano? ¿Es que no tiene ninguna virtud?¿No nos es útil la vida? ¿Es que no apreciamos las cualidades, las virtudes o la utilidad de la vida del ser humano? ¿No estamos dando valor a la vida del ser humano al apreciarla? Evidentemente que sí, no hacerlo sería absurdo.

      Friedrich Nietzsche consideraba que: “El consensus es sapientum no prueba, en manera alguna, que los sabios tengan razón en aquello en que coinciden. Lo que, en realidad, prueba es que esos sabios tienen entre sí cierta comunidad fisiológica que les hace colocarse en esa actitud de negación frente a la vida”; por otra parte afirma que “la muerte de Dios: es la muerte del máximo ideal, del creador de los valores, la máxima autoridad moral. Dios muere en cada corazón de los hombres y en su lugar no hay nada. Dos posibilidades se abren ante el ser humano: permanecer en ese vacío o llenar el vacío con nuevos valores que afirmen la vida en su totalidad”. Decir: yo no valgo nada, nada hay que tenga valor, la vida no vale nada, no conduce a nada. Para el filósofo “la vida y sólo la vida es el fundamento último de todos los valores”.

      Recurriendo a una frase del filósofo Séneca“la carencia de una cosa le da precio”, podemos extrapolar el valor de la vida ante su límite, la muerte. Lo que vale es la vida, la carencia de vida no vale nada. La muerte es lo que da valor a la vida. En un mundo capitalista, donde todo se puede traducir en términos económicos, la existencia del ser humano puede tener su mínimo valor intrínseco por el hecho de estar vivos y ser parte integrante del sistema. Lo estrictamente humano es la medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma escala de valores.

      La importancia de cada uno de los valores depende de su relación con la vida. Los valores no son fines en sí mismos, si no mediaciones de la vida. La vida es el valor supremo al cual se subordinan los demás valores.

El valor mínimo de la vida

      El valor mínimo de la vida es el equivalente al gasto o coste mínimo de subsistencia necesario para sobrevivir en sociedad

      Cuando hablamos de capital social estamos hablando de dinero, no hay duda, lo mismo ocurre cuando nos referimos al valor mínimo de la vida, al gasto mínimo de subsistencia, acordado por un contrato de futuro con un Pacto Humanitario, constituido como un valor capital mínimo de subsistencia. Este capital social latente se encuentra a la espera de ser efectivo a la firma por sufragio universal, así que nos referirnos a él en sentido figurado y criterio lógico.

      En Derecho, el dominio o propiedad, es el poder directo e inmediato sobre un objeto o bien, que atribuye a su titular la capacidad de disponer del mismo, para su uso (ius utendi), goce (ius fruendi) y disfrute (ius abutendi), dentro de los límites legales. Siendo el valor de subsistencia un bien, la propiedad de este pertenece a cada uno. El derecho real implica el ejercicio de las facultades jurídicas sobre un bien. El propietario, bajo la premisa de que el bien está bajo su dominabilidad (poder de hecho y voluntad de posesión), puede hacer con él lo que quiera, salvo que esto sea contrario a su función social, obligado a su conservación.

      El valor mínimo personal de la vida es, por derecho real, apropiable por el individuo empoderado como dueño único del uso, goce y disposición de su particular ser. La persona en el ejercicio de sus facultades jurídicas posee derecho exclusivo de dominio propio, y por tanto, capaz de ejercer su derecho de propiedad a su antojo, de acuerdo a la ley y por contrato social, constituyéndose en propiedad privada de uno mismo y, al mismo tiempo, al vivir en sociedad, en unidad básica de subsistencia para la economía de mercado, al firmar por sufragio universal el Pacto Humanitario por el cual cedemos la propiedad exclusiva de nuestro valor mínimo de subsistencia, inherente a nuestra vida como parte del patrimonio de la humanidad, a la comunidad mundial, para constituir el Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, como organismo público que presta un servicio de ayuda a las personas.

      Este acto de disposición de la propiedad del valor mínimo de la vida en favor de las otras personas constituye un derecho real limitado que otorga, por ley, el derecho del individuo al beneficio del usufructo de su cesión parcial. La vida, limitada en esencia, pero útil y productiva, no es un bien de uso inagotable como el aire, el mar o la luz, por su carácter único e irrepetible adquiere su derecho exclusivo de subsistencia.

      El derecho de propiedad, propiedad corporal de un ser real percibida por los sentidos, puede recaer sobre la sustancia misma del bien, sobre su utilidad o sobre sus frutos; de aquí deriva el concepto de dominio imperfecto según que el dominio se ejerza sobre la sustancia (dominio radical) o sobre la utilidad (dominio de uso o sobre los frutos, dominio de usufructo). Estas dos clases de dominio, al hallarse en un solo sujeto, constituyen el dominio pleno o perfecto. El derecho de propiedad del valor mínimo de la vida es un derecho pleno o perfecto, pues por él, todo propietario puede reclamar o defender la posesión del bien, y disponer plenamente de su utilidad y usufructo.

      El valor mínimo de la vida, además de ser un derecho exclusivo y un derecho pleno, es también un derecho limitado o restringido por las exigencias del bien común, por la necesidad ajena y por la ley, y subordinado, en todo caso, al deber moral. Es perpetuo, porque no existe un término establecido para dejar de ser propietario. El derecho de propiedad es un poder moral porque la apropiación que se hace del bien es reflexiva y no instintiva.

      Al ceder el mínimo valor de subsistencia a la comunidad, con un Pacto Humanitario, transferimos la gestión del derecho de propiedad del valor mínimo de la vida a las Naciones Unidas, como organismo público de servicio a las personas. Tratándose de la vida, los frutos civiles que percibe su propietario son los intereses que están constituidos por aquellas sumas de dinero que recibe el propietario por ceder a la comunidad el uso del valor mínimo de la vida. El fruto civil que percibe el propietario del bien de la vida es la renta de subsistencia adjudicada por el Banco Mundial.

      En relación al derecho mercantil y la contabilidad, el valor mínimo de subsistencia debe ser considerado capital social, siendo el capital social el importe monetario de una persona o un país, es decir, el dinero disponible por el propietario o el Estado. También se considera capital social el valor de los bienes que los socios de una sociedad le ceden a ésta (entendida ésta como una empresa, conjunto de bienes, sea sociedad limitada, anónima, comanditaria o colectiva); es decir, en el nuevo paradigma se cede el valor del bien de subsistencia a la sociedad de Naciones Unidas como sociedad colectiva, por un Pacto Humanitario y queda registrado en una partida contable en el Banco Mundial como Activo, al tratarse de un valor de futuro agregado, y registrado como Pasivo, por ser una deuda contraída y transferible al instante a requerimiento automático del banco del vendedor en el instante de la compra electrónica de bienes o servicios esenciales, básicos y trascendentales de subsistencia. En otras palabras, el capital social del Fondo de Subsistencia, se constituye con los aportes iniciales de los socios, dinerarios o no dinerarios, para que la sociedad de Naciones Unidas financie programas para el desarrollo sostenible de las personas, los Estados y los negocios que constituyen su objeto social.

      El capital social es un recurso Pasivo que representa una deuda de la sociedad de Naciones Unidas frente a los socios, originada por los aportes que éstos realizan con la cesión parcial de su valor mínimo de vida al Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, beneficiando el desarrollo de las actividades económicas contempladas en el objeto social. Esta cifra contable de capital social humanitario se ajusta al Índice de Precios al Consumo (IPC) de cada país, según procedimientos jurídicos establecidos por cada nación.

      En el lenguaje coloquial, el término “capital” o “un capital” significa una suma de dinero, un caudal, un bien patrimonial, un monto que se invierte o aporta. El valor mínimo de la vida es un bien patrimonial y por tanto capital que se invierte por la sociedad de Naciones Unidas con un Pacto Humanitario y aporta una renta mínima de subsistencia a las personas y financiación mínima de subsistencia a los Estados.

      En términos jurídicos, capital social de subsistencia es una cifra del Pasivo de la sociedad que indica una deuda de la sociedad frente a los socios. Desde el punto de vista societario el capital debe ser devuelto algún día o en el momento requerido por la sociedad a los socios. En el caso que nos ocupa, como sociedad colectiva global, el capital social esta constituido por el valor mínimo de subsistencia como bien patrimonial que los socios ceden con un Pacto Humanitario para su propio interés.

      En términos contables, lo que vales para el sistema económico es lo que gastas, tanto gastas tanto vales, tanto dinero has puesto en circulación tanto bien has hecho en interés de los demás. Aunque se entienda como un acto egoísta, comprar para poseer algo es un acto a su vez solidario y necesario realizado en libertad, en beneficio de las partes actuantes, y del sistema social y de mercado. El acto de comprar transmite lo que es de todos, la riqueza de la Tierra, medible en dinero, sin embargo, sólo se posee si está en nuestras manos normalizado de acuerdo al contrato social y cívico que nos une en sociedad.

      Evalor mínimo de la vida como fundamento del valor, pueden ser implementado para conseguir vivir mejor, tanto en forma íntima, personal, familiar, grupal y social. Es un concepto operativo que orienta nuestra conducta ante las diferentes situaciones que nos plantea la vida en sociedad. La falta de valores morales nos hace menos humanos. El mínimo valor de subsistencia puesto al servicio del bien común da sentido a la existencia, desarrolla nuestro potencial como individuos.

      Los políticos que puedan construir una moral para disculpar los principios de gobierno más contrarios al derecho del valor mínimo de la vida, que sostengan que la naturaleza humana del individuo no es capaz de constituir el bien prescrito por la idea de la razón, son los que, en realidad, perpetuarán la ofensa a la justicia que persigue el Pacto Humanitario.

      El realista, para el que el Pacto Humanitario es simple teoría, aún dando cabida al deber de mejorar la sociedad y al poder de transformación de la idea; busca deducir de la naturaleza que el ser humano no admitirá nunca el valor mínimo de la vida como recurso de riqueza con el fin último de la consecución de la paz mínima y no le falta razón, efectivamente, no es suficiente la voluntad de todos los individuos expresado en un sufragio universal, además, es necesario que todos globalmente deseemos la paz para que se establezca en todos los ámbitos de la sociedad.

      Dejemos a un lado los perjuicios que no son más que conclusiones avanzadas que responden a criterios preconcebidos y abramos nuestras mentes a las nuevas posibilidades que ofrecen nuestras sociedades telemáticas.

      Defendamos la dignidad y el valor de la persona como norma y la humanización como meta. Somos capaces de las mayores glorias y de las peores infamias. Según orientemos nuestra voluntad hacia el bien común o el egoísmo, puede darnos como resultado un planeta devastado o una civilización verdaderamente humana, una vida personal vacía o plena, con sentido.

      Si consideramos el valor mínimo de la vida, perfectamente computable, como un recurso económico al que todos podemos acceder, por el simple hecho de estar vivos, conseguiríamos solucionar todos estos dramas que nos superan, insalvables con los recursos económicos públicos del actual sistema capitalista. Se trataría de sumar, a la riqueza ya existente, este nuevo valor mínimo de la vida, es decir, aceptar que la vida tiene un mínimo valor, un valor básico de subsistencia, y traducirlo en términos económicos disponible para todos.

      Muchos aún se preguntarán ¿cómo?, aunque parezca a primera vista complicado no lo es, es muy sencillo, tan sencillo que no sólo es posible sino deseable. No hay más que crear un certificado de valor agregado, un certificado de subsistencia, un certificado de vida capital, que sea el aval del nuevo dinero de subsistencia (dinero electrónico), un documento mercantil que certifique el valor mínimo de la existencia civilizada de cada persona de este planeta. No hay que capitalizar infraestructuras nuevas, no es necesario que se tenga que poner dinero para su realización, no nos costará nada, no se tendrán que subir los impuestos, todo lo contrario, podrán bajar. Los países recibirán el beneficio de este nuevo capital que entrará en la economía desde la base del consumo de alimentos, bienes y servicios, y se integrará al capital ya existente activando el consumo, haciendo funcionar la economía.

      Del mismo modo que se estableció el Patrón Oro como referente monetario que fijaba el valor de la unidad dineraria en términos de una determinada cantidad de oro, con el Pacto Humanitario se deberá establecer un Patrón Básico Universal como referente monetario que fije una cantidad de subsistencia equivalente al gasto o coste mínimo diario en alimentación por persona en cada Estados miembro, asimismo, se establecerá un porcentaje mínimo solidario por habitante disponible por cada Estado para mantener los servicios sociales y facilitar el cambio de paradigma. En estos mismos términos, la ONU dispondrá de financiación mínima del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial para su propia suficiencia y provisión de objetivos enumerados en la Agenda 30.

      Para calcular el Índice Patrón Básico de un Estado, dietistas reconocidos en cada país elaboran un menú de productos básico y variados del lugar y conociendo la media de los precios de mercado, dictaminarán un precio mínimo medio de gasto o coste por habitante expresado en cifras contables. Esta cantidad podrá ser revisada por miembros de la ONU y contrastada por las naciones.

      De todos es sabido que actualmente los bancos están conectados a través de la red electrónica, y que cuando pagamos en los comercios lo podemos hacer sin necesidad del dinero físico, a través de la tarjeta o del móvil; son dígitos que se transfieren desde la cuenta de nuestro banco a la cuenta del banco del comerciante. Si en un principio esto nos parecía muy complicado, nos hemos acostumbrado a comprar de esta manera y nos resulta mucho más sencillo. Pocos son los que rechazan pagar o cobrar con tarjeta, y si así lo hacen deben de tener sus motivos. Lo cierto es que existe el comercio electrónico y que está establecido en todo el mundo. Pues, del mismo modo, cuando paguemos electrónicamente los alimentos con este nuevo sistema, en un principio, el dinero se transferirá desde, la cuenta del particular del Banco Mundial asignada al Fondo de Subsistencia, a la cuenta del banco del comerciante con un límite mensual de gasto estipulado en la región o país donde se realice la compra. Toda compra que exceda ese límite correrá a cargo del particular.

      Habrá quien dirá o pensará que no todo el mundo tiene cuenta en un banco y menos en los países subdesarrollados, existen lugares donde no hay bancos o ni siquiera tienen electricidad y que por lo tanto este sistema sólo se podría aplicar en los países ricos, lo que lo convertiría en inviable, y no carecen de razón, sin embargo esto no es o no debería ser un problema insalvable ya que los bancos serán los primeros interesados en acercarse a estos lugares con la intención de captar nuevos clientes que harán aumentar sus cuentas de resultados, comunicando al Banco Mundial la incorporación al sistema de estos nuevos clientes.

     Hoy es posible efectuar transacciones comerciales desde cualquier punto del planeta, gracias al datáfono y al móvil. Sería muy común en estos casos que alguien con un vehículo llegará a los lugares apartados con productos alimenticios dispuesto a obtener un beneficio por su venta, tal y como sucedía no hace mucho, y en ciertos lugares aún sucede.

      Otros dirán o pensarán que esta entrada de nuevo dinero en el sistema provocaría inflación lo que también haría inviable este sistema, y vuelvo a decir, no carecen de razón, sin embargo la inflación es un problema que ya existe, en cierta medida, se conoce perfectamente cuáles son los mecanismos que la producen y cómo se pueden controlar.

      Existen diferentes causas inflacionarias, por ejemplo: cuando la subida de los precios se origina por un crecimiento de la demanda superior al de la oferta, o cuando los precios suben a causa de la elevación de los costes salariales, del coste del capital, de las materias primas o de los productos importados; o la hiperinflación que se produce en periodos de guerras, revoluciones o por sus secuelas, en todas estas situaciones, los responsables de la política económica suben los tipos de interés, restringen el gasto público, se controlan los precios para que no suban por encima de la inflación o se adoptan medidas liberalizadoras fomentando la competencia en los diversos mercados para provocar que los precios disminuyan. En el nuevo paradigma, otra forma de controlar la inflación consistiría en borrar el contable del dinero excedente captado a través de los impuestos, como último recurso.

      En el caso que nos ocupa aumentaría la demanda de forma moderada ya que seríamos los mismos para comprar alimentos, más los que en estos momentos pasan hambre por no poder comprarlos. No vemos ninguna dificultad en aplicar el valor mínimo de la vida al sistema que tiene sus mecanismos de control, más bien todo lo contrario, se activaría la economía y se acabaría con las crisis cíclicas, tal y como las conocemos, ya que el sistema saldría fortalecido y aumentaría la confianza en el dinero por parte de los agentes económicos. Más miedo nos da la deflación por falta de dinero.

      Los hay que dirán o pensarán que se incrementaría el problema actual de la sobrepoblación acabando con los recursos naturales de la tierra, e insisto, no carecen de razón, sin embargo esto se debe a que aún se piensa en los términos del actual paradigma circunscrito a los límites de la tierra y por qué aún no hemos desarrollado totalmente en este texto las inmensas posibilidades de la idea que se plantea. Es decir, por una parte; hay que tener en cuenta que al incrementar el capital existente en circulación, a través de la compra de alimentos, aumentarían los recursos financieros para capitalizar proyectos de desarrollo sostenible, y si este capital no fuese suficiente, se destinarían recursos procedentes del Fondo de Subsistencia.

      Por otra parte, el lógico aumento de la población al tener el sustento asegurado, también se convertiría en un problema esencial, lo cual nos llevaría a estimar la posibilidad de destinar el capital necesario de este nuevo recurso de supervivencia, gestionado por la ONU y el Banco Mundial, al desarrollo de programas aéreo- espaciales pensados para obtener recursos de otros planetas para poder seguir creciendo y también para establecer colonias en Marte y posteriormente en otros mundos.

      Ya hemos llegado a la Luna y se plantea crear una base para abordar la llegada a Marte. Con el capital disponible en el sistema actual, que también es limitado, esto nos llevaría décadas, y más aún, llegar a crear las condiciones necesarias para la vida. Con dinero suficiente se aceleraría el proceso. De momento una máquina que obtiene oxígeno a partir del dióxido de carbono ya ha sido ideada y viajará a Marte en un vuelo no tripulado planeado para 2020.

Mientras exista la pobreza extrema y mueran a diario, según la ONU, miles de niños a consecuencia del hambre, este ambicioso proyecto puede parecernos inmoral, y no falta razón, pero si introducimos en el sistema el valor mínimo de la vida y acabamos con el hambre, no existe ningún impedimento para pensar en estos términos y aún más, podemos incrementar los recursos económicos para acelerar este proceso productivo de futuro creando multitud de puestos de trabajo en el sector espacial.

      Si seguimos creciendo sin rumbo y sin solución acabaremos con la vida en el planeta tal y como la conocemos, esto no ocurriría en el nuevo paradigma. Las medidas adoptadas en la actualidad son claramente insuficientes, no porque no exista voluntad de hacer frente a este rompecabezas, si no a causa de otras prioridades que limitan los recursos económicos disponibles.

      No hay dinero disponible suficiente para hacer frente a todos los retos del presente y aún menos del futuro. La situación mundial empeora en lugar de mejorar a pesar de disponer: de un organismo fundamental para la paz como es la Organización de las Naciones Unidas, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de tener perfectamente definidos los objetivos en la Agenda 30, así como de los valores y principios contenidos en la Carta de la Tierra Internacional.

      Con todo, no parece que se puedan solucionar los principales problemas que afectan a nuestras sociedades, aunque si se sigue el camino correcto para conseguir erradicarlos. Las intenciones y las ideas están, lo que faltan son los recursos económicos necesarios para llevarlas a cabo. No me estaré de decir que lo que realmente escasea es capital y, sin embargo, a pesar de que todos aceptamos que el mayor valor que tenemos es la vida no le damos valor capital. Se le atribuyen todo tipo de valores menos el que realmente podría costear la transformación del mundo hacia el nuevo paradigma, más humano. Lo que antes era impensable, hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, se puede pensar y se puede aplicar.

      Como dijo Marcuse en “El final de la utopía”, la utopía deja de serlo cuando es posible y necesaria.

El Pacto Humanitario

      “Toda persona como miembro de la sociedad, tiene derecho a seguridad social y a obtener mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad” (Declaración Universal de los Derechos Humanos).

      El origen de la justicia fue definido por Platón utilizando las palabras de Sócrates en su libro “La República”: “Los hombres cometieron y sufrieron la injusticia alternativamente, experimentaron ambas cosas; y habiéndose dañado por mucho tiempo los unos a los otros, no pudiendo los más débiles evitar los ataques de los más fuertes, ni atacarlos a su vez, creyeron que era de interés común impedir que se hiciese y que se recibiese daño alguno. De aquí nacieron las leyes y las convenciones. Se llamó justo y legítimo lo que fue ordenado por la ley. Tal es el origen y tal es la esencia de la justicia”.

      Con el transcurso de la historia, las sociedades se hicieron más complejas y necesitaron nuevas leyes que dieran mayor seguridad a los individuos que las integraban. El Contrato Social ideado por Rousseau, se incorporó a la mayoría de las constituciones de los Estados, estableciendo las condiciones de existencia legítima de toda sociedad, consistente en un convenio en virtud del cual cada asociado cede totalmente su persona y sus derechos a la comunidad. Con ello se pierde la libertad natural al libre albedrío pero, a cambio, se gana la libertad civil y la propiedad de lo que se posee. En el Contrato Social la libertad civil se halla subordinada a la libertad general, y la propiedad individual está condicionada al derecho constitucional que otorga al Estado la potestad de administrar los bienes de todos. Lo que hay de común en los intereses particulares es lo que constituye el vínculo social, porque si no hubiera un punto en el que todos coincidiésemos, ninguna sociedad podría existir.

      Lo que proponemos no es muy distinto a lo dicho en el anterior párrafo, se trata de precisar las condiciones de existencia legítimas del ser humano fundamentadas en un Pacto Humanitario, en virtud del cual cada individuo cede su mínimo valor de vida, una mínima parte de su inmenso valor, a la comunidad mundial (Organización de las Naciones Unidas) como derecho de supervivencia, sin perder ningún privilegio adquirido ni derecho legítimo, tal y como se refleja en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

      El Pacto Humanitario se fundamenta en las necesidades naturales y las exigencias económicas de la supervivencia en sociedad con las que podemos llegar a definir una cantidad mínima de valor esencial para vivir en paz. El valor mínimo de la vida como recurso económico emana de la voluntad general que mira por el bien común de todos los ciudadanos. Este valor sólo toma vigencia cuando cada uno de los habitantes de la Tierra se unen mediante alianza entre todos los Estados y ponen en común su persona y su mínimo valor de supervivencia bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo. El Pacto asumido por los Estados y sus ciudadanos debe ser capaz de defender y proteger, con toda la fuerza común, a las personas y los derechos económicos de subsistencia de cada uno de los asociados, pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a sí mismo, y quede tan libre como antes.

      Esta asociación entre los Estados y sus ciudadanos no se produce de forma natural. El ser humano renuncia a su mínimo valor natural porque le surgen necesidades de supervivencia que le obligan a establecer un sistema artificial, ya que el individuo no es capital por naturaleza y ni vive de forma natural en sociedad. Es de forma voluntaria como se unen los unos a los otros y fundamentan este vínculo con el desarrollo de la moralidad y la racionalidad para satisfacer las necesidades físicas y económicas que la naturaleza y el sistema capitalista ha impuesto. La moral y la razón se hacen evidentes al establecer por categorías un valor mínimo de subsistencia capaz de crear un nuevo modelo normativo que evite el hambre, la miseria y la dominación violenta de unos sobre otros.

      Mediante el Pacto Humanitario se abre paso a la democratización del capitalismo al introducir el valor mínimo de la vida, de modo tal que todos los miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por una ley común en un mismo sistema, puesto que la ley que dará derecho universal al valor mínimo de la vida nacerá de nosotros mismos.

      En esta sociedad humanitaria global, administrada por la Organización de las Naciones Unidas, cada ciudadano vivirá de acuerdo con todos y disfrutará de sus mismos derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las constituciones nacionales. En este nuevo paradigma social y humanitario se hace inexcusable implementar los valores económicos de supervivencia creados mediante la razón de la voluntad general encargada de desarrollar las leyes que regirán a los individuos en la vida civil, y les dotará de un mínimo valor de subsistencia en sociedad. Es el ciudadano el único calificado para establecer las leyes económicas que condicionan la asociación al sistema económico del valor mínimo de la vida, mediante la ratificación de la voluntad general por sufragio universal.

      En este modelo político y económico se atribuirá al ciudadano la función de soberano. Los Estados legítimos que forman parte de la ONU obtendrán los mismos beneficios y sus ciudadanos vivirán bajo las leyes que ellos mismos se otorgan en sus comunidades, como expresión de su voluntad general. El individuo, como soberano, debe llevar a cabo una deliberación pública, que ponga a todos los ciudadanos asociados en un plano de igualdad, que como resultado no pueda atentar contra los intereses legítimos de cada uno. Las nuevas leyes del derecho humanitario estarán desarrolladas conforme al orden social, establecido por la naturaleza del Pacto Humanitario, y no por las convenciones humanas de un sólo individuo.

      Las leyes deben fundamentarse en el ideal de la justicia por la que todos los miembros se respetan los unos a los otros, traduciendo en reglas las exigencias de la racionalidad y moralidad humana. Estas reglas deben ser el resultado de la deliberación pública, que deberá respetar el interés en común. Las nuevas leyes, junto con las ya existentes en cada Estado, no deberán instituir ninguna forma específica de gobierno, sino que deberán fijar las reglas generales de la administración y definir este nuevo valor de subsistencia en la constitución de cada nación, con las que el ciudadano deberá regirse y podrá disfrutar de sus derechos humanos universales, sin restricción, gracias al nuevo valor mínimo de la vida.

      El ideal del sistema capitalista planteado por el Pacto Humanitario se basa en la autonomía racional de supervivencia. El ser humano se asocia bajo la ley común de supervivencia, en donde cada uno de los propietarios, al entregar su valor mínimo de vida a la colectividad, se beneficia a sí mismo porque las leyes que lo regulan se fundamentan en la voluntad general, convirtiéndose en legislador al deliberar públicamente en la creación de las reglas, y súbdito al someterse libremente a la obediencia de las mismas.

      El Pacto Humanitario puede realizarse bajo cualquier forma de gobierno si se ejerce dentro de los parámetros regidos por la ley común. El ciudadano dispone de una doble dimensión, es sujeto y objeto del poder soberano. Cada individuo es sujeto de la soberanía porque entrega todos sus derechos y mínimo valor a la comunidad, pero, al mismo tiempo, es objeto porque, al ser parte de un todo, se los entrega a sí mismo. Al establecerse este Pacto, la soberanía reside en el pueblo y, como resultado, la misma es inalienable, indivisible, absoluta e infalible, ya que es contradictorio que el soberano como ciudadano implemente algo contra sí mismo como súbdito.

      Lo que caracteriza el modelo político del Pacto Humanitario es la idea de “voluntad general” que se forma por una cualificación moral, requiriendo a los ciudadanos que actúen de acuerdo a los intereses universales. Una vez se forma esta voluntad de dar valor mínimo de supervivencia a la vida, su mandato es inapelable, ya que lo que persigue es el interés colectivo que no es diferente del interés individual. Es por ello, que si algún asociado intentase resistir la voluntad general, se verá obligado por el cuerpo social a obedecerle.

      Según el principio de igualdad, en los actos privados, los sujetos de derecho se encuentran en un punto equilibrado de igualdad, en donde ninguna de las partes es más que la otra, y ninguno puede exigir del otro nada sin un acuerdo de voluntades. Por ejemplo, una persona puede acordar con otra la compra de un objeto, pero no puede exigir de la otra que lo entregue gratis, ni puede forzarla a venderlo, pues la voluntad de ambos goza de igualdad. Lo mismo sucede con el valor mínimo de la vida, nadie puede exigir a otra que le entregue su valor mínimo de vida, ni puede forzarla a venderlo, pues la voluntad de ambos goza de igualdad.

      El sistema político universal que proponemos, en esencia capitalismo humanitario, deberá ser refrendado por todos los ciudadanos, libres e iguales, concurriendo a un sufragio universal para manifestar su voluntad de asociar el mínimo valor de sus vidas al Pacto Humanitario, entendiendo que toda ley que el ciudadano no ratifica, es nula y no es ley y que la soberanía del valor mínimo de la vida no puede ser representada por la misma razón que no puede ser enajenada.

      Toda persona que participa del Pacto Humanitario es soberano del valor de su vida, por ende es un bien común el que se obtiene a través de este Pacto. Por esta razón no puede existir una distinción entre soberano e individuo y se debe legislar bajo la voluntad general. Este sistema económico basado en la supervivencia digna de la vida empieza una vez el ciudadano, ha madurado moral y políticamente para lograr comprender e implementar la voluntad general, y que ésta sea libre de interferencias.

      Debido a esto, la ley siempre es general, porque considera a las acciones y a las masas, nunca a un individuo. Acerca de las leyes, hay que hacer una diferenciación entre la voluntad general y la voluntad común. Estas leyes o pactos no pueden ser creados por la voluntad común, debido que la voluntad común puede ser buena o mala, pero ésta no necesariamente se dirige hacia la voluntad general, cuyo fin es el bien común.

      Del mismo modo que en el contrato social, la dignidad humana, en el Pacto Humanitario, se ve subordinada a la dignidad general de la totalidad de los asociados. Sustituye la dependencia económica de la supervivencia en sociedad, la inseguridad que provoca el carecer de capital, por una seguridad jurídica, moral y económica de la que se carece; pudiendo ser desiguales en capital, fuerza o en talento, pero iguales en mínimos de vida, por convención y derecho.

      Con el Pacto Humanitario, la sociedad de las Naciones Unidas se constituye en mero tenedor respecto del bien, el valor mínimo de subsistencia, pero no su dueño ni poseedor, tiene la mera tenencia sobre el bien pero no la propiedad, puede disponer libremente del bien pero no ostentar el derecho de propiedad sobre el mismo y no puede enajenarlo ni disminuir su valor sin el consentimiento del titular de la propiedad de bien, es decir, el usufructuario del derecho real de goce y disfrute del bien.

      El Pacto Humanitario, primordial para el desarrollo sostenible, debe establecer entre los ciudadanos una igualdad tal, que todos nos obliguemos, bajo las mismas condiciones y todos gocemos de idénticos derechos. No hay ninguna renuncia verdadera por parte de los particulares. La situación, como resultado de la implementación del Pacto, produce un estado preferible al anterior. Es un cambio ventajoso de una existencia incierta y precaria por otra mejor, más segura y sostenible, que la unión social hace invencible.

"Deducir lo posible de lo que existe me parece consecuencia lógica". (Rousseau)

La crisis del modelo económico

      La actual economía de mercado no sólo supera cualquier sistema de planificación gubernamental, sino que, en última instancia, sirve de fundamento de la propia civilización. Sin embargo, el modelo económico que se pretende preservar es insostenible, injusto socialmente, e incompetente para nuestra felicidad, porque se sigue moviendo exclusivamente en el plano de las tres dimensiones básicas de precio, coste y beneficio, que permite la acumulación de capital, como si fuera un fin en sí mismo, cuando el beneficio material debería ser sólo un medio al servicio del bien común.

      La propiedad privada está en el origen de todas las civilizaciones y es el principio de todo desarrollo, forma parte de la felicidad, concede seguridad y libertad a quien la posee, y infortunio a quien carece de ella.

      La desigualdad económica entre los individuos tiene su origen en la constitución de las primeras normas y leyes, y en el derecho de propiedad donde se regulan las aspiraciones de posesión del ser humano. Es de suponer que en un principio el humano era un ser salvaje. A medida que la especie humana se fue civilizando, empezó a convivir percibiendo los defectos y virtudes de los demás, concienciándose de las diferencias y desigualdades humanas. Los hay más fuertes o más agraciados que otros, hay que cantan o bailan mejor, o son más hábiles o elocuentes... La formación de sociedades más complejas estuvo unida a la creación de entidades que regulaban los derechos y deberes de los individuos, educando su primigenia libertad de apoderarse de lo que deseasen, transformando sus antiguos sentimientos y maneras de vivir sencillas.

      Los humanos salvajes tenían, todos por igual, derecho a una parte de las tierras que habitaban, cuando sentían hambre cazaban o recolectaban, al anochecer buscaban refugio en cuevas, su relación con los demás se llevaba en armonía mientras abundara el alimento y no se presentaran conflictos. A medida que el hombre salvaje se alejaba de su naturaleza primitiva, elaboró herramientas que mejoraban sus acciones y pudo concentrarse en el progreso de otros aspectos de su nueva forma de vida, transformándose así en el ser civilizado.

      La convivencia en sociedad les llevó a identificar las situaciones que les enfrentaban en su vida cotidiana creando normas y leyes que determinaron el comportamiento con los demás. El individuo civilizado, motivado por un deseo de ser superior a los otros, creó una especie de máscara legal con el propósito de crear distinción entre los iguales. Este es el origen de la desigualdad entre los hombres y la causa de todas estas diferencias:” el salvaje vive para sí mismo; el hombre social, siempre fuera de sí, no sabe vivir más que en la opinión de los demás; y de ese único juicio deduce el sentimiento de su propia existencia.

    Mientras un exiguo 1% de la población mundial acapara la mayor parte de la riqueza que generamos entre todos, las nuevas generaciones son cada vez más pobres. Miles de niños mueren cada día por causa de la desnutrición y enfermedades evitables, millones de seres humanos sufren la lacra del hambre y sobreviven en condiciones de vida inhumanas. Problemas propios de países del Tercer Mundo, ya están afectando a las capas sociales más empobrecidas en países desarrollados. Cientos de miles de familias de clase media se han visto abocadas a la pobreza alcanzando niveles de paro inadmisibles, casi superando el 50% entre los jóvenes en algunos países. Con los principios del viejo paradigma, el actual deterioro económico y social es inevitable. Sin embargo, contamos con conocimientos, tecnología y recursos suficientes para establecer un nuevo modelo en el que todos podamos tener cubiertas nuestras necesidades básicas y disponer de oportunidades para una vida mejor.

      La global crisis sistémica arrebata el desarrollo y la libertad, obliga a replantear las estrategias económicas fallidas. Los planes de actuación económica establecidos o a punto de establecerse han sido alterados por las crisis, las condiciones han cambiado y se han abierto nuevas posibilidades. Cuando un modelo de acumulación se agota, el sistema entra en crisis y obliga a cambiar las estrategias, adaptando las nuevas políticas económicas al nuevo paradigma. Para legitimar cualquier estrategia duradera se necesita una teoría económica en la que basarse.

      Cuando las variables macroeconómicas se invierten, los déficits públicos se disparan, haciendo imposible cumplir los límites fijados por los pactos de estabilidad y crecimiento, la inflación se convierte en deflación y el Estado interviene sin reparos en el mundo de las finanzas y los negocios.

      Como consecuencia de las crisis, se hace evidente la impotencia ante los errores en las estrategias de política económica y social. Sería una equivocación plantear una solución bajo las mismas premisas y los mismos enfoques del pasado. Se hace necesario replantear con criterio lógico todas las estrategias anteriores, y deducir un enfoque más útil. Si queremos un desarrollo sostenido, son imprescindibles otras políticas que sobrepasen el estrecho y deficitario marco económico actual.

      Toda crisis representa el fin del modelo anterior y la creación de un nuevo esquema paradigmático. Por ello, las políticas económicas y sociales han de ser revisadas completamente, las teorías neoclásicas y los principios de política económica neoliberal, así como los planteamientos keynesianos, que constituían el marco del paradigma anterior no responden al bien común. Es imprescindible una nueva estrategia económica que oriente el modelo que surgirá de la crisis, y devuelva el valor, la moral y la dignidad al ser humano.

      Los Estados, para hacer frente a la crisis, han intervenido de forma decisiva rescatando al sector financiero y a ciertos sectores industriales, saltándose y abandonando los principios asumidos por las políticas basadas en los dogmas indiscutible de toda la teoría económica dominante en las últimas décadas. Parece como si, de forma momentánea, se hubiese transitado del fundamentalismo neoliberal a una aproximación del keynesianismo tradicional, sin que se haya hecho un reconocimiento implícito. Se confía en que la intervención pública sea temporal, apoyándose en los principios del libre mercado: el imperio de la ley, el respeto por la propiedad privada, el comercio y las inversiones libres en los mercados competitivos, sostenidos sobre unos sistemas financieros eficientes y eficazmente regulados. Estos principios son esenciales para el crecimiento económico y la prosperidad, habiendo ya liberado a millones de personas de la pobreza y elevado sustancialmente el nivel de vida a escala global, sin embargo, la reducción del nivel de vida real está conduciendo al endurecimiento de las condiciones de trabajo y de vida del individuo.

      La integración de los dirigentes sociales en la lógica de las sociedades capitalistas hace difícil pensar y más todavía actuar con otros parámetros distintos. Desear un cambio de modelo no es suficiente, hay que generar uno nuevo de acuerdo a las posibilidades tecnológicas actuales y futuras. La educación, la investigación y la innovación son condiciones necesarias para este cambio pero distan mucho de ser suficientes si no se genera previa o por lo menos simultáneamente una estructura productiva industrial y de servicios mucho más potente y tecnológicamente avanzada que sirva de soporte a la mano de obra y sus conocimientos mejorados, y una estructura social e industrial que legitime una transformación del paradigma. Se necesita un nuevo concepto de valor económico, que dé respuestas a todas estas problemáticas, que determine un cambio de modelo.

      La sobreproducción generalizada, el agotamiento de los recursos naturales, los límites energéticos y ecológicos... hacen obsoletas las recetas del régimen neoliberal, requieren de un nuevo modelo. Si no se resuelven los problemas de fondo se estará incubando una próxima crisis de mayor magnitud, más dramática y más larga, con consecuencias todavía más devastadoras que la última crisis.
Desde la creciente dependencia de la importación de alimentos de amplias partes de la población mundial, hasta, pasando por los efectos de retroalimentación causados por el deterioro de los océanos y el deshielo del Ártico, la migración forzosa de una nueva categoría de refugiados, o la propia pérdida de valor de activos financieros como consecuencia de la escasez de recursos y la degradación ambiental, son todas ellas importantes amenazas a la sostenibilidad. Igualmente, estos componentes constituyen nuevos factores de aumento de la conflictividad global, incrementada por unas desigualdades que rebajan la calidad democrática, al tiempo que hacen difícil la convivencia.

      Las raíces de estos problemas deben buscarse tanto en un modelo económico predominante obligado a crecer exponencialmente, como en un modelo energético dependiente de los combustibles fósiles, que sostienen la actual civilización industrial. La reproducción en el tiempo de ambos modelos es ya claramente una quimera contraproducente.

      Un porcentaje significativo del abuso de los recursos son causa de un derrochador estilo de vida. La sociedad moderna es adicta al consumo favorecido por la posibilidad de endeudamiento y, sobre todo, por el constante bombardeo publicitario al que se somete a las personas.

      En la actualidad, la economía mundial se enfrenta a dos crisis importantes: al colapso económico fruto del endeudamiento que limita la liquidez del sistema llegando a un punto en el que la deuda entre las economías supera la capacidad de pago en términos del PIB de las propias economías endeudadas; y al aumento de la longevidad de las personas ligado a los programas de jubilación que los gobiernos están comprometidos a satisfacer, obligados a subir los impuestos o a recortar beneficios, opciones que amenazan severamente la estabilidad del mundo moderno.

      A estos problemas hay que sumar el empleo irracional de los recursos naturales y de tecnologías que agreden el entorno, la extensión mundial de la pobreza y la falta de oportunidades para que una gran mayoría de la población pueda atender sus necesidades más elementales. Seguir con las viejas fórmulas plantea diversas incógnitas de futuro que sólo pueden ser resueltas positivamente al evolucionar hacia un sistema capitalista humanitario.

      Si seguimos igual, ¿Dónde está la demanda que sostendrá dicho modelo? En el sistema actual se desconoce, en el nuevo paradigma, el individuo, como actor económico constante y medible, realizará sus gastos básicos cubiertos por el mínimo valor de su vida implementando en el sistema el nuevo dinero de subsistencia que estabilizará la oferta y dará recursos a la demanda, fluyendo el capital de abajo arriba, de forma constante y previsible.

      Si seguimos igual, ¿Se atravesarán periodos en los que aumentará el paro y que, sólo se resolverá con una generosa y adecuada política de subsidios, renta básica o similares? Si aplicamos los principios de la vieja economía no podrá ser de otro modo -las crisis son cíclicas-, sin embargo, si implementamos el valor mínimo de la vida prácticamente no serían necesarias ya que las necesidades mínimas del individuo estarían aseguradas por el sistema global de subsistencia.

      Si seguimos igual, ¿Se podrán generar suficientes puestos de trabajo cualificados? Si se siguen aplicando las recetas con los mismos parámetros que nos llevan a las crisis, evidentemente, no. Sin embargo, si implementamos el valor de subsistencia costeando el desarrollo de la industria aéreo-espacial con el fin último de poblar otros planetas, no sólo crearemos infinidad de puestos de trabajo cualificados, sino que, además conseguiremos una salida digna al problema de sobrepoblación en la Tierra.

      Si seguimos igual, ¿Nuestros dirigentes políticos y sociales actuarán con tal irresponsabilidad como para ignorar el valor mínimo de la vida y no plantear claramente la situación a sus administrados? La actuación de los políticos dependerá de la voluntad popular, siendo estos sus representantes legítimos, si la ciudadanía se manifiesta mayoritariamente en favor de la evolución del sistema capitalista hacia un sistema más humano basado en el valor mínimo de la vida como recurso de subsistencia. Sería inmoral ignorar las posibilidades que ofrece el recurso que nos ocupa.

      Si seguimos igual, ¿La ciudadanía se mantendrá pasiva ante la destrucción de todas las conquistas sociales logradas con el esfuerzo de siglos? La ciudadanía formará parte activa al entender como derecho fundamental de subsistencia, el valor mínimo de la vida, reconocido e implementado por la ONU, es decir, por las constituciones de todos sus Estados miembros. De esta forma se perseverarán las conquistas sociales y se extenderán por todo el globo. Lo que hay que hacer es dar un paso hacia adelante propiciando un sistema mucho más estable. Un nuevo paradigma humanitario.

      Si seguimos igual, ¿Habrá de abandonar todo intento de lograr sociedades justas que permitan la amplia realización de los seres humanos? Tal y como están las cosas, la resignación es patente, sin dinero no hay sociedad del bienestar. Las exigencias del mercado y la deuda de los Estados, han recortado las alas, en mayor o menor medida, a la mayoría de comunidades desarrolladas que disfrutaban de bienestar económico y social, limitando servicios y rebajando derechos sociales. Esto no quiere decir que no se pueda plantear un nuevo recurso de riqueza, basado en el valor mínimo de la vida, más bien todo lo contrario, hace urgente y necesario la implementación de este nuevo valor para sostener la sociedad del bienestar y ampliar sus beneficios al resto de Estados y ciudadanos.

      Si seguimos igual, ¿La ciudadanía estará dispuesta a someter nuestras vidas a los mercados supuestamente autorregulados que producen la riqueza para muy pocos, unas difíciles condiciones de trabajo y de vida para la mayoría, y la pobreza y la marginación para amplias capas de la población? Evidentemente que no, pero si no dispone de dinero, por falta de trabajo o por circunstancias diversas, no tendrá otro remedio que sufrir las consecuencias de su carencia, sin embargo podrá sobrevivir bajo mínimos gracias al Pacto Humanitario. La voluntad de todos en beneficio de todos, implementando el valor mínimo de la vida, transformará este negro futuro en un capitalismo con rostro humano, salvando desde la base al individuo, haciendo valer su derecho a una vida digna.

    Si seguimos igual, ¿Habremos de reaccionar con energía para decir colectivamente “basta, hasta aquí hemos llegado”? No hay duda, tendremos de reaccionar de forma pacifica y plantear el nuevo modelo humanitario y social como imperativo ineludible, deseable y justo. No basta con decir basta, hay que concienciarse del valor propio y plantear la vía humanitaria como solución a la deshumanización de las sociedades.

      Si seguimos igual, ¿Tendremos la conciencia, el coraje, la voluntad, la capacidad de poner freno a este sistema que destruye la cohesión social y la naturaleza? Ante este panorama se hace imprescindible implementar en el sistema un valor mínimo de vida, un nuevo planteamiento de base que ponga freno a la sanguinaria, desalmada, cruel, brutal, despiadada, implacable y destructora deriva del sistema capitalista. Por supuesto que si.

El nuevo modelo económico
      
      Sin que casi lo apreciemos, la telemática nos hace transitar hacia un paradigma tecnológico con nuevas posibilidades que abren la puerta a oportunidades antes sólo imaginadas. Desde el punto de vista económico disponemos de aparatos y aplicaciones informáticas que favorecen las transacciones mercantiles seguras desde cualquier punto del planeta, (datáfono, móvil, ordenador...). Ya no es imprescindible la presencia física de la moneda, se puede comprar y vender transfiriendo electrónicamente el dinero entre cuentas y se puede hacer desde cualquier punto del Planeta, circunstancia que hay que tener bien presente para interpretar el modelo paradigmático que nos ocupa.
Sabemos que lo que se reclama cuando se producen cambios de paradigma es un ajuste del modelo económico acorde a los nuevos parámetros, implementando nuevas soluciones conceptuales que resuelvan de forma satisfactoria los problemas surgidos en la actualidad, irresolubles con el modelo vigente.

      La experiencia nos dice que no se puede construir nada nuevo sin no se expresar antes en términos de lo viejo. Implementar el valor mínimo de la vida o mínimo valor de subsistencia como valor agregado no contradice la lógica matemática del actual modelo económico y resuelve deficiencias estructurales sistémicas, y a su vez problemas de inseguridad financiera.

      La economía tiene sus reglas financieras de mercado que giran entorno al concepto de agregado monetario o valor monetario, es decir precio de mercado, que refleja una cantidad de dinero. Un agregado monetario es la expresión de un calculo que mide la cantidad de valor que posee un bien o servicio. Por ejemplo, si calculamos el gasto diario mínimo que un individuo debe satisfacer al mercado libremente para comprar los alimentos imprescindibles para sobrevivir, obtenemos un nuevo agregado monetario que refleja el valor de la demanda agregada mínima (se entiende como la suma del consumo base o de subsistencia). De esta manera definimos un mínimo valor agregado al total del Producto Interior Bruto (PIB). El objetivo específico de este nuevo agregado en el modelo económico es el de medir el valor mínimo de subsistencia del Planeta y de sus ciudadanos para obtener un precio de mercado.

      Al hablar de finanzas, es decir, al tratar las actividades relacionadas con el intercambio de distintos bienes de capital entre individuos, empresas, o Estados, nos estamos refiriendo a transacciones y administración del dinero relativo a su obtención y gestión, así como a otros agregados monetarios, como lo son los títulos, los bonos... a las condiciones y oportunidades con que se consigue el capital, de los usos de éste, y los retornos que un inversionista obtiene de sus inversiones.

      El concepto de “demanda agregada mínima” cuantifica la suma del gasto mínimo en bienes y servicios que los consumidores, las empresas y el Estado realizan al comprar con dinero procedente del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, a un determinado nivel de precios. Dicho Fondo está constituido por el derivado financiero avalado por el contrato de futuro que aporta al Patrimonio Activo del Banco Mundial, el valor agregado del ciudadano, representado en los Certificados de Valor Base o de Subsistencia de cada accionista.

      Integrando aún más el valor de subsistencia en el engranaje económico, siendo un agregado monetario, también es un derivado financiero o producto financiero cuyo valor se basa en el precio de otro activo, es decir, el activo del que depende, toma el valor del activo subyacente, como ejemplo; el valor de futuro del precio mínimo de subsistencia toma el valor del precio del alimento de subsistencia como derivado financiero, al firmar un contrato de futuro, con un Pacto Humanitario, por sufragio universal, nos convertimos en accionistas del Fondo de Subsistencia, con valor de renta fija regularizado por un Patrón Básico como índice bursátil y tipos de interés regulados por el índice de precios al consumo (IPC).

      Ahora bien, ¿cómo agregamos el mínimo valor de la vida al mundo de las finanzas?: Al calcular el gasto o coste mínimo diario en alimentación obtenemos un valor agregado mínimo de subsistencia. Conociendo el valor mínimo de subsistencia, ya sólo tenemos que formalizar este agregado de valor como un contrato de futuro, un Pacto Humanitario, que obligue a las partes contratantes a ceder su valor agregado mínimo de subsistencia, reflejado en un Certificado de Valor Base o de Subsistencia, y obtener rédito dinerario diario, procedente del Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, con un límite en precio establecido de antemano, a partir de la fecha de la firma, por sufragio universal.

      El contrato de futuro del Pacto Humanitario es un derivado financiero personificado en el Certificados de Valor Agregado de Subsistencia, es un Activo en la contabilidad del Banco Mundial, pues es una entrada de capital que debe constar en el Haber, y también, es un Pasivo, pues es una deuda contractual y debe constar en el Debe. Así que el Pacto Humanitario es uno de los principales instrumentos financieros que pueden permitir a las personas, empresas y naciones anticiparse y cubrirse de los riesgos o cambios que pueden ocurrir en el futuro, de tal manera de evitar ser afectados por situaciones adversas.

      Al aceptar por sufragio universal el Pacto Humanitario consideramos firmado un contrato de futuro con todos los accionistas del Planeta adquiriendo un titulo como acción ciudadana emitida por el Banco Mundial que representa el valor de una de las fracciones iguales en que se divide su capital social. Las acciones confieren a su titular derechos políticos, como el de voto, y económicos, como los beneficios del interés de renta fija base para la compra de alimentos.

    Normalmente las “acciones ciudadanas” no son transmisibles, sólo su titular conserva el valor, sin ninguna restricción, es decir, libremente. Básicamente, existen cuatro tipos de derivados financieros: Forwards, Futuros, Swaps y Opciones, ahora integramos el quinto tipo de derivado financiero: Base o Básico.

    En consecuencia, si aprobamos por sufragio universal el Pacto Humanitario, conseguimos integrar el mínimo valor agregado de subsistencia al conjunto del Producto Interior Bruto (PIB), es decir, agregamos el valor monetario patrimonial mínimo de cada individuo al sistema, como un flujo de dinero estable.

      En macroeconomía, el PIB es una magnitud que expresa el valor monetario de una nación, de una comunidad o de una región, resultado de la suma de la producción de bienes y servicios de demanda final, en un período determinado. Al calcular el valor monetario del Producto Interior Bruto como agregado monetario sumamos las cantidades gastadas (demanda agregada final) obteniendo el valor total de la actividad económica agregada, esto no implica diferenciar la procedencia del gasto. La fórmula para calcular el PIB no se ve afectada al implementar el Pacto Humanitario como contrato de futuro en el sistema financiero.

      La fórmula siguiente describe la demanda total de Producto Interior Bruto (Y), donde el consumo es (C), la inversión es ( I ), el gasto es (G), la exportación total es (X), la importación total es (M), y la demanda agregada es (DA).

PIB ( Y ) = C + I + G + ( X - M ) = DA

      La siguiente fórmula se equipara a la anterior ya que suman idéntica cantidad. Al incorporar el consumo, el gasto y la inversión del valor agregado de la demanda mínima de subsistencia a la fórmula anterior no se ve afectada ya que está incluida en el consumo (C), en la inversión ( I ) y en el gasto (G) , sin embargo los resultados de esta segunda son mucho más provechoso para todos, por sentido común.

PIB (Y)=C(Cc +Cm)+I(Ic +Im)+G(Gc+Gm)+(X-M)=DA

donde:

-C- es el consumo total d particulares, la empresa y el Estado, que depende de la renta disponible total.   C = Cc + Cm , donde:
-Cc es el consumo convencional, que depende de la renta ordinaria disponible de particulares, empresas   y Estado.
-Cm es el consumo mínimo de particulares, empresas y Estado, que depende de la renta del Fondo de   Subsistencia (FS) = Activo Patrimonial Agregado (APA) del Banco Mundial.
-I- es la inversión total, que depende de la producción actual y futura esperada, de los tipos de interés y   de los impuestos. I = Ic + Im , donde:
-Ic es la inversión convencional que depende del capital de particulares, empresas y Estado con fondos   privados o públicos.
-Im es la inversión mínima de particulares, empresas y Estado que depende del capital del Fondo de   Subsistencia
-G- es el gasto público total en compras de bienes y servicios que realiza el Estado. G = Gc + Gm   donde:
-Gc es el gasto convencional que depende del capital de del Estado con fondos privados o públicos.
-Gm es el gasto mínimo del Estado, con fondos transferidos del Activo Patrimonial Agregado   del Banco Mundial.

      El Marco Económico, con mayúsculas, que delimita las reglas comerciales y financieras internacionales, da cabida a dar valor como derivado financiero, por contrato de futuro, a un nuevo agregado monetario como es el valor mínimo de la vida, el mínimo valor básico, el valor mínimo de subsistencia, obtenido del coste o gasto mínimo en sociedad.

      No existe ninguna norma, ni límite insalvable, que impida implementar un contrato entre las partes contratantes de acuerdo a las leyes constitucionales, es la voluntad de la mayoría expresada por sufragio universal la que puede crear este nuevo modelo. Un modelo concretado en un Pacto Humanitario.

El valor del dinero

      El dinero es un bien intermedio que facilita el proceso de intercambio de bienes y servicios. Se suele definir por las funciones que desempeña: de medio de pago, de depósito de valor, de unidad de cuenta, o de unidad de pago diferido. Es indispensable que se cumplan todas estas funciones para que un activo pueda ser aceptado como dinero. La función del dinero como unidad de cuenta o medida del valor permite que las mercancías tengan un precio. Como medio de circulación permite que el precio se realice.

      Para que un bien pueda ser empleado como medio de pago en los intercambios, ha de cumplir una serie de características adicionales: fácil de transportar, ser útil para todo tipo de transacciones, divisible, determinable e infalsificable, y debe mantener su valor a lo largo del tiempo. Las amapolas podrían utilizarse como medios de cambio, si bien al ser perecederas y perder su valor al estropearse, no se consideran como dinero.

      El dinero pierde valor al aumentar el nivel de precios de la economía, si la oferta monetaria equipara la demanda por liquidez, los precios serán estables. El gobierno, o autoridades monetarias, tienen la obligación de mantener la estabilidad económica en los mercados libres. Con la inflación se hace necesario entregar una mayor cantidad de dinero para obtener la misma cantidad de bienes o servicios, se produce una pérdida de su función como depósito de valor, de poder adquisitivo, pudiendo provocar que el bien que hasta entonces era considerado dinero deje de serlo, obligando a los agentes económicos a buscar esa función en otros bienes, o incluso a volver al trueque, como sucedió en Alemania después de la Primera Guerra Mundial.

      En la actualidad la moneda de cada país expresa la totalidad de los precios relativos de los bienes y servicios que se intercambian en un único patrón de medida que facilita los intercambios a corto y a largo plazo. En este sentido, el dinero estimula el ahorro, y con ello la actividad económica, permitiendo a los agentes económicos transferir en el tiempo sus rentas en pagos diferidos. Los billetes son pagarés y, junto con otras notas promisorias bancarias o individuales, tales como cheques, crédito en libros o a cuenta... además de billetes de banco, letras de cambio y cheques, que circulan como dinero, y realizan todas las funciones del mismo, constituyen crédito. La oferta de dinero afecta a otras variables, tales como los precios, la producción y el empleo.

      El dinero se considera mercancía cuando se escoge un determinado bien con un valor intrínseco como dinero. El oro y la plata demostraron ser las mercancías más útiles para ser empleadas como dinero. Cuando el dinero carece de valor intrínseco como sucede con los billetes y monedas actuales, nos encontramos ante dinero fiduciario, que es aquel cuyo valor depende del crédito o de la confianza que inspira en los agentes económicos. Este tipo de dinero se basa en la fe -de ahí su nombre- en el poder de cambio por bienes o mercancías. El dinero fiduciario, aunque carece de valor intrínseco, al considerarse moneda de curso legal por orden gubernativa, es ampliamente aceptado como medio de pago para la compra de productos y para el pago de deudas.

      En economía, la oferta monetaria de un Estado es la suma del dinero fiduciario en efectivo, billetes, monedas... y del dinero bancario que son los depósitos que constituyen el Activo y Pasivo del dinero efectivo en los bancos plenamente líquidos, a disposición de los clientes que lo soliciten. El grado de liquidez de un activo, depende de dos aspectos: por un lado de su facilidad para convertirse en dinero, y por otro de la certidumbre de su conversión sin sufrir pérdidas de valor. Cada vez surgen nuevos activos financieros que cumplen ambas condiciones para determinarse como dinero. Las definiciones de dinero abarcan desde la más restrictiva, que sólo consideran únicamente como activos plenamente líquidos; billetes y monedas, hasta otras definiciones más amplias que incorporan activos que podrían considerarse dinero por cumplir las funciones que de él se esperan. La forma actual de creación y control de la cantidad de dinero es inspirada en el monetarismo.

      El dinero es resultado de un pacto social, donde todos aceptamos entregar bienes o servicios a otros, a cambio de los símbolos monetarios, billetes, monedas, anotaciones bancarias... su respaldo está basado en la suma de los bienes y servicios de la población, reflejado en el Producto Interior Bruto. El dinero son números contables, trozos de papel y aleaciones de metal que por sí mismos, poco valen. Valen porque su valor está apoyado por el banco emisor. Hoy en día, no se basa en el Patrón Oro, sino en el Producto Interior Bruto que el sistema utiliza para tasar la equivalencia del valor monetario y su capacidad de emitir moneda. Excederse en la desigualdad del equilibrio paritario en la cantidad de moneda en circulación provoca inflación.

      Históricamente el dinero era una mercancía con valor intrínseco y las monedas valían su peso en el metal fundido. Las monedas contenían un metal noble y su valor era proporcional a la cantidad de metal. Con el tiempo, las monedas se hicieron con otros metales -no nobles- pero que representaban cierta cantidad de oro o plata depositada en los bancos. Con la invención de papel, aparecieron las primeras formas de billetes que eran certificados por cierta cantidad de oro, se creó el “Patrón Oro”. Durante la primera mitad del siglo XX, el dinero fue perdiendo este carácter y el respaldo que tenía en oro -1971-, para convertirse en un elemento fiduciario, sin valor intrínseco pero con un valor legal propio, que es tal como lo conocemos, también entendido como dinero “fíat”. En este largo camino el dinero ha ido perdiendo su valor real, conservando su valor de uso, como herramienta para el intercambio de productos y servicios, pero su necesidad como medida de valor sigue presente. Las mercancías que se compran y se venden aún tienen un precio expresado idealmente.

      A medida que se ha ido desarrolla el capitalismo, se fue aumentado la acumulación de capital y se produjeron cambios en las mentalidades de los individuos, introduciendo una nueva función del dinero: atesorar la mayor cantidad de dinero. En este sentido, el dinero se ha independizado transformándose en un fin en sí mismo, ha perdido una de sus funciones de oficiar como un medio de circulación. De hecho, ya ni siquiera es absolutamente necesario la presencia física del dinero para realizar transacciones pues el dinero electrónico cumple con la misma función: permitir que se realice el proceso de intercambio. Con el dinero electrónico -también conocido como e-money, efectivo electrónico, moneda electrónica, dinero digital, efectivo digital o moneda digital- las compensaciones entre bancos hacen que el dinero ni siquiera entre en circulación se cancelan las deudas mediante un “clearing” bancario. La criptografía financiera incluye los mecanismos y los algoritmos necesarios para la protección de las transferencias financieras, además de la creación de nuevas formas de dinero.

      Visto que, en definitiva, la mercancía y los servicios, tienen un valor subjetivo y pueden ser intercambiados por dinero, y que el valor del dinero ha prestado su valor a la moneda y el billete, como resultado de un pacto social, basado en la aceptación subjetiva de su valor, y que la presencia del dinero físico ya no es imprescindible con el dinero digital, podemos afirmar que el fundamento de todos los valores humanos, sociales y económicos posibles, está en la vida, primer valor del resto de valores, condición necesaria para generar y dar valor, y que podemos llegar a un Pacto Humanitario en el que, estando todos de acuerdo en que la vida tiene valor, su justa medida sea el gasto o coste económico de subsistencia, reflejado en el Índice Patrón Básico.

    Así pues, el valor mínimo de la vida puede convertirse en un valor económico igualitario, unitario y justo, si así nosotros lo queremos, y puede respaldar el valor de moneda electrónica para la subsistencia sostenible como un valor de uso que puede ser transferido para costear los bienes y servicios esenciales, básicos y trascendentales.

SEGUNDA PARTE

Categorías de valores relativos y absolutos

      En términos ontológicos y axiológicos, el valor absoluto de la vida del ser humano, del individuo, se expresa como valor universal, incalculable, esencial, irrenunciable... por ello la vida es nuestro máximo valor. A si mismo, si analizamos el valor absoluto de la vida, inmensurable, vemos que en su totalidad se compone de partes constituyentes del todo único inteligible, piezas de un puzle que definen la unidad del todo absoluto del que obtienen su mínima fracción de valor relativo, esencial para la vida, confiriendo sentido a lo absoluto con la fortaleza de la unidad de todos sus valores relativos.

      Como sujetos de análisis, los valores relativos y absolutos, interrelacionados, pueden clasificarse según el rango de necesidad social y exigencia económica de la vida, inherentes a la acción natural de la existencia en sociedad, ordenadas en tres categorías fundamentales, dos relativas (Esencial y Básica) y una absoluta (Trascendental). Éstas pueden subdividirse en sub- categorías compuestas por conceptos que definen actividades económicas esenciales para que la vida sea digna en sociedad. Todas las categorías y subcategorías están interrelacionadas entre sí.

Los Valores Esenciales de Subsistencia

      En esta categoría de valor relativo englobamos cuatro subcategorías asociadas a las necesidades y exigencias económicas, primarias, vitales, imprescindibles, de la vida como valor esencial de supervivencia: la tierra, el aire, el agua y el fuego.

La Tierra

      Se refiere a la necesidad de hábitat y a la exigencias económicas del cambio climático.

      La degradación ecológica y la crisis ambiental son consecuencia de la acción de los seres humanos al satisfacer sus necesidades con los recursos naturales a su disposición, causando daños al medio ambiente y a todos los seres vivos que dependen de él. El eminente cambio climático no es más que la punta del iceberg de una crisis ecológica multidimensional que tiene su traducción y origen en las esferas de lo social y lo económico.

      Nuestra sociedad actual es claramente insostenible. Por término medio, gastamos en un año los recursos equivalentes a una vez y media la capacidad anual de la Tierra para producirlos. Estamos acelerando el cambio climático con sus devastadoras consecuencias, con la emisión de CO2 a la atmósfera, contaminamos mares y ríos con vertidos químicos y expandimos la radioactividad con accidentes imprevistos... revertir la situación se ha convertido en una cuestión de supervivencia pero, como de todos es sabido, no hay suficiente dinero disponible para lograr los objetivos fijados.

      Se han encendido las alarmas. El calentamiento global amenaza la supervivencia de la población del planeta. El aumento paulatino de la temperatura incrementa los riesgos de catástrofes naturales, sequías e inundaciones, desprendimientos de tierras, malas cosechas, extinción de especies animales... y para la salud humana tales como la contaminación del aire y el agua, produciendo brotes de enfermedades.

      Los científicos, desde 1974, advirtieron de la potencial crisis global como resultado de la progresiva destrucción de la capa de ozono, protectora de los rayos del Sol, causada por sustancias producidas por el hombre. Con el fin de promover un medio ambiente seguro global se creó el Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente (PNUMA) para catalizar y coordinar actividades en otros campos como biodiversidad, pobreza, educación y salud.

      En el año 1989, se llegó a la conclusión de que el uso indiscriminado y la mala administración de los recursos, unido a la inconsciencia social del ser humano, han sido las principales causas del problema medioambiental, dando paso a lo que se conoce como desarrollo sostenible, sin descuidar el desarrollo endógeno, ajustado y revisado en la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro (1992) con la adopción de un programa de acción para el siglo XXI, llamado agenda o proyecto 21; en el año 2000 las naciones Unidas acordaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el 2015; y posteriormente, en la Cumbre de Johannesburgo 2002, donde no solo se plantó la preocupación por la ecología y por el mantenimiento de la vida en el Planeta, sino también por su calidad de vida, resaltando la lucha contra la pobreza, protección y fomento de la salud humana, medidas mundiales a favor de la mujer, la infancia y la juventud; seguida de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Copenhague 2009 donde se planteó la política de cambio climático al más alto nivel político.

      En el 2015 La Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Se sustituyeron los objetivos del Milenio por un plan de acción a favor de las personas, del planeta y de la prosperidad, que también persigue poner fin a la pobreza en el mundo, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia.

      Sin embargo, el crecimiento económico y la prosperidad alcanzada en los países desarrollados se ha debido, en gran medida, al uso del petróleo como energía principal, a pesar de ser un recurso finito y contaminante. La producción mundial de crudo está llegando a su cenit y después declinará tan rápido como creció. Este hecho implica importantes consecuencias para los países que dependen en gran medida del petróleo barato y abundante, especialmente para el transporte, la agricultura, la industria química y la calefacción doméstica.
Por otra parte, el impacto que el ser humano ejerce en el ambiente natural es severo. A medida que la población mundial aumenta, se incrementa la contaminación. Los resultados del exceso de población, sobrepoblación, son conocidos por todos: destrucción del entorno, una disminución en la calidad de vida, hambruna, guerras, enfermedades endémicas, emigración forzosa, extinción de especies animales y vegetales, deforestación, afectación de la capa de ozono...
Diariamente, las ciudades con una población densificada producen toneladas de desechos sólidos (basura orgánica e inorgánica), consumen grandes cantidades de energía y emiten agentes contaminantes al ambiente. Si la población mundial permanece creciendo en un promedio de tres niños por pareja, para 2050 la población mundial será de 10.5 mil millones habitantes, de los cuales 7.7 mil millones sufrirán pobreza extrema, falta de agua potable, hambruna, enfermedades, etc. Además, con más población la demanda de recursos también aumentará la necesidad de su obtención, cosa que pueden llevar a conflictos entre nosotros y a guerras entre países o etnias, como viene sucediendo desde siempre.

      La superpoblación no es tanto una cuestión de espacio, como de limitación de recursos y es el resultado de un incremento de nacimientos, una disminución de la mortalidad debido a los avances médicos, un aumento de la inmigración o por un situación insostenible al agotarse los recursos. Es posible que en áreas de escasa densidad de población se dé sobrepoblación porque el área en cuestión no pueda sostenerla.

      El concepto de sobrepoblación se basa en el principio de que todo territorio tiene una determinada capacidad de carga, que viene determinada por la cantidad de recursos disponibles y por la tasa de renovación de éstos. La población de cualquier especie alcanza su nivel óptimo cuando ésta es igual a la capacidad de carga. Si la población aumenta por sobre la capacidad de carga, se produce sobrepoblación, y por consiguiente los recursos no alcanzan para todos los habitantes.

      Se está luchando para reducir los efectos de la acción del hombre sobre la salud del Planeta, invirtiendo en investigación científica y creando conciencia entre gobiernos, empresas y habitantes sobre la necesidad de procurar el desarrollo sustentable, no por ello el problema está en vías de solución.

      Los países han admitido que el cambio climático constituye una amenaza cada vez mayor para el desarrollo. Los efectos del cambio climático ya se están empezando a percibir en todos los continentes. Aún es posible limitar el cambio climático si se adoptan medidas de inmediato, aunque conlleve gastos, pero actuar ahora será mucho menos costoso que hacerlo en el futuro. Hay que tener en cuenta los numerosos beneficios secundarios, como por ejemplo, la mejora de la calidad del aire, los beneficios para la salud y una mejor calidad de vida.
Para transitar hacia la sustentabilidad se impone cambios profundos en los estilos de vida, de desarrollo, de pensamiento y conocimiento, relacionados a procesos educativos. Los gobiernos deberían tomar medidas activas a fin de ejecutar programas para establecer y reforzar los servicios de salud preventivos y curativos, que incluyan servicios de salud reproductiva seguros y eficaces, centrados en la mujer y administrados por mujeres, así como servicios asequibles y accesibles de planificación responsable, en consonancia con la libertad, la dignidad y los valores personales y teniendo en cuenta las consideraciones éticas y culturales.

      A pesar de todos los esfuerzos realizados, aún siendo válidos los métodos para el desarrollo sostenible, se ven limitados por la carencia de recursos económicos a tal fin, insuficientes a todas luces. Se siguen contaminando los suelos, las aguas, el aire y todo aquello que tenga vida, al mismo tiempo que se han incrementado las catástrofes naturales que dejan devastados pueblos enteros.
Se hace imperativo y es esencial para la vida del ser humano en la Tierra ganar la estrategia en favor del medio ambiente por lo que es imprescindible contar con los mínimos recursos económicos necesarios para su consecución. Frenar y paliar las consecuencias del cambio climático se ha convertido en el objetivo prioritario de supervivencia, una exigencia humana ineludible para preservar la vida en la Tierra.

      Con los recursos actuales se hace impensable llegar a tiempo para evitar el colapso de la humanidad. Por ello, se debería considerar el agotamiento de los recursos naturales, debido a su sobreexplotación, como un problema de supervivencia del ser humano, una necesidad básica. Esto nos llevaría a plantear una nueva aplicación del valor mínimo de la vida, certificado por el Banco Mundial, de donde surgiría el capital necesario para hacer frente a esta cuestión; y por otra, el lógico aumento de la población al tener el sustento asegurado, también se convertiría en un problema esencial, lo cual nos llevaría a estimar la posibilidad de destinar el capital necesario, de este nuevo recurso de subsistencia, al desarrollo de programas aéreo-espaciales pensados para obtener recursos de otros planetas para poder seguir creciendo. Hay que poner la esperanza en la inmensidad del universo, finito pero ilimitado, de donde podemos obtener todo el espacio y los recursos naturales que necesitemos.

      Ante la compleja situación descrita en esta subcategoría se hace prioritario la aceptación de un Pacto Humanitario que dote a la Organización de las Naciones Unidas de la herramienta necesaria, fundamentada en el valor mínimo del ser humano, para poder disponer del mínimo capital imprescindible para hacer posible un modelo de desarrollo económico sustentable respetuoso con el medio ambiente. De este modo, no existirían impedimento en desarrollar todos los planes de acción en favor de las personas, el medio ambiente, y la prosperidad en el planeta, alcanzando la paz de subsistencia, mantenida, perpetua, posible, mínima, fraternal entre los pueblos y la seguridad cívica y ambiental, en cumplimiento de los objetivos de la Agenda 30.

      Los pronósticos que figuran en dicha Agenda no son argumentos de ciencia ficción, son muy reales. Se sabe como revertir la situación, lo que no abunda son recursos económicos exigibles para acelerar este proceso. Por ello se hace imprescindible implementar el mínimo valor de subsistencia bajo el mandato de un Pacto Humanitario, que ayude a revertir la tendencia, a la mayor brevedad.

      Con el modelo económico que proponemos se puede pensar en la creación de multitud de puestos de trabajo en el sector de la industria aéreo-espacial, principalmente, y en multitud de servicios sociales a la comunidad. En estos términos, 7 mil millones de personas pueden ser suficientes, pero podemos llegar a ser muchísimos más y vivir de la propia prosperidad, gracias al trabajo engendrado por la necesidad de subsistencia de la vida en el planeta Tierra.

      En este mundo, no sobra nadie, falta gente. En el paradigma futuro no somos bastantes para agotar todas las posibilidades que nos brindan todos los planetas que gravitan en el universo. Puede sonar a ciencia ficción, como los propósitos de la Agenda 30, pero es muy real, alcanzable y posible por sufragio universal con un Pacto Humanitario beneficioso para la naturaleza del ser humano, moralmente ineludible, por el bien común de todas las sociedades, culturas y religiones.

      “Sin hábitat no hay vida”, es evidente, el hábitat es una necesidad básica. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que el hábitat, como condición para la vida, tiene valor básico de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar su deterioro, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para sufragar proyectos promovidos por la ONU y los Estados, destinados a mejorar las condiciones del hábitat de la Tierra y de las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: hábitat, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

El Aire

      Se refiere a la necesidad de respirar para vivir y a las exigencias económicas para evitar su contaminación.

      En la atmósfera terrestre se pueden distinguir dos regiones con distinta composición, la homosfera y la heterosfera. Según la altitud, la temperatura y la composición del aire, se divide en cuatro capas; troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera. A mayor altitud disminuyen la presión y el peso del aire. Protege la vida sobre la Tierra absorbiendo gran parte de la radiación solar ultravioleta en la capa de ozono. Además, actúa como escudo protector contra los meteoritos, los cuales se desintegran en polvo a causa de la fricción que sufren al hacer contacto con el aire.

      La cantidad de oxígeno disponible es posible gracias a la vegetación del planeta que convierten el dióxido de carbono en oxígeno, el cual es respirable. El aire es una especie de materia superada, adelgazada, como la materia misma de nuestra libertad”. Nietzsche. está compuesto, aproximadamente, por 78,08 % de nitrógeno (N2), 20,94 % de oxígeno (O2), 0,035 % de dióxido de carbono (CO2) y 0,93 % de gases inertes, como argón y neón. En la troposfera, de 7 km de altura en los polos y 16 km en los trópicos, se encuentran las nubes y casi todo el vapor de agua. En ella se generan todos los fenómenos atmosféricos que originan el clima.

      Uno de los problemas acuciantes del medio ambiente es la eliminación sistemática de los bosques por el ser humano con la tala de arboles y quemas realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería, que provocan la deforestación de amplias zonas del planeta. Es un proceso antiguo que se ha incrementado en las últimos décadas, con un promedio de seis millones de hectáreas anuales.

      Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aumento de la aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de dióxido de carbono (CO2). Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes. En muchos países la deforestación causa extinción de especies, cambios en las condiciones climáticas, desertificación y desplazamiento de poblaciones indígenas.

      La deforestación puede afectar a la cantidad de lluvia caída en un lugar, y a otros fenómenos climáticos, al disminuir la humedad del suelo por efecto del sol. La principal causa que provoca el efecto invernadero con el consecuente calentamiento global y cambio climático es la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera producido por la deforestación, la quema de combustibles fósiles y la ganadería intensiva, entre otros.

      Los principales mecanismos de contaminación atmosférica son los procesos industriales que implican combustión, tanto en industrias como en automóviles y en calefacciones residenciales, que generan dióxido y monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y dióxido de azufre, entre otros contaminantes. Igualmente, algunas industrias emiten gases nocivos en sus procesos productivos, como cloro o hidrocarburos que no han realizado combustión completa. Estos componentes en el aire implican riesgos, daños o molestias grave para las personas y bienes de cualquier naturaleza, también puedan atacar a distintos materiales, reducir la visibilidad o producir olores desagradables. Mayormente la contaminación se provoca por la combustión del carbón, petróleo y gasolina.

      Los clorofluorocarburos (CFC) tienen efectos potencialmente negativos: contribuyen de manera muy importante a la destrucción de la capa de ozono en la estratosfera, así como a incrementar el efecto invernadero. Concienciados del problema, el protocolo de Montreal puso fin a la producción de la gran mayoría de estos productos. El agotamiento del ozono produce niveles más altos de radiación ultra violeta en la tierra, con lo cual se pone en peligro tanto a las plantas como a los animales.

      El efecto invernadero evita que una parte del calor recibido desde el sol deje la atmósfera y vuelva al espacio. Esto calienta la superficie de la Tierra. Existe una cierta cantidad de gases de efecto de invernadero en la atmósfera que son absolutamente necesarios para calentar la Tierra, pero en la debida proporción. Actividades como la quema de combustibles derivados del carbono aumentan esa proporción y el efecto invernadero aumenta. Algunos contaminantes provienen de fuentes naturales como los producidos por los incendios forestales, por la erosión del suelo que crea partículas de polvo ultra finas, por los volcanes que arrojan dióxido de azufre y ceniza volcánica, o por los procesos de pudrición de la materia orgánica que también dañan la capa de ozono.

      Los aumentos en la contaminación del aire producen efectos nocivos para la salud como enfermedades de pulmón y ataques cardiacos y afectan directamente a las personas que padecen asma. Los ancianos y los niños son especialmente vulnerables. También estamos expuestos cuando consumimos productos alimenticios contaminados con sustancias tóxicas del aire que se han depositado donde crecen, cuando bebemos agua contaminada con sustancias del aire, o entramos en contacto con el suelo, el polvo o el agua contaminados. La contaminación del aire es un problema esencial de las sociedades modernas, a pesar de que es generalmente un problema peor en las ciudades, los contaminantes afectan el aire en todos los lugares.

      Por otra parte, el aíre en movimiento, el viento, puede ser aprovechado para crear energía eólica mediante aéreo-generadores conectados a las grandes redes de distribución de energía eléctrica. Los parques eólicos suponen una fuente de energía cada vez más barata y competitiva que otras convencionales. Además, pequeñas instalaciones eólicas pueden, por ejemplo, proporcionar electricidad en regiones remotas y aisladas que no tienen acceso a la red eléctrica.

      Los vientos se generan a causa del calentamiento no uniforme de la superficie terrestre. Durante el día, los continentes transfieren una mayor cantidad de energía solar al aire que las masas de agua, haciendo que éste se caliente y se expanda, por lo que se vuelve menos denso y se eleva. El aire más frío y pesado que proviene de los mares, océanos y grandes lagos, se desplaza para ocupar el lugar dejado por el aire caliente.

     La energía eólica es un recurso abundante, renovable y limpio que ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar fuentes de energía a base de combustibles fósiles. El impacto ambiental de este tipo de energía es además, generalmente, menos problemático que el de otras fuentes de energía. La instalación de energía eólica requiere de una considerable inversión inicial, pero posteriormente no presenta gastos de combustible. Es una energía limpia al no requerir una combustión, por lo que no produce emisiones atmosféricas ni residuos contaminantes, evitando así un incremento del efecto invernadero y del cambio climático.

      Existen dispositivos de control medioambiental como pueden ser los precipitadores electrostáticos, filtros de aire, el carbón activado, los condensadores, los convertidores catalíticos, los métodos de recirculación de gases de escape, la desulfuración de gas de flujo o las columnas incineradoras.

      Como medida para instar al cumplimiento de los objetivos de reducción de contaminantes del aire, la directiva de la ONU obliga a los Estados miembros a elaborar unos programas nacionales de reducción progresiva de las emisiones, que establece las bases en materia de prevención, vigilancia y reducción de la contaminación atmosférica con el fin de evitar, y cuando esto no sea posible, aminorar los daños que de ésta puedan derivarse para las personas, el medio ambiente y demás bienes de cualquier naturaleza.

      Sin embargo, pocos son los países que pueden cumplir con el propósito establecido y aún así se cometen fraudes por parte de la industria que intenta esquivar sus obligaciones medioambientales alegando perjuicios económicos. 
      
      Como siempre es el dinero quien acaba estableciendo en qué medida los objetivos marcados pueden ser alcanzados, lo que conlleva un empeoramiento de la salud del planeta y por ende, del ser humano.
También, la contaminación del aire se ha convertido en un problema esencial para la supervivencia en la tierra, lo que nos ha de llevar a considerar, como una necesidad esencial, imperiosa, la aceptación del Pacto
Humanitario, que provea del capital suficiente a los Estados para orquestar planes de reforestación, así como de reconversión del transporte, la industria y las empresas hacia la consecución de los objetivos marcados: contaminación cero.

      “Sin aire no hay vida”, es evidente, el aire es una necesidad básica, esencial. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que el aire, Oxígeno en esencia O2 tiene valor esencial de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios de la contaminación del aire, al clima y las personas, es usar el valor que tiene como valor esencial mínimo de subsistencia para financiar proyectos promovidos por la ONU y los Estados, destinados a mejorar las condiciones del aire y de las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: aire, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

El Agua

     Se refiere a la necesidad fisiológica para vivir y las exigencias económicas para evitar su contaminación.

      El agua, esencial para la supervivencia de la vida, es una sustancia compuesta, no un elemento como se creía antiguamente. Es una molécula que está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O). Se halla en estado líquido como agua, sólido como hielo, y gaseoso como vapor y circula constantemente en un ciclo de evaporización o transpiración, precipitación y desplazamiento hacia el mar. Cubre el 71 % de la superficie de la Tierra. A pesar de su abundancia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estima que uno de cada cinco países en vías de desarrollo tendrá problemas de escasez antes de 2030.

      Se localiza mayoritariamente en los océanos, y en menor medida en los casquetes polares, glaciares, acuíferos subterráneos, permafrosts, lagos, humedad del suelo, atmósfera, embalses, ríos y seres vivos. También se encuentra en el sistema solar, principalmente en forma de hielo en los cometas y como vapor en sus colas. Recientemente se han encontrado importantes yacimientos de hielo en la Luna y en Marte.

      Se cree que surgió como resultado de la formación de estrellas que expulsaron el vapor de agua al estallar. Se ha descubierto agua en nubes interestelares dentro de la Vía Láctea y puede ser abundante en otras galaxias, dado que sus componentes están entre los más comunes del universo.

      A pesar de su aparente abundancia, según la ONU, actualmente 80 países del mundo sufren debido a la falta de agua. Con la creciente población mundial el agua se ha vuelto escasa y su disposición es una de las mayores preocupaciones de muchos gobiernos. El 97 por ciento del agua es salada, solo el 3 por ciento es dulce (un 1 por ciento en estado líquido, y el 2 % en estado sólido). El 70 % del agua dulce se destina a la agricultura. El 20% a la industria y el 10% al consumo doméstico sin toxinas, ni agentes contaminantes, ni microorganismos. Es fundamental para todas las formas de vida.

      Aproximadamente el 68 % del agua dulce existente en el mundo está casquetes polares, en los glaciares y en los mantos de hielo. Las aguas superficiales suponen el 0,3 % del agua dulce del planeta que se encuentra en los lagos, embalses, ríos y representan el 80 % de las aguas dulces renovables. Las aguas dulces subterráneas almacenadas suponen un importante recurso ya que representan el 96 % del agua dulce no congelada de la Tierra. Los sistemas de aguas subterráneas suponen entre un 25 y un 40 % del agua potable; la mitad de las grandes ciudades del mundo dependen de ellas para su consumo; representan la principal fuente de abastecimiento de bajo coste en zonas donde no se dispone en superficie.

     El agua es un elemento crítico para la proliferación de la vida. Desde el punto de vista de la biología, posibilita la replicación de ADN, también es un compuesto esencial para la fotosíntesis y la respiración; las células fotosintéticas utilizan la energía del sol para dividir el oxígeno y el hidrógeno. El hidrógeno es combinado con CO2 (absorbido del aire o del agua) para formar glucosa, liberando oxígeno en el proceso, es por tanto un medio irremplazable.

      El agua es captada de embalses, manantiales o extraída del suelo mediante túneles artificiales o pozos de acuíferos. Otras fuentes de agua son el agua de lluvia, los ríos y los lagos. El método de desalinización suele emplearse con más frecuencia en las zonas costeras con clima árido pero resulta muy costoso por el elevado gasto de energía eléctrica. El agua es un recurso estratégico para el mundo y un importante factor en muchos conflictos contemporáneos. Su escasez tiene un impacto en la salud y la biodiversidad. Por otra parte, las grandes epidemias de la humanidad se han producido por la contaminación del agua de boca, ya que es uno de los principales transmisores de microorganismos, bacterias, virus y protozoos intestinales causantes de enfermedades.

      La Asamblea General de Naciones Unidas ha mostrado su “profunda preocupación, por la carencia de agua potable para casi 884 millones de personas, alarmando de la situación por el fallecimiento cada año de 1,5 millones de niños menores de 5 años, se pierden 443 millones de días lectivos a consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua, más de 2.600 millones no tienen acceso al saneamiento básico”. La ONU aprobó en el 2.010, una resolución que reconoce el acceso al agua potable y al saneamiento básico como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos.

      Hoy en día, en los países desarrollados se controlan los problemas que plantea la contaminación del agua antes del consumo humano, se filtra y desinfecta mediante cloro u otros procesos fisicoquímicos, convirtiéndola en potable. A pesar de ello, alrededor de mil millones de personas tienen un deficiente acceso al agua potable, obligados por necesidad a consumir aguas en malas condiciones, que favorece la proliferación de enfermedades y brotes epidémicos.

      El aumento de la población en el último siglo ha causado a la vez un aumento en el consumo del agua. Su disponibilidad se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los gobiernos en todo el mundo. Según informes de las Naciones Unidas, sólo el consumo de agua contaminada causa 5 millones de muertes al año. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la adopción de políticas de agua segura podría evitar la muerte de 1.4 millones de niños al año, víctimas de diarrea. 50 países, que reúnen a casi un tercio de la población mundial, carecen de un adecuado suministro de agua, y 17 de ellos extraen anualmente más agua de sus acuíferos de la que puede renovarse. La contaminación, por otra parte, no solo hace impura el agua de ríos y mares, sino también la de los recursos hídricos subterráneos que sirven para abastecer el consumo humano.

      La agricultura es la actividad que más agua demanda. La relación directa entre recursos hídricos y producción de alimentos es crítica para la población humana en constante crecimiento. La irrigación absorbe hasta el 90 % de los recursos hídricos de algunos países en desarrollo y supone un efecto negativo en los ecosistemas acuáticos al disminuir los caudales naturales de los ríos y aguas subterráneas. El uso de nitratos y pesticidas en los cultivos causa contaminación a las aguas tanto superficiales como subterráneas.

      La industria, por su parte, precisa del agua para su desarrollo devolviéndola nuevamente a la naturaleza después de su uso. Debido a los costes de la limpieza de las aguas residuales, no siempre se tratan adecuadamente deteriorando la calidad de los ríos y los mares, y afectando negativamente al medio ambiente acuático con metales pesados o sustancias químicas.

      Los ecosistemas de las aguas costeras, los ríos, los lagos, los humedales y los acuíferos están siendo presionados negativamente por el crecimiento de la población y por la expansión de sus actividades económicas. La construcción de nuevos puertos y zonas urbanas, la alteración de los sistemas fluviales por los pantanos y para la navegación, el drenaje de humedales para aumentar la superficie agrícola, la sobreexplotación de los fondos pesqueros, las múltiples fuentes de contaminación provenientes de la agricultura, la industria, el turismo y las aguas residuales de los hogares, reducen el agua potable disponible para el consumo humano.

      El cuerpo necesita entre 1 y 2,5 litros diarios de agua (la cantidad exacta varía en función del nivel de actividad, la temperatura, la humedad y otros factores), es el mínimo necesario para mantener una adecuada hidratación. Alrededor de un 20 % del agua se absorbe con la comida, mientras el resto se adquiere mediante el consumo de agua y otras bebidas y se expulsa del cuerpo a través de la orina, las heces, en forma de sudor, o en forma de vapor de agua y por exhalación del aliento. La necesidad de consumo aumenta en personas enfermas, o expuestas directamente a fuentes de calor, al perder mucho más líquido.

      La Asamblea General de la ONU reconoce la necesidad de preservar los ecosistemas, esenciales para mantener la biodiversidad y el bienestar humano, pues de ellos depende la obtención de agua potable y alimentos. Para ello, además de políticas de desarrollo sostenible, se precisan sistemas de depuración que mejoren la calidad de los vertidos generados. Este organismo pronostica que el gasto necesario para reducir al 50 % la proporción de personas sin acceso sostenible a fuentes de agua potable será de entre 50 a 102 miles de millones de dólares, y estima que “a nivel mundial existe suficiente agua para todos”.

      El agua potable, un bien común esencial para la vida y para el desarrollo de las sociedades humanas, se está convirtiendo en un recurso cada vez más escaso, sin embargo, multitud de factores, en esencia económicos, provocan que, después de su uso se devuelva a la naturaleza en su mayor parte contaminada, degradando el medio ambiente y ayudando a acelerar el cambio climático, influyendo en la escasez de lluvia y en el aumento de la erosión y desertización de las tierras fértiles. Se estima que la demanda de agua aumentará un 20% para el 2025 y un 55% para el año 2050, hecho totalmente insostenible. La ONU ha advertido del peligro creciente que representa esta amenaza y ha destacado la urgencia de encontrar soluciones antes de que sea demasiado tarde.

      “Sin agua no hay vida”, es evidente, el agua es una necesidad esencial. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que el agua, H2O, tiene valor esencial de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios de la contaminación del agua, al clima y las personas, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para sufragar proyectos promovidos por la ONU y los Estados, destinados a mejorar las condiciones del agua y de las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: agua, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

El Fuego

      Se refiere a la necesidad de energía para vivir y las exigencias económicas para su abastecimiento.

      La combustión es una reacción química de oxidación que desprende una gran cantidad de energía en forma de calor y luz, manifestándose visualmente en el fuego. Tanto el cuerpo humano como el cuerpo social necesitan energía, para realizar su trabajo potencial (mecánico, químico, osmótico y eléctrico), obtenida de la combustión de nutrientes y oxigeno en el primer caso y de carburante en el segundo.

      Los carbohidratos que ingerimos en nuestra alimentación constituyen la principal fuente de energía en el organismo. Éstos durante la digestión se desdoblan en glucosa, considerada un almacén de combustible solar empaquetado en su configuración molecular como carburante preformado por los vegetales en el proceso de fotosíntesis.

      La transformación de energía, tanto en la combustión como en la oxidación, tienen el mismo principio, ya que se realizan mediante mecanismos moleculares. La diferencia radica en la velocidad con que se realizan; la combustión es violenta y la reacción se mantiene por sí sola una vez que ha comenzado; en cambio, la oxidación es un proceso lento y controlado, de manera que la energía se transforma de acuerdo a los requerimientos del organismo.

      La respiración hace referencia a la inhalación de aire y al proceso que ocurre dentro de las propias células, consistentes en la oxidación de sustancias provenientes de los alimentos. La respiración celular permite la liberación y aprovechamiento de la energía contenida en los nutrientes a partir de su degradación.

    El alimento proporciona la energía esencial para la supervivencia, es una sustancia nutriente producida en el medio ambiente de origen natural que bioquímicamente es esencial para el mantenimiento de los organismos vivos, su carencia provoca inanición, forma extrema de malnutrición sobrevenida por insuficiencia alimentaria que produce daños en el organismo y finalmente la muerte. La inanición es un problema importante a nivel internacional.

"Sin pan no existe libertad"Karl Max.

      El alimento juega un papel significativo en la salud y la mortalidad en los humanos y en los seres vivos. El consumo pobre de varias vitaminas y minerales puede conducir a enfermedades. Por ejemplo, el 30 % de la población mundial tiene, o está en riesgo de desarrollar, deficiencia de iodo. Se ha estimado que por lo menos 3 millones de niños están ciegos debido a la deficiencia de vitamina A.

      Aproximadamente 815 millones de personas están desnutridos y más de 22.000 niños mueren por día por causas relacionadas con la hambruna. Los esfuerzos internacionales para distribuir alimentos a los países más necesitados no dan al abasto, frecuentemente están coordinados por el Programa Mundial de Alimentos de la FAO.

      El derecho a la alimentación fue reconocido en 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos Art. 25 como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, y consagrado en 1966 en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales Art. 11. También ha sido reconocido en varios instrumentos internacionales específicos como la Convención sobre los Derechos del Niño Art. 24.2 y 27.3, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer Art. 12.2, o la Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad Art. 25 y 28. El derecho a la alimentación ha sido así mismo reconocido por distintos instrumentos regionales –como el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conocido como el Protocolo de San Salvador 1988, en la Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño 1990 y en el Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos sobre los Derechos de las Mujeres en África 2003, así como en muchas constituciones nacionales e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos no vinculantes desde un punto de vista legal (recomendaciones, líneas directrices, resoluciones y declaraciones) como es el texto de Las Directrices sobre el Derecho a la Alimentación adoptadas por consenso en el 2004 en el Consejo de la FAO. Representan una herramienta práctica para ayudar a la realización plena del derecho a una alimentación adecuada.

      El derecho a la alimentación impone a todos los Estados ciertas obligaciones no sólo con respecto a las personas que viven en sus territorios nacionales, sino también con respecto a la población de otros Estados. Sin embargo, el crecimiento económico en los países desarrollados y en los emergentes provoca paralelamente una mayor demanda de alimentos que agrava aún más la situación de dos mil millones de personas que sufren malnutrición.

      En el sistema capitalista extendido por todo el mundo, el alimento, necesario para vivir, tiene un coste y por tanto un precio; una determinada cantidad de dinero que debemos gastar para nutrirnos. Todos sabemos que el alimento en la sociedades modernas cuesta dinero, aunque nos lo regalen, hay que producirlo o recolectarlo, almacenarlo, transformarlo, transportarlo, ponerlo a la venta... no es gratis, debemos comprarlo, ni siquiera le sale de balde a quien lo produce, debe dedicar un esfuerzo para conseguirlo y si tiene más de lo que necesita lo pone en el mercado para obtener un beneficio, como diría Adam Smith: es como funciona el sistema. A muy pocos se le ocurre regalarlo y si en ocasiones esto sucede, no por ello este alimento deja de tener un coste (transporte e infraestructuras, personal humano...). En muchas ocasiones, debido a este hecho, la mayoría de los alimentos que sobran por exceso de producción son destruidos ya que no sale rentable o por falta de recursos económicos no es posible hacerlos llegar a las regiones que sí lo necesitan, del mismo modo es cierto que en ocasiones se donan a entidades benéficas para su distribución entre los necesitados.

      Por otra parte, existe la ley de la oferta y la demanda, en caso de sobreproducción el exceso de oferta hace caer los precios haciendo inviable su producción al no obtener beneficio, más que para el autoconsumo. La falta de recursos económicos limita tanto la producción de alimentos como su distribución y su consumo, por eso mismo, y no decimos nada nuevo, la disposición de capital es básica para la supervivencia humana y del sistema.

     Las ayudas sociales solidarias y la caridad son necesarias, más que nunca, dado el aumento de indigentes por causas ajenas a su voluntad, como las sobrevenidas por la destrucción que provocan las guerras, las crisis económicas o los desastres climáticos. Si los recursos económicos dedicados a la ayuda nacional e internacional a estas personas son escasos, se hace necesario buscar nuevas soluciones que eviten estos incidentes extremos de necesidad, de tanto sufrimiento y muertes innecesarias.

      El crecimiento económico y la prosperidad alcanzada en los países desarrollados es resultado, en gran medida, al uso del petróleo como energía principal, a pesar de ser un recurso contaminante. La producción mundial de crudo, al ser un recurso limitado, está llegando a su cenit y después declinará tan rápido como creció. Este hecho implica importantes consecuencias para los países que dependen en gran medida del petróleo barato y abundante como energía, especialmente para el transporte, la agricultura, la industria química y la calefacción doméstica.

      El declive de los combustibles fósiles también afecta a los países en vías de desarrollo en el tercer mundo, ya que hace inalcanzables las pretensiones de muchas de esas naciones por tener comodidades y un elevado nivel de vida. No hay duda que hay que buscar alternativas eficaces y limpias. Los escenarios futuros van desde el colapso de la sociedad industrializada hasta los que afirman que la economía de mercado o las nuevas tecnologías resolverán el problema.

      Algunos vaticinan que ocurrirá una catástrofe maltusiana a medida que se agote la producción de crudo. El aumento en la producción de alimentos ha propiciado una subida del crecimiento de la población sin precedentes. Desde la década de los 40 la agricultura ha incrementado su productividad, debido en gran medida al uso de pesticidas y abonos químicos procedentes del petróleo así como de la mecanización de los procesos de cultivo y recolección. Una disminución en los suministros de crudo causarían el colapso de la agricultura moderna, lo que revertiría en una drástica reducción de la producción de alimentos, precedida de un aumento de los precios. Su escasez podría producir hambrunas masivas.

     El crecimiento económico y demográfico conduce a un incremento del consumo futuro de energía. Basar la obtención de energía en los limitados recursos fósiles es totalmente insostenible por las razones referidas. Muchos tienen especial confianza puesta en la posibilidad de desarrollar con éxito la fusión nuclear. Sin embargo, los residuos generados por los reactores debería almacenarse de forma segura y limpia, si es que es posible.

      Las sociedades capitalistas tienen que crecer para sobrevivir; tienen que hacerse más y más complejas y consumir más y más energía. En este sentido seguir apostando por los combustibles fósiles nos lleva al colapso. Ante este panorama, en el actual modelo económico, la única salida inteligente para seguir disponiendo de energía es la de depositar las esperanzas en la energía geotérmica, que utiliza el calor interno de nuestro planeta, la energía eólica, la energía hidroeléctrica, la energía solar y la energía de fusión (si los residuos pudiesen almacenarse de forma segura). Sin embargo, por el momento estas energías no pueden suplir la generada por los hidrocarburos. El petróleo se convertirá progresivamente en un lujo escaso pudiendo agudizar las tensiones económicas y políticas entre los principales productores y consumidores.

      Ante el eminente colapso, hay quien apoya la solución de mercado contra-argumentando que con más dinero es posible encontrar soluciones alternativas. Otros identifican al mercado como un agente económico que más que encontrar soluciones agrava aún más la situación. A estos y aquellos les decimos que sean los primeros en apoyar un Pacto Humanitario que dote de recursos económicos al ser humano para obtener de los alimentos del mercado la mínima energía de subsistencia y ayude al desarrollo de energías eficientes, limpias y seguras.

      “Sin energías no hay vida”, es evidente, las energías, incluido el alimento, son una necesidad básica, esencial. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que las energías, como fuerzas motoras, tienen valor esencial de subsistencia para el ser humano civilizado, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios a las personas y al medio ambiente, es usar el valor mínimo que tienen las energías como valor esencial de subsistencia para costear el gasto mínimo de subsistencia en alimentos y para financiar proyectos promovidos por la ONU, destinados a mejorar las condiciones de energía para las personas y el medio ambiente, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: energía, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

Los Valores básicos de subsistencia

      En esta categoría de valor relativo englobamos seis subcategorías asociadas a las necesidades y exigencias económicas, cívicas y dignas de la vida en colectividad: la vivienda, la sanidad, la educación, la seguridad, la justicia y el transporte.

La Vivienda

      Se refiere a la necesidad de cobijo y a las exigencias económicas de la propiedad o alquiler.

      El acceso a una vivienda digna es un derecho de los ciudadanos o de las familias a vivir con seguridad, paz y dignidad. Se considera uno de los derechos humanos fundamentales básicos para el disfrute de todos los derechos económicos, sociales y culturales, cuya principal función es ofrecer refugio y habitación a las personas, protegiéndolas de las inclemencias climáticas y de otras amenazas. La vivienda digna debe ser fija y habitable, de calidad, asequible, accesible y con seguridad jurídica de tenencia. Todos los beneficiarios del derecho a una vivienda adecuada deberían tener acceso permanente a recursos naturales y comunes, agua potable, energía para la cocina, calefacción, alumbrado, instalaciones sanitarias y de aseo, como el almacenamiento de alimentos, de eliminación de desechos, de drenaje y a servicios de emergencia.
El derecho a una vivienda adecuada incumbe a todos los Estados, puesto que todos ellos han ratificado por lo menos un tratado internacional de derechos humanos o documentos emanados de conferencias internacionales relativos a la vivienda adecuada y se han comprometido a proteger este derecho mediante declaraciones y planes de acciones internacionales.

      El Comité de Derechos Urbanos de Naciones Unidas define y aclara el concepto del derecho a una vivienda digna y adecuada en su Observación General no 4. Una vivienda digna y adecuada debe adaptarse al clima y ubicarse en espacios suficientemente salubres y equipados, en barrios urbanos o localidades rurales con servicios, donde sea posible el desarrollo familiar y personal, con parques y jardines que permitan la comunicación vecinal y social.
El derecho a la vivienda está recogid oen el Artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica, los servicios sociales necesarios y a una mejora continua de las condiciones de existencia”. El derecho a una vivienda adecuada no es lo mismo que el derecho a la propiedad.

      Este derecho, como condición de una vida digna, puede ser exigido por los ciudadanos jurídicamente y ante los tribunales pertinentes al deducirse directamente del obligado cumplimiento como Derecho Humano reconocido en los tratados internacionales, aún cuando no se recoja en leyes específicas a pesar de figurar en las constituciones de la mayoría de los Estados. Sin embargo, para que el derecho sea efectivo precisa de un desarrollo legislativo que determine sus beneficiarios, su contenido y sus garantías. Las leyes específicas sobre el derecho a la vivienda son las que garantizan su ejecución exigiendo a las administraciones que cumplan con sus objetivos, contenido, y disposiciones.

      Para que un Estado satisfaga sus obligaciones, debe demostrar, entre otras cosas, que ha tomado todas las medidas que son necesarias, sea sólo, o sobre la base de la cooperación internacional, para evaluar la importancia de la falta de hogares y la vivienda inadecuada dentro de su jurisdicción. A este respecto, las Directrices generales destacan la necesidad de “proporcionar información detallada sobre aquellos grupos de la sociedad que se encuentran en una situación vulnerable y desventajosa en materia de vivienda”, incluyen, en particular, a las personas sin hogar y a sus familias, a las alojadas inadecuadamente, a las que no tienen acceso a instalaciones básicas, a las que viven en asentamientos “ilegales”, a las que están sujetas a desahucios forzados y a los grupos de bajos ingresos.

      El derecho a una vivienda adecuada es más amplio que el derecho a la propiedad, puesto que contempla derechos no vinculados con la propiedad y tiene como fin asegurar que todas las personas, incluidas las que no son propietarias, tengan un lugar seguro para vivir en paz y dignidad. La seguridad de la tenencia, que es la piedra angular del derecho a una vivienda adecuada, puede adoptar diversas formas, entre ellas el alojamiento de alquiler, la viviendas cooperativas, la ocupación por los propietarios, el alojamiento de emergencia y los asentamientos improvisados.

      Se suele reconocer que cada vivienda es ocupada por un núcleo familiar o un particular o particulares. Sin embargo, hoy en día, existen viviendas compartidas utilizadas por varias personas sin ninguna clase de relación de parentesco o varias familias a la vez, como solución pasajera a la mala situación económica.
   
      El progreso humano ha desplazado la población hacia las ciudades donde se producen más del 80% de los bienes y servicios mundiales. Sin embargo, las clases marginadas por la pobreza viven mayoritariamente en barrios de chabolas sin servicios esenciales. Según señala un informe conjunto del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), las tasas de pobreza absoluta son más bajas en los centros urbanos donde en 2010 vivía el 76% de los pobres del mundo en desarrollo.

      
A pesar de que la comunidad internacional ha reafirmado con frecuencia la importancia del pleno respeto del derecho a una vivienda adecuada, sigue existiendo un abismo preocupante entre las normas fijadas y la situación reinante en muchas regiones del mundo. Aunque esos problemas suelen ser especialmente graves en algunos países en desarrollo que enfrentan limitaciones graves de recursos y de otra índole, se observa que existen también considerables problemas de falta de vivienda y de viviendas inadecuadas en algunas de las sociedades más desarrolladas económicamente. Las Naciones Unidas calculan que hay más de 100 millones de personas sin hogar y más de 1.000 millones alojadas en viviendas inadecuadas en todo el mundo.

      No existe indicación de que estén disminuyendo esas cifras. Parece evidente que ningún Estado está libre de problemas importantes de una clase u otra en relación con el derecho a la vivienda.

      Cuando la demanda insatisfecha de vivienda coexiste con un número importante de viviendas desocupadas, deshabitadas o vacías en condiciones de habitabilidad, se refleja un problema social reconocido. Este fenómeno constituye una patología urbana que cuestiona las políticas públicas de las distintas naciones. Para dar uso a dichas viviendas, en algunos países, se tiende a penalizar con la expropiación total o parcial del inmueble o con la carga de tasas e impuestos a los propietarios, sean banco, grupos financieros o inversores, inmobiliarias o particulares. Cuando el precio de la vivienda es inasequible para un sector de la población las autoridades deberían establecer políticas dirigidas a la vivienda pública, vivienda social y alquiler social que garantice el acceso a una vivienda digna. En la mayoría de los casos la experiencia ha demostrado la incapacidad de los gobiernos de satisfacer plenamente el déficit de la vivienda construida públicamente. Tradicionalmente, menos del 5% de toda la asistencia internacional se ha dirigido hacia la vivienda o los asentamientos humanos y con frecuencia la manera en que se dispone esa financiación se dirige poco a las necesidades de vivienda de los grupos en situación desventajosa.

      El alto grado de prioridad vital de disponer de un habitáculo digno origina que el valor de la vivienda suponga una necesidad básica y, para una mayoría, un gran esfuerzo económico al suscribir crédito hipotecario de larga duración con entidades bancarias como única solución al acceso personal y familiar, aunque ello implique toda una vida. La precariedad laboral también limita la capacidad de endeudamiento y la posibilidad de realizar con éxito la compra de la vivienda. 
     La crisis financiera global, iniciada en la segunda mitad de 2007, ha arrastrado tras de sí una importante crisis inmobiliaria, y sobre todo la desconfianza de los ciudadanos de algunos países en las entidades bancarias.

     Para que un Estado satisfaga sus obligaciones sociales, debe evaluar la importancia de la falta de hogares y la existencia de vivienda inadecuada dentro de su jurisdicción, y tener plenamente en cuenta las necesidades y opiniones de los grupos afectados, los materiales de construcción utilizados y las políticas que permitan expresar adecuadamente la identidad cultural y la diversidad de la vivienda, sobre la base de la cooperación internacional.

      Son necesarias políticas de abaratamiento del suelo para uso social y un urbanismo sostenible y solidario con el medio ambiente, de control de la corrupción y la especulación urbanística de la vivienda para evitar aumentos de precios artificiales. La Estrategia Mundial de la Vivienda en su párrafo 32, define los objetivos para el desarrollo de las condiciones de la vivienda, determina los recursos disponibles para lograr dichos objetivos y busca la forma más efectiva de utilizar dichos recursos, en función del costo, además de lo cual establece las responsabilidades y el calendario para la ejecución de las medidas necesarias. 
     
      Las políticas de la vivienda han de dirigirse a personas sin hogar y sus familias, alojadas inadecuadamente sin acceso a instalaciones básicas, a las que viven en asentamientos “ilegales”, también a las que están sujetas a desahucios forzados y a los grupos de bajos ingresos.

      Según Jos Verbeek , economista destacado del Banco Mundial: “La urbanización está ayudando a sacar a las personas de la pobreza pero sin un manejo adecuado, también puede generar un crecimiento descontrolado de los barrios de tugurios, contaminación y delincuencia”, e insta a formular una estrategia integrada para mejorar el manejo del nexo planificación-conexión-financiamiento de la urbanización”. El derecho a la vivienda es una necesidad básica que exige grandes inversiones públicas de las que no se dispone en el modelo actual. Con la financiación adecuada se podría satisfacer la demanda de vivienda social y acabar con la penuria. A tal fin, se puede implementar con el Pacto Humanitario una nueva aplicación del valor mínimo de la vida que financie a los Estados, con el Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, y así poder hacer frente a la demanda social de vivienda pública. La financiación se hará efectiva una vez acabada la construcción de la vivienda y comprobado el cumplimiento de lo convenido.

      “Sin vivienda no hay vida digna”, es evidente, la vivienda es una necesidad básica, esencial. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que la vivienda, como refugio, tiene valor esencial de subsistencia para el ser humano civilizado, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar la demanda social de vivienda digna pública, es usar el valor que tiene la vivienda como valor básico mínimo de subsistencia, para financiar proyectos promovidos por la ONU y propuestos por los Estados, destinados a mejorar las condiciones de vivienda para las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: Vivienda, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

La Sanidad

      Se refiere a la necesidad de salud y a la exigencias económicas de su beneficio.

       La salud se aplica al individuo, a la sociedad y al medio ambiente como el valor básico para el bien colectivo. Es un estado de bienestar físico y de equilibrio mental que puede ser visto a nivel subjetivo como un mínimo aceptable para el ser humano, o a nivel objetivo como ausencia de enfermedades.
Según la definición aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento en armonía con el medio ambiente, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”.. La población ha de contar con un nivel de salud que le permita desarrollar con plenitud sus capacidades, para poder alcanzar una verdadera igualdad de oportunidades en el desarrollo social y humano, se debe asegurar el acceso universal gratuito a los servicios de salud efectivos y seguros, ofrecidos por un sistema de salud financieramente sólido, anticipatorio y equitativo, circunstancias que no siempre son posibles por falta de recurso económicos.

      La salud es un bien para la vida diaria, no el objetivo de la vida. La salud ha sido considerada como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. Los determinantes de la salud pública son el estilo de vida, la herencia genética, sistema sanitario y medio ambiente. Los requisitos básicos para la salud descritos en la Carta de Ottawa son: la paz, la educación, el vestido, la comida, la vivienda, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad.

      En epidemiología, el estilo de vida, hábito de vida o forma de vida es un conjunto de comportamientos o actitudes que desarrollan las personas, que a veces son saludables y otras veces son nocivas para la salud. En los países desarrollados los estilos de vida poco saludables causan numerosas enfermedades. La concepción psicosomática, con criterios holísticos en la consideración de la salud y la enfermedad, concibe la interioridad como causa posible de perturbaciones del cuerpo. Dicho de otro modo, en el ser humano anidan los poderes curativos, que estimulados, ayudan a resolver los problemas somáticos.

      La salud equilibrada se consigue realizando ejercicio físico que aporta resistencia, fuerza, agilidad, habilidad, coordinación y flexibilidad: aumenta la vitalidad, proporcionando más energía y capacidad de trabajo; auxilia el estrés, ansiedad y depresión; incrementa autoestima y autoimagen; mejora tono muscular y resistencia a la fatiga; facilita la relajación y disminuye la tensión; quema calorías, ayudando a perder peso excesivo o a mantenerse en el peso ideal; ayuda a conciliar el sueño; fomenta la convivencia entre amigos y familiares; reduce la violencia en personas muy temperamentales; favorece estilos de vida sin adicción al tabaco, al alcohol y a otras sustancias; mejora la respuesta sexual; atenúa la sensación de aislamiento y soledad entre ancianos; fortalece los pulmones y con ello mejora la circulación de oxígeno en la sangre; disminuye el colesterol y riesgo de infartos, y regulariza la tensión arterial; es eficaz en el tratamiento de la depresión; estimula la liberación de endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”; y permite una distracción momentánea de las preocupaciones, con lo que se obtiene tranquilidad y mayor claridad. La cantidad mínima para prevenir enfermedades es de 30 minutos diarios de actividad física moderada.

      Otros hábitos que deben combinarse con la realización de ejercicios son: la buena alimentación, el descanso adecuado, la higiene y evitar el consumo de sustancias perjudiciales para el organismo. Todo ello reportará en una buena salud mental que es un concepto que se refiere al bienestar emocional y psicológico del individuo.

      Se suele definir salud mental como: “el estado del bienestar emocional y psicológico en el cual un individuo pueda utilizar sus capacidades cognitivas y emocionales, funcionar en sociedad, y resolver las demandas ordinarias de la vida diaria”. El sedentarismo, las posturas corporales incorrectas y las drogas, tabaco y alcohol son hábitos perjudiciales par la salud.

      La salud y el desarrollo tienen una relación directa. Tanto el desarrollo insuficiente que conduce a la pobreza como el desarrollo inadecuado que redunda en el consumo excesivo, combinados con el crecimiento de la población mundial, pueden redundar en graves problemas de salud relacionados con el medio ambiente en los países desarrollados y en los países en desarrollo.

      Cuanto más se desarrolla un país, más aumenta la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, aún existen estados que no consiguen desarrollarse debido a sus pésimas infraestructuras sanitarias, lo que facilita la posibilidad de contraer enfermedades infecciosas. En consecuencia, estas naciones ven frenado su progreso e incrementada la mortalidad de su población.

      Hoy, las enfermedades infecciosas causan aproximadamente el 37% de todas las muertes en el mundo. Es más, se calcula que aproximadamente un 40% de las muertes mundiales se pueden atribuir a factores ambientales varios, especialmente a los contaminantes orgánicos y químicos. Además, más de 3.000 millones de seres humanos sufren malnutrición y 4 millones de bebés y niños mueren anualmente de diarrea, que es causada principalmente por agua y alimentos contaminados.

      La Organización Mundial de la Salud (OMS) responde a las emergencias de la salud pública, es responsable de las campañas de vacunación globales, de la defensa contra la pandemia de la gripe y de liderar el camino de las campañas de erradicación contra las enfermedades mortales como la polio o la malaria.

      Son funciones básicas de la salud pública: seguimiento, evaluación y análisis de la situación de salud; vigilancia de la salud pública, investigación, control de riesgos y daños en salud pública; promoción de la salud; participación de los ciudadanos en la salud; desarrollo de políticas y capacidad institucional de planificación, y gestión en materia de salud pública; fortalecimiento de la capacidad institucional de regulación, y fiscalización en materia de salud pública; evaluación y promoción del acceso equitativo a los servicios de salud necesarios; desarrollo de recursos humanos y capacitación en salud pública; garantía y mejoramiento de la calidad de los servicios de salud individuales y colectivos; investigación en salud pública; y reducción del impacto de las emergencias y desastres en la salud.

      Las actividades de la salud pública se dirigen a dar alternativas de solución a enfermedades que implican a cualquier población, ejerciendo el control sanitario del medio ambiente, reduciendo la contaminación del suelo, del agua, del aire, de los alimentos y de los e-cursos. A este respecto el Director General, Organización Mundial de la Salud, Dr. Lee Jong-Wook, sostenía que “El agua y el saneamiento son uno de los principales motores de la salud pública, lo que significa que en cuanto se pueda garantizar el acceso al agua salubre y a instalaciones sanitarias adecuadas para todos, independientemente de la diferencia de sus condiciones de vida, se habrá ganado una importante batalla contra todo tipo de enfermedades.”

       Las políticas de promoción sanitaria intentan fomentar la salud de los individuos y colectividades, promoviendo la adopción de estilo de vida saludables, mediante intervenciones de educación sanitaria a través de medios de comunicación de masas, en las escuelas y en atención primaria. La educación sanitaria debe ser complementada con los cambios necesarios en el medio ambiente y en las condiciones sociales y económicas que permitan a los ciudadanos el ejercicio efectivo de los estilos de vida saludables y la participación en la toma de decisiones que afecten a su salud.

      El trabajo puede considerarse una fuente de salud porque con el mismo las personas conseguimos una serie de aspectos positivos y favorables para la misma. Por ejemplo con el salario que se percibe se pueden adquirir los bienes necesarios para la manutención y bienestar general. En el trabajo las personas desarrollan una actividad física y mental que revitaliza el organismo al mantenerlo activo y despierto. Mediante el trabajo también se desarrollan y activan las relaciones sociales con otras personas a través de la cooperación necesaria para realizar las tareas y permite el aumento de la autoestima porque posibilita a las personas sentirse útiles a la sociedad.

      No obstante, el trabajo también puede causar diferentes daños a la salud de tipo psíquico, físico o emocional, según sean las condiciones sociales y materiales donde se realice el trabajo. Para prevenir los daños a la salud ocasionados por el trabajo está constituida la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

      Existen actividades organizadas por la comunidad que influyen sobre la salud como son: la educación sanitaria donde la enseñanza general básica debe ser pública y gratuita para toda la población; las políticas microeconómicas y macroeconómicas; la producción agrícola y ganadera de bienes y servicios; de empleo y de salarios; de políticas de vivienda urbana-rural y obras públicas; y de justicia social de impuestos, de seguridad social y de servicios de bienestar y recreativos o de ocio.

      Dependiendo de la propiedad de los servicios, existen dos tipos de sanidad: sanidad pública y sanidad privada. En la primera los bienes y servicios públicos de salud los da el Estado; en la segunda, los bienes y servicios son por iniciativa privada. La regla general es que en un país coexistan los dos tipos de sanidad: pública y privada, siendo el conjunto un sistema sanitario mixto.

     La práctica de la medicina se ejerce dentro del marco económico, legal y oficial del sistema médico que es parte de los sistemas nacionales de salud pública. Una de las variables más importantes para el funcionamiento del sistema se corresponde con el área financiera y el presupuesto que un Estado invierte en materia de salud. Otra variable implica los recursos humanos que articulan las directivas del sistema sanitario.

     La asistencia sanitaria universal, asistencia sanitaria pública, asistencia de salud pública o sanidad pública hace referencia al acceso a asistencia sanitaria completa y a la salud pública de todos los residentes de un país o región geográfica o política sin importar su capacidad económica o situación personal. 
    
      También, la asistencia sanitaria universal responde a la demanda del derecho a la salud, inscribiéndose en los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) considerados derechos humanos de segunda generación. El observatorio DESC de Barcelona pretende que se equipare en percepción y legalmente los derechos sociales mencionados a otros derechos considerados fundamentales como los derechos civiles y políticos y los derechos patrimoniales.

      Las políticas sanitarias son la forma mediante la cual se rige la sociedad para la búsqueda del bien común en relación con la salud de los ciudadanos. Las política socio- sanitarias son intersectoriales, se busca la coordinación de políticas sanitarias y de políticas de servicios sociales, y la integración asistencial de prestaciones propias de ambos sistemas en servicios y estructuras que forman parte del uno o del otro; se basan en la simetría y respeto mutuo entre los dos sectores concernidos (servicios sociales y sanidad) y no necesita, en general, estructuras propias sino, más bien, de la coordinación entre el sistema sanitario y el de servicios sociales. Gestionados por el Estado son públicos si bien el llamado Tercer Sector (sector voluntario o no lucrativo) ha dado lugar a la creación de servicios de ayuda e integración.

      Los servicios sociales se consideran básicos para el bienestar social, su objetivo esencial es mejorar la calidad de vida de las personas en todas las etapas de su vida, se dedican a prevenir, paliar o corregir desajustes entre lo que las personas son capaces de hacer autónomamente en la vida cotidiana; brindan apoyos como la asistencia personal, el acompañamiento social, la intervención comunitaria.... 

Pueden tener carácter ambulatorio, virtual, domiciliario, diurno, residencial... Los servicios sociales son uno de los cuatro pilares de la sociedad del bienestar junto con los servicios sanitarios, los servicios educativos, y las pensiones y subsidios.
La asistencia sanitaria pública engloba, como hemos visto, muchos factores interrelacionados con otros ámbitos del desarrollo humano. Como actividad básica para la salud depende de una buena financiación por parte de los Estados y de ella resulta la calidad del servicio. Los ciudadanos tienen derecho a recibir asistencia sanitaria de calidad, sin embargo, por falta de recursos económicos no siempre es así. En países en desarrollo la falta de infraestructuras y medicamentos es notoria, pudiendo llegar a representar en el caso de infecciones incurables o pandemias un peligro para la población mundial. La salud es una necesidad básica para la supervivencia y depende de la existencia de recursos económicos para su consecución, por lo que nos lleva a plantear una nueva aplicación del valor mínimo de la vida que dote de la mínima financiación a los Estados para desarrollar y mantener sus servicios sanitarios y sociales públicos.
“Sin salud no hay vida”, es evidente, la salud es una necesidad básica, esencial.         
   Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que la salud, como condición de vida digna, tiene valor esencial de subsistencia para el ser humano civilizado, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios a las personas, es usar el valor que tiene la salud como valor básico mínimo de subsistencia para financiar la sanidad pública de los Estados y sufragar proyectos de investigación médica promovidos por la OMS, destinados a mejorar las condiciones de salud para las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: Salud, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

La Educación

     Se refiere a la necesidad de socialización y a la exigencias económicas de la educación.

      La educación es el proceso de socialización y aprendizaje de conocimientos, habilidades, valores, creencias y hábitos de un grupo de personas, llevado a cabo bajo la dirección de los educadores, o por propia iniciativa en el aprendizaje autodidacta; cualquier experiencia que tenga un efecto formativo en la forma de pensar, sentir, o de obrar, es decir, en la cultura.

      El Derecho educativo, promulgado por la ONU en el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, ratifica la educación como un derecho fundamental y regula los sistemas educativos nacionales. Es uno de los derechos humanos reconocido en el Art. 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ratificado en los Art. 13 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Ambos contenidos en la Carta Internacional de Derechos Humanos. Las autoridades educativas nacionales y locales, los docentes, los estudiantes y la comunidad en general son actores principales beneficiarios.

      No todos los gobiernos han reconocido el derecho a la educación. en la mayoría de países la educación es obligatoria hasta cierta edad, aunque en ocasiones la asistencia a clase no lo es, optando por la escolarización en casa con la ayuda de la tecnología (e.learning).

      En la educación, el ser humano es un sujeto activo que se guía por la deducción, la inducción o por razonamientos abductivos, en cambio el sujeto de la instrucción o de un adoctrinamiento es aquel que solo repite la información (ya sea correcta o ya sea errónea) que se le inculca. La genuina educación es un aprendizaje abierto que va más allá de esquemas preconcebidos y que tiende a favorecer el desarrollo de la conciencia, de la razón y de la inteligencia.

      La educación abarca muchos ámbitos como la educación formal, informal y no formal: la educación formal hace referencia a los ámbitos de las escuelas, institutos, universidades, módulos donde se reconoce la participación por medio de certificados de estudios y se divide en infantil, primaria, secundaria, media superior y superior; la educación no formal se refiere a los cursos, academias, e instituciones, que no se rigen por un particular currículo de estudios, estos tienen la intención de educar pero no se reconoce por medio de certificados; y la educación informal es la educación que se adquiere progresivamente a lo largo de toda la vida y se da sin ninguna intención educativa.

      El desarrollo de las naciones se fundamenta en el aprendizaje que se establece en cada grado y nivel favoreciendo similares oportunidades, para los niños, niñas y adolescentes, de cursar y concluir con éxito la educación básica. Comprende las etapas de formación preescolar, educación primaria y secundaria en las que se desarrollan las capacidades del pensamiento y las competencias básicas del individuo para favorecer el aprendizaje sistemático y continuo, así como las disposiciones y actitudes que regirán sus respectivas vidas. A tal fin, se dirigen los esfuerzos de los profesores, las escuelas y el sistema de educación Básica.

      Los objetivos de la educación pretende; incentivar el proceso de estructuración del pensamiento, de la imaginación creadora, de las formas de expresión personal y de comunicación verbal y gráfica; favorecer el proceso de maduración de los menores, la manifestación lúdica y estética, la iniciación deportiva y artística, el crecimiento socio afectivo, y los valores éticos; estimular hábitos de integración social, de convivencia grupal, de solidaridad y cooperación y de conservación del medio ambiente; desarrollar la creatividad del individuo; fortalecer la vinculación entre la institución educativa y la familia; prevenir y atender las desigualdades físicas, psíquicas y sociales originadas en diferencias de orden biológico, nutricional, familiar y ambiental mediante programas especiales y acciones articuladas con otras instituciones comunitarias.

      La función de la educación es ayudar y orientar educando para conservar y utilizar los valores de la cultura que se imparte, fortaleciendo la identidad nacional, y conservando su existencia colectiva. Es un ingrediente fundamental en la vida del ser humano y la sociedad y se remonta a los orígenes mismos del ser humano. La educación es lo que transmite la cultura, permitiendo su evolución.

      La evaluación educativa se extiende a los procesos de enseñanza-aprendizaje, a los resultados de los alumnos, a la actividad del cuerpo docente, a los procesos educativos, a la función directiva, o al funcionamiento de los centros de trabajo. También toma en consideración al personal docente y no docente, el currículo, los recursos, los planes y programas, los proyectos, las estrategias metodológicas y las instituciones de formación. La evaluación integral puede conceptualizarse como un proceso dinámico, continuo y sistemático, enfocado hacia los cambios de las conductas y rendimientos, mediante el cual verificamos los logros adquiridos en función de los objetivos propuestos. La evaluación es la herramienta que el docente tiene para el perfeccionamiento de su razón de ser.
Los métodos más utilizados para la realización de los procesos de enseñanza están basados en la percepción, es decir: pueden ser orales y escritos. Las técnicas que se derivan de ellos van desde la exposición, el apoyo en otros textos, técnicas de participación y dinámicas de grupos.

      Hoy en día, desde un punto de vista holístico o de educación integral , la educación es considerada un sistema vivo y en constante progreso y evolución. Los principios holísticos de interdependencia, diversidad, totalidad, flujo, cambio, unidad, sostenibilidad, etc. están en la base de este nuevo paradigma educativo, cuyo objetivo es la formación integral del ser humano, una formación que supera el paradigma newtoniano- cartesiano de la ciencia mecánica del siglo XVII y que hoy todavía sigue primando en los diferentes sistemas educativos.

      La Educación Holística basa su fundamento en la premisa de que toda persona encuentra su identidad y el significado y sentido de su vida a través de nexos con la comunidad, el mundo natural, y los valores humanos tales como la compasión y la paz. Se trata de una educación completa e integradora, que busca despertar una devoción intrínseca por la vida y la pasión por el aprendizaje. Toma los aportes de la nueva ciencia como base, y reconoce el mundo como una compleja red de relaciones entre las distintas partes de un todo global. Del mismo modo, no considera tan importante el aprendizaje de teorías y modelos como el verdadero desarrollo de mentes científicas, capaces de hacer un uso inteligente y creativo de los recursos tecnológicos actuales.

      El Derecho educativo, rama del Derecho público, abarca una amplia temática jurídica, que va desde la ratificación del fundamental Derecho a la educación (promulgado por la ONU), hasta la regulación del Sistema Educativo Nacional y sus componentes. Tiene como marco legal lo establecido tanto en las constituciones, como en la ley de educación promulgadas por los Estados. En muchos países occidentales la educación escolar o reglada es gratuita para todos los estudiantes. Sin embargo, la escasez de escuelas públicas, fomenta la existencia de escuelas privadas, limitando el acceso gratuito a la educación.

     En contraposición con todo lo dicho, desde que se inició la crisis, pese a que esta no tiene ningún origen en el gasto público, educativo o sanitario, se ha procedido a aplicar un sinfín de recortes en el gasto social con la excusa de que son medidas “necesarias para salir de la crisis”. Estos recortes han ido acompañados de un deterioro en las condiciones laborales con la consecuente rebaja de la prestación de los servicios públicos y sociales.

     Los problemas de recortes y falta de derechos en materia educativa se reproducen a escala mundial, mientras la mercantilización de todo lo público aumenta. Los poderes públicos están defendiendo y protegiendo los intereses del capital financiero del que dependen, a costa de exprimir el gasto social. La educación no debe ser considerada como un gasto ni como una inversión, sino como un derecho que debe ser garantizado por los poderes públicos.

      En todo el mundo se están introduciendo formas de privatización en el sistema de educación pública. Muchos de estos cambios son consecuencia de una política deliberada, a menudo bajo el lema de la “reforma educativa”, y sus efectos pueden ser de muy amplio alcance en cuanto a la educación de los alumnos, a la equidad y a las condiciones del personal docente y de mantenimiento. Como siempre, la escasez de recursos económicos para satisfacer las necesidades básicas de la educación pública de calidad son escasos, siendo de vital importancia para el desarrollo personal y social de las futuras generaciones. El grado de civilización de los individuos en sociedad dependerá en gran medida de la educación recibida. La adecuada financiación del sistema educativo es una necesidad básica de socialización, por lo que se hace inexcusable implementar el Pacto Humanitario, también en el sistema educativo.

      “Sin educación no hay vida digna”, es evidente, la educación es una necesidad básica. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que la educación, como motor del desarrollo personal y social, tiene valor básico de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios al desarrollo de las personas, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para financiar la educación pública de los Estados, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando como Activo: educación, y en el Pasivo: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.


La Seguridad    

        Se refiere a la necesidad de libertad y a las exigencias económicas de su servicio público.

      En términos generales, la seguridad se define como “el estado de bienestar que percibe y disfruta el ser humano”. Se desarrolla como concepto integral de seguridad. Mientras la noción seguridad humana se centra en el usuario final de la seguridad, el ser humano, con reglamentos que lo protegen de abusos por parte del Estado, la noción de seguridad nacional apunta a la seguridad y defensa de la Nación.

      El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es uno de los puntos de partida en la consideración de la seguridad humana, a través de su Informe sobre el Desarrollo humano de 1994 que entre otras cosas estableció el índice de desarrollo humano (IDH); argumenta que la mejor forma de luchar contra la inseguridad global es garantizar las libertades o ausencias de necesidad y miedo. El concepto de seguridad humana está asociado a la globalización, las relaciones internacionales y los derechos humanos.

      El Estado, como máximo exponente del poder público y primer regulador de las relaciones en sociedad, no sólo establece las disposiciones legales a seguir, sino que en un sentido más amplio tiene la obligación de crear un ámbito general de “seguridad jurídica” al ejercer el poder político, jurídico y legislativo. La seguridad jurídica es, pues, la garantía dada al individuo por el Estado de modo que su persona, sus bienes y sus derechos no serán violentados o que, si esto último llegara a producirse, le serán asegurados por la sociedad la protección y reparación de los mismos.

      La seguridad ciudadana es aquella situación donde las personas pueden vivir libres de amenazas, violencia y delitos, es una condición donde las personas viven libres de la violencia practicada por actores estatales o no estatales. El Estado tiene las capacidades necesarias para garantizar y proteger los derechos humanos directamente comprometidos frente a las mismas.

      La seguridad ciudadana es la acción integrada destinada a asegurar la convivencia pacífica que desarrolla el Estado, con la colaboración de la ciudadanía y de otras organizaciones de bien público que persigue erradicar la violencia, la utilización pacífica y ordenada de vías y de espacios públicos, y evitar la comisión de delitos contra las personas y sus bienes. Es el conjunto de acciones democráticas en pro de la seguridad de los habitantes y de sus bienes, y ajustadas al derecho de cada país. La seguridad ciudadana garantiza que se puedan ejercer los derechos individuales sin impedir a los demás disfrutar de los suyos.

      Cuando el Estado no es capaz de reaccionar de una forma eficaz ante la violencia y el delito, con políticas ineficaces, como el aumento de las penas, la reducción de garantías procesales, o medidas para aplicar el derecho penal a menores de edad, pueden derivar en movimientos paramilitares o parapoliciales, milicias de “autodefensa”, complicando la situación. El reto actual es armonizar el ejercicio de los derechos humanos de cada uno con las distintas políticas en materia de seguridad ciudadana de los Estados. Se usa a menudo el término “seguridad ciudadana” en referencia al orden público o a la seguridad pública.

      El origen moderno del concepto de seguridad ciudadana deriva del ideal liberal del orden público, que aparece en el artículo noveno de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, documento fundamental de la Revolución Francesa: “nadie puede ser inquietado por sus opiniones, incluso las religiosas, siempre y cuando su manifestación no
altere el orden público establecido por la ley”.

      Los límites de la libertad, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre en poder hacer todo lo que desea, son aquellos que aseguran el disfrute de estos mismos derechos a los otros miembros de la sociedad; estos límites sólo pueden estar determinados por la ley. El orden público se establece como garantía y límite de la libertad, y consiste en que nadie pueda hacer nada que sea perjudicial a los demás.

      El concepto seguridad ciudadana es mucho más amplio que el de orden público, incorpora los valores del Estado social y democrático, y garantiza la calidad de vida. Al colocar en el mismo plano los conceptos de democracia y seguridad, percibimos frente a las demandas de seguridad el riesgo de la democracia asociada a sentimientos de peligro, miedo y urgencia. Se deja de lado el paradigma del orden, para ubicarnos en el de la seguridad urbana de las personas, no del Estado.

     El uso de distintos términos de seguridad ciudadana, seguridad de los habitantes o orden público, como eufemismos de “represión”, por los diferentes regímenes dictatoriales de la segunda mitad del siglo XX hacen que no siempre se asocie a valores ligados a la libertad. El término “seguridad ciudadana” fue usado por las fuerzas armadas en los años 60 como aplicación de doctrinas represivas.

       La seguridad ciudadana también se refiere a riesgos o amenazas no inténcionadas, accidentes de tránsito, desastres naturales, o de tipo económico y social, fraudes, delitos ecológicos, corrupción política... Se aprecian dos grandes esferas de actuaciones: las que se ocupan de los orígenes y consecuencias de la delincuencia, entendida como amenaza a los individuos, sus bienes y su estabilidad; y las relacionada con las fuerzas y estructuras que son las responsables de enfrentar dichas amenazas, como los cuerpos de policía, las fuerzas armadas y, más recientemente, modalidades diversas de seguridad ciudadana: comunitaria y privada.

      El concepto de seguridad debe poner mayor énfasis en el desarrollo de las labores de prevención y control de los factores que generan violencia e inseguridad, que en tareas meramente represivas o reactivas ante hechos consumados. Hoy en día, los Estados democráticos promueven modelos policiales acordes con la participación de los habitantes, bajo el entendimiento de que la protección de los ciudadanos por parte de los agentes del orden debe darse en un marco de respeto de la institución, las leyes y los derechos fundamentales.

      Desde la perspectiva de los derechos humanos, cuando en la actualidad se habla de seguridad no nos limitamos a la lucha contra la delincuencia, sino que estamos hablando de cómo crear un ambiente propicio y adecuado para la convivencia pacífica de las personas. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo califica la seguridad ciudadana como aquella seguridad humana que previene contra el delito súbito contra las personas y su patrimonio, puede ser definida inicialmente como la protección universal contra el delito violento o predatorio, o como el ejercicio del desarrollo humano.

      El Estado es el que garantiza y ordena la seguridad ciudadana a través del monopolio de la violencia o el uso de medios coercitivos, siempre que esté legitimado por elecciones o referéndums, que son expresiones democráticas.

      La autoridad es ejercida por los poderes públicos con capacidad para obligar a la ciudadanía a cumplir ciertos mandatos. Este poder, entendido como una cesión voluntaria de libertades al Estado, es ejercido de acuerdo a los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Son instituciones de gran importancia los parlamentos y senados, el Ministerio del Interior, el Ministerio Público y los tribunales de justicia, tanto de cada país como internacionales, pues ordenan y coordinan de forma directa dicha autoridad.

      Las fuerzas policiales, que regulan la acción ciudadana, tienen atribuciones tanto de prevención, de ordenamiento del tráfico, de actuación tras el delito o falta, investigando y deteniendo a sospechosos de haber incumplido la ley para ponerlos a disposición de la autoridad judicial. En la actualidad, el modelo de policía que se pretende adoptar es el de garantizar la seguridad ciudadana, que se distingue de la utilizada para la defensa de los intereses del Estado. La necesidad social de seguridad de personas y bienes justifica, de por sí, la existencia de la policía, y los ciudadanos son los primeros interesados en colaborar con la actuación policial en el mantenimiento de la seguridad pública.

      La mayoría de los ejércitos profesionales se encargan de la defensa nacional, pero también participan e mantener la seguridad ciudadana en situaciones de emergencia, como desastres naturales, atentados terroristas o asistencia a los civiles en conflictos bélicos. De hecho, existen instituciones militares dedicadas por completo a estas labores.

      La seguridad privada lleva a cabo la protección de personas que así lo solicitan, edificios y otras instalaciones, o control de accesos en locales de ocio y eventos multitudinarios. La autoridad que posee suele ser menor y sus actuaciones son meramente disuasorias o de detención temporal hasta que la policía se hace cargo del detenido.

      El ciudadano además de legitimar democráticamente las anteriores formas de autoridad, contribuye moderando sus propias acciones, denunciando actividades ilícitas, organizándose en asociaciones de prevención y concienciación.... cumplen el papel más importante en la seguridad ciudadana. Las teorías anarquistas rechazan la existencia de cualquier tipo de autoridad externa al individuo, que incluye al Estado y cualquier tipo de coerción.

      En el contexto internacional existe una gran preocupación por asegurar que las acciones de los distintos Estados para garantizar dicha seguridad no acaben amenazando los derechos de los ciudadanos. Es la manera en la que cada Estado aplica la política en materia de seguridad ciudadana lo que determina su eficacia.

      La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha manifestado que los altos niveles de criminalidad en ciertas zonas del planeta acompañada por violencia contra las personas, genera también alarmas para la gobernabilidad democrática y la vigencia del Estado de Derecho, lo que se traduce en los bajos índices de confianza que la población manifiesta tener hacia los gobiernos, los parlamentos, la policía y el sistema judicial.

      En el marco de las herramientas previstas en los instrumentos internacionales de derechos humanos y la vigencia del estado de derecho, los Estados deben encontrar respuestas a los problemas derivados de la violencia para la superación de la pobreza y el pleno respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas.

      La citada Comisión matiza: “frente a esta situación, en varios países de la región se ha apelado a políticas que han resultado históricamente ineficaces para solucionar las demandas sociales sobre seguridad ciudadana, basadas en el incremento de la presión punitiva, reducir las garantías procesales o bajar la edad de imputabilidad para aplicar el derecho penal de adultos a los niños y niñas. Por otra parte, la falta de una adecuada respuesta del Estado ante la violencia y el delito, en ocasiones ha conducido a reproducir lógicas de relacionamiento social fundadas en la intolerancia y la estigmatización de personas o grupos de personas, favoreciendo la aparición de casos de violencia extralegal, de los cuales son responsables los llamados grupos de “limpieza social”, como “escuadrones de la muerte” o grupos parapoliciales y paramilitares. Si el Estado se extralimita en sus funciones o ignora los derechos de los ciudadanos aumenta la inseguridad ciudadana.

      La seguridad ciudadana se explica cómo las accione destinadas a proteger al ciudadano sin que con ello se violen sus libertades. Sin embargo, existen muchos casos en los que la aplicación práctica de los recursos ideados para proteger al ciudadano se vuelven en su contra, aumentando la desconfianza de este en el sistema.

      Un claro ejemplo de este menosprecio a la seguridad jurídica de los habitantes es el que se produce cuando los medios que el Estado ha diseñado para salvaguardar la seguridad ciudadana u otros bienes jurídicos se aplican para reprimir las muestras de descontento de la población, como las manifestaciones pudiendo así llegar a constituir un caso de represión política, las multas coercitivas, el pago de determinadas tasas o la complicada burocracia que impide que los ciudadanos ejerciten de una forma plena sus derechos.

      Diversas actuaciones de los estados en materia de lucha antiterrorista han sido muy criticadas por violar los derechos fundamentales de las personas y no contribuir a la seguridad ciudadana como tal, sobre todo enmarcadas dentro de la guerra contra el terrorismo.

      La protección civil se lleva a cabo por el Estado con diferentes tareas para evitar la inseguridad ciudadana como: la prevención del delito basado en la existencia de una legislación que establece un marco normativo en el que el Estado limita las acciones del ciudadano, y establece el límite de estas acciones para protegerlo de los abusos del sistema; investigación del delito permitiendo a la justicia descubrir y condenar al culpable de este; ordenación de los espacios públicos a través de normativas e inspecciones técnicas reservados para eventos, conciertos, manifestaciones, mítines políticos o acontecimientos deportivos; accesos, protección contra incendios, alarmas... ; protección y custodia de personas e instituciones contratando servicios de profesionales de la seguridad privada; control de armas regulando el derecho de uso; asistencia de emergencia y urgencia al ciudadano a través del servicio de protección civil, que coordina a la policía, los bomberos y la asistencia sanitaria de urgencia.

      Otras actuaciones concretas en materia de seguridad llevadas a cabo por los Estados son: contraterrorismo con los controles aeroportuarios o las listas negras de personas; seguridad vial destinada a controlar el tráfico rodado y disminuir tanto el número de accidentes como la mortalidad; narcotráfico, tráfico de personas y tráfico de armas luchando contra las mafias; asistencia especializada en delitos especiales como la violencia de género, acoso laboral, escolar o ciberacoso, contra minorías étnicas o colectivos, delitos informáticos... evitando que se atente contra la integridad y dignidad de los ciudadanos.

      Finalmente, la seguridad y salud laboral tiene por objeto la aplicación de medidas y el desarrollo de las actividades necesarias para la prevención de riesgos derivados del trabajo. Se construye en un medio ambiente de trabajo adecuado, con condiciones de trabajo justas, donde los trabajadores y trabajadoras puede desarrollar la actividad con dignidad y donde sea posible su participación para la mejora de las condiciones de salud y seguridad. De esta materia se ocupa el convenio 155 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre seguridad y salud de los trabajadores y medio ambiente del trabajo.

      Como hemos visto la seguridad humana, en todas sus facetas, es una necesidad básica prestada por los Estados como un servicio público que necesita de los adecuados recursos económicos para ser efectiva. Dado que en el actual modelo los recursos económicos son limitados, se hace necesario plantear una nueva aplicación del Pacto Humanitario, que financie a los Estados para poder beneficiar la seguridad de sus ciudadanos.

      “Sin seguridad no hay vida digna”, es evidente, la seguridad es una necesidad básica, esencial. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que la seguridad, como condición de vida digna, tiene valor esencial de subsistencia para el ser humano civilizado, da pie a pensar que la mejor manera para poder solucionar los perjuicios a las personas, es usar el valor que tiene la seguridad como valor básico mínimo de subsistencia para financiar la seguridad pública de los Estados y los individuos, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: Seguridad, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

La Justicia

      Se refiere a la necesidad de seguridad y orden para la vida en sociedad y a las exigencias económicas del servicio público.

      La justicia es un valor básico determinado como bien común que surgió de la necesidad de mantener la armonía en sociedad, con un conjunto de reglas y criterios, que establecieron un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando o prohibiendo acciones específicas. Su fundamento es cultural y formal, basado en un consenso amplio sobre lo que se considera justo, lo bueno y lo malo, y codificado en leyes, que son aplicadas por jueces o personas imparciales especialmente designadas.

       Se entiende la justicia como virtud humana. Puede ser definida como el arte de hacer lo justo, “dar a cada uno lo suyo”, otorgar los derechos a cada individuo. Es aquel sentimiento ético de rectitud, equidad y honradez que gobierna la conducta y hace acatar todos los derechos de los demás. Todas las virtudes están comprendidas en la justicia que exige obrar siempre conforme a derecho.

      Las libertades básicas de los ciudadanos son la libertad política de votar y postularse a cargos de elección, libertad de expresión y de asociación, libertad de conciencia y libertad de pensamiento, libertad de la persona al derecho de poseer propiedades y libertad de no ser objeto de detención arbitraria.

     Los preceptos o mandatos del derecho: vivir honestamente; no hacer daño a nadie; y dar a cada uno lo que le corresponde, se desprenden de manera constante y perpetua en las acciones humanas observables bajo los principios jurídicos, de acuerdo a la ley vigente. La idea del derecho deja de ser una idea abstracta, de valor ideal y estático, en la práctica concreta, dinámica y firme, que permanentemente regla las conductas.

      La justicia ha de ser ética, ecuánime y honesta, y oficiar el apropiado ordenamiento jurídico de las cosas, bienes y personas en sociedad. Su virtud se considera la primera de las virtudes, proseguida de la benevolencia, la caridad, la misericordia, la generosidad o la compasión. La justicia está asociada con la equidad, la cultura y la fe. El ser humano, por instinto natural, al ser tratado de manera igualitaria, satisface una necesidad natural básica de subsistencia en sociedad, por eso la virtud de la justicia es el hábito consistente en la voluntad de dar a cada uno lo suyo y responde al dicho común de que las personas deben recibir el trato que se merecen.

     La justicia decide a quién le pertenece algo por derecho: es aquello con cuya protección puede hacer florecer la ciencia, y junto con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia, respetar los derechos de los demás.

Todo derecho es justo y si no es justo no es derecho. Un derecho positivo determinado puede ser «justo o injusto» de acuerdo con un ideal general subjetivo de justicia para las personas que deben ser tratadas por igual, para poder estar en condiciones de aplicar la justicia en plenitud.

      La justicia como valor y fin del derecho se entiende como: “el conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que llamamos derecho”. Una persona es autónoma cuando escoge los principios de acción como la expresión más adecuada posible de su naturaleza de ser racional libre e igual.

      Para Platón y Sócrates, la justicia es armonía social; para Aristóteles, es igualdad proporcional; para Cicerón, es un hábito del alma; para Tomás de Aquino es la ley natural; para los utilitaristas es lo que beneficia al mayor número de personas a la vez; para Ulpiano es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde; para John Rawls es la equidad entre el principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia; para Gabriel Stilman un sistema justo es el que realiza y sintetiza democráticamente las concepciones particulares de la justicia de aquellos a quienes afecta.

     La justicia distributiva contempla aspectos de la organización de las sociedades respecto a los recursos disponibles, los bienes producidos y la riqueza utilizable, según la necesidad. Aquellos que tienen mayor necesidad de un bien deben poseer asignaciones mayores, o según su mérito, aquellos que más contribuyen a la producción de bienes y riqueza deben tener también una mayor proporción de los mismos.

      La justicia social se define a partir del hecho concreto de la injusticia social. Entre los temas que trata se encuentran la igualdad social, la igualdad de oportunidades, el estado del bienestar, la cuestión de la pobreza, la distribución de la renta, los derechos laborales y sindicales... Se considera que la justicia social es una noción diferente tanto de las nociones de justicia conmutativa como de la justicia distributiva, que caracterizan al pensamiento aristotélico.

      Para Luigi Taparelli: “la justicia social debe igualar de hecho a todos los hombres en lo tocante a los derechos de humanidad”. En el socialismo fabiano, la justicia social desempeña el papel de finalidad ética por excelencia, para guiar la evolución social mediante cambios no revolucionarios hacia un sistema de socialdemocracia, ético y pacífico. A este respecto, después de la Primera Guerra Mundial, se creó la Organización Internacional del Trabajo, incorporando la noción de justicia social a su constitución como fundamento indispensable de la paz universal, considerando que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social. El constitucionalismo social, el estado del bienestar y el derecho laboral son conceptos que se vinculan a la idea de justicia social. 
   
      Las argumentaciones racionales, prácticas, por analógicas, éticas y de identidad, se utilizan para la defensa de los principios de justicia e igualdad.

Para Pío XI, la justicia social es un límite al que debe sujetarse la distribución de la riqueza en una sociedad, de modo tal que se reduzca la diferencia entre los ricos y los necesitados: “se debe dar a cada cual lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud de los necesitados”.

      Bajo el principio de igualdad de oportunidades, las libertades básicas, el principio de diferencia y la acción afirmativa como discriminación positiva, dotan a la justicia de equidad. Un sistema social justo responde a la solicitud o preocupación por el bien común; la idea de qué justicia equivale a paz y la conciencia de ello en los individuos.

      Como preocupación social para el desarrollo humano y de la sociedad, entorno a la vivienda, al desempleo y a cuestiones internacionales de relevancia, para combatir situaciones consideradas socialmente injustas, se ha desarrollado una fundamentación empírica y racional resultando una doctrina social basada en el desarrollo de la solidaridad, la dignidad humana y la identidad de cada comunidad, que posee un carácter progresista y definen un modelo de sociedad civil que incorpora la filosofía moral a la estructura social a través de las Ciencias Sociales.

      Las Naciones Unidas sostienen que “la justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera” y que constituye “el núcleo de nuestra misión global para promover el desarrollo y la dignidad humana. La justicia social, deben dirigirse a “erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos”.

      En el Derecho, la fuente mas común de obligaciones es el contrato. La obligación jurídica, en derecho, es un vínculo jurídico mediante el cual dos partes (acreedor y deudora) quedan ligadas, debiendo la parte deudora cumplir con una prestación objeto de la obligación. Tiene cuatro elementos: Sujetos, objeto, la causa y el vinculo jurídico.

      El ordenamiento legislativo del servicio público de justicia se enmarca siempre bajo la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita, por lo que de forma general los requisitos económicos y sociales para beneficiarse de forma gratuita de un abogado de oficio son iguales en todos los órdenes (penal, vigilancia penitenciaria, civil, contencioso-administrativo y social). El turno de oficio, es el servicio prestado por un abogado de oficio o abogado de turno a un ciudadano, defendiéndole ante un Tribunal de justicia de forma gratuita. Es un servicio financiado por el Estado para los ciudadanos con el objetivo de satisfacer el derecho de estos a la tutela judicial y a un proceso con las máximas garantías de igualdad e independencia.

     Para que la justicia pueda llevar acabó su labor social, dar a cada cual lo que es suyo, debe contar con los medios y recursos adecuados, que agilicen su normal funcionamiento, evitando la acumulación de asuntos en los despachos de los jueces y la eternización de los casos. Una justicia rápida es una justicia eficiente, por lo que a más recursos mayor justicia y dignidad.

      Siendo la vida, nuestro máximo bien y su mínimo valor de subsistencia parte de este bien, puede ser objeto de relación jurídica en un contrato unilateral mutuo con interés que genere la obligación sólo a una de las partes, las Naciones Unidas, que siendo el depositario del bien debe restituir el bien que se le ha entregado, obligado como mutuario por el contrato, o Pacto Humanitario, pagar una retribución que puede consistir en una cantidad de dinero o renta de subsistencia. La causa de este contrato o pacto social es la de satisfacer las necesidades y exigencias económicas de la vida del individuo en sociedad, con el fin de obtener la mínima paz.

      “Sin justicia no hay vida digna”, es evidente, la justicia es una necesidad básica. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que la justicia tiene valor básico de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder satisfacer las necesidades de justicia de las personas, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para financiar la prestación del servicio público de justicia de los Estados, destinado a mejorar las condiciones del dignidad de las personas, con dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: justicia, y en el Pasivo: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

El Transporte

      Se refiere a la necesidad de desplazamiento y a las exigencias económicas del tránsito.

     El transporte es una actividad básica del sector terciario, entendida como el desplazamiento de objetos o personas de un lugar a otro en un vehículo que utiliza una determinada infraestructura.

      A diferencia del transporte privado, el transporte colectivo de pasajeros es entendido como un servicio público, con distintos horarios y rutas, adaptadas a las necesidades de los viajeros que comparten con otros usuarios: autobuses, trolebuses, tranvías, trenes, ferrocarriles suburbanos, taxis, ferris, helicópteros, aviones... regulados y subvencionados por las administraciones públicas, siendo en muy contadas ocasiones gratuito y puede ser proporcionado por una o varias empresas privadas o concertadas, existiendo notables diferencias de servicio, entre zonas desarrolladas y en fase de desarrollo, para satisfacer la demanda de vehículos, infraestructuras, servicios y operadores públicos.

      Parte básica de la movilidad en las ciudades, en el tránsito de las personas de un punto a otro, es el transporte público que permite disminuir la contaminación atmosférica al reducir la cantidad de vehículos y por tanto la emisión de gases nocivos para la salud y el medioambiente, beneficiando a la comunidad, y por ello es visto como una externalidad positiva y subsidiado con fondos públicos, que lo hacen económicamente viable para sus usuarios.

       Por regla general, los ingresos generados por los pasajeros no son suficientes para cubrir los gastos (nóminas de los operarios, el mantenimiento del equipamiento del servicio...) de las compañías de trasporte público urbano, por lo que son subsidiadas por la Administración, representando un coste elevado. Por otra parte, la construcción de calles, carreteras, circunvalaciones, aparcamientos públicos... usados por los automóviles privados también representa una forma de subsidio.

      En muchos países en desarrollo se enfrentan al problema del transporte público ilegal, esto causa grandes perjuicios económicos para las compañías de transporte público y pone en peligro la vida de los pasajeros, además de robos o asaltos y secuestros. A pesar de ser ilegal, este género de servicio es bastante usado por la población en general, por falta de transporte público adecuado o por ser más económico. Este tipo de transporte suele llamarse pirata, porque se desenvuelve desobedeciendo las Leyes.

     Los transportes individuales y el avión, en términos de consumo de energía, son más contaminantes por pasajero que los transportes públicos que son mucho más eficaces y eficientes en las horas puntas por su facilidad de circulación y no requerir espacio de aparcamiento. En proporción al número de viajeros consumen menos energía en su uso y menos recursos en su construcción, que el automóvil privado que, por otra parte requiere de inversiones públicas elevadas en calles, túneles, autopistas, parkings... que suelen financiarse con impuestos.

     Por contra, el transporte público de trayectos establecidos sujetos a horarios limita los desplazamiento en favor del vehículo privado, sin embargo, con una buena red de transporte público se pueden cubrir la mayoría de trayectos posibles con un tiempo de espera corto. En algunas ciudades han creado un servicio de peajes, fomentando el transporte público, contribuyendo a la disminución de los atascos. La bicicleta es un modo de transporte cuya eficacia en medios urbanos supera en rapidez, flexibilidad y consumo de energía, a la de los transportes públicos, aunque no garantiza el mismo servicio, ni el mismo nivel de comodidad. La bicicleta es beneficiosa para la salud y no contamina.

      El transporte ha sido una de las actividades terciarias que mayor expansión ha experimentado a lo largo de los últimos dos siglos, debido a la industrialización, al aumento del comercio y de los desplazamientos humanos tanto a escala nacional como internacional, y a los avances técnicos que se han producido repercutiendo en una mayor rapidez, capacidad, seguridad y menor coste.

     El sistema de transporte, privado o público, de mercancías o de pasajeros, requiere: de una costosa red de infraestructuras; conductores con vehículo; guardia urbana; y leyes que regulen la seguridad al circular; de vías y carreteras provinciales, regionales o internacionales; aeropuertos y rutas aéreas; canales y rutas de navegación, así como; paradas de servicios públicos, semáforos y señales; aeropuertos, torres de control; puertos y radares... son elementos, que interactúan entre sí, para la práctica del transporte y sus beneficios.

      Ocupamos una considerable cantidad de tiempo diario viajando hacia los lugares de destino para realizar las actividades propias de las sociedades modernas. Una jornada puede ser dividida entre el tiempo gastado en actividades y el tiempo gastado viajando. El transporte, como medio de comunicación, es indispensable y necesario en el desarrollo personal y de las civilizaciones. Se dice que el transporte es “una demanda indirecta”, dado que carece de fin en sí mismo, pero es necesario para desarrollar las actividades en el sitio de destino.

      La organización por zonas de actividades exclusivas aumenta las necesidades del transporte, mientras que la agrupación de una variedad de actividades dentro de la misma zona las minimizan. El transporte eficiente en una ciudad grande se enfoca hacia el mínimo uso del suelo, lo que conlleva altos costes sufragados por la Administración pública.

       Importantes cantidades de energía son consumidas diariamente por el transporte, que obtiene mediante la quema de combustible fósiles generando gases contaminantes emitidos a la atmósfera (CO2, CO, NOx, SOx y otros, como partículas), por lo que se están sustituyendo por vehículos eléctricos limpios de emisiones contaminantes, sin embargo, la fuente de la que proviene la electricidad puede ser contaminante, producida en centrales alimentadas por combustibles fósiles, pero la contaminación es más localizada pudiendo aplicarse técnicas de captura y almacenamiento de carbono. La disminución de emisión de gases de efecto invernadero es de vital importancia para la salud, siendo el sector transporte un actor destacado.

      El transporte en la distribución del carbón, del petróleo, de la energía eléctrica, así como de residuos tóxicos generados por las centrales nucleares han ocasionado múltiples accidentes que han afectado gravemente a personas, instalaciones y medio ambiente.

      Una subida moderada de los precios del petróleo normalmente estimula el incremento de la eficiencia del consumo de combustible en el transporte. 
   
      Algunos creen que esto pospondría y atenuaría el impacto de una escasez severa de crudo. Por ejemplo, algunos gobiernos podrían ordenar un mínimo de eficiencia estándar para los automóviles. También podrían incentivar el cambio a otras formas de transporte que no fueran directamente dependientes del petróleo. La electricidad, en particular, puede generarse a partir de un número variado de fuentes diferentes, lo que podría favorecer el uso de transportes eléctrico.

      La electricidad representa aproximadamente el 1% del abastecimiento de energía para el transporte a nivel mundial. El transporte mundial se enfrenta al reto de modificar completamente sus sistemas, dado que se prevé el agotamiento de combustibles fósiles hacia el 2050. Como consecuencia de regulaciones ambientales más estrictas e incorporación de mejores tecnologías, durante los últimos años los vehículos se han fabricado con estándares más limpios, (convertidores catalíticos, etc.), y eficientes en el mejor aprovechamiento del combustible. La subida tanto del número de vehículos como de su uso creciente, ha aumentado los índices de contaminación acústica y atmosférica excesivos, afectando la salud de la población.

      Estos problemas son más acuciantes en las ciudades de los países en desarrollo. Es aquí donde se producirá aproximadamente el 90% del crecimiento de la población mundial en las próximas décadas. Estas ciudades ya afrontan grandes dificultades para satisfacer la creciente demanda de inversión en la esfera del transporte. También deben hacer frente a la “pobreza de transporte”. Millones de personas se ven privadas de los beneficios del transporte público en razón de su costo; las personas con discapacidad y los ancianos quedan excluidos generalmente por razones prácticas; y la seguridad constituye un problema importante para muchas mujeres, jóvenes y minorías que son vulnerables por sus creencias religiosas o su pertenencia a un grupo étnico.

      Los problemas de circulación no se resuelven simplemente con la construcción de calles más anchas o más largas; se trata de proporcionar sistemas adecuados y eficientes que respondan a las necesidades de la mayoría de las personas, de la forma que sea mejor y más equitativa, por ejemplo, alentando a la población a abandonar el uso de automóviles para utilizar trenes, autobuses y bicicletas, y logrando que más peatones caminen por aceras bien iluminadas.

      La implantación del transporte eléctrico ha sido predicho por múltiples expertos y economistas a lo largo de los últimos 30 ó 40 años, sin embargo, éste no ha llegado a ser una realidad por motivos económicos, técnicos y/o políticos. En comparación con los vehículos a gasolina o diesel, los vehículos eléctricos aún tienen menor autonomía. No obstante, en los últimos años, a pesar de la bajada de los precios de los combustibles, la alternativa de transporte eléctrico ha renovado su atractivo debido, en gran medida, a la disminución del coste de los vehículos eléctricos y la concienciación ciudadana, sin embargo, la falta de infraestructuras adecuadas y recursos económicos suficientes ralentizan su progreso efectivo y sus beneficios para el ecosistema.

      El transporte urbano es fundamental para el desarrollo sostenible. No hay duda que si se dispusiese de los recursos necesarios para incentivar la reconversión del transporte hacia vehículos no contaminantes y la construcción o mejora de nuevas infraestructuras, aceleraría los objetivos perseguidos en la lucha por la mejora del medioambiente, ayudando a desacelerar el cambio climático, por lo que, siendo una necesidad básica de todas las sociedades la movilidad de las personas y las mercancías, si creáramos una aplicación, basada en el recurso económico del mínimo valor de subsistencia, podríamos afrontar a corto plazo la problemática planteada, subvencionando la transformación de la industria del automóvil, naval y aérea pudiendo llegar a ofrecer gratuitamente el servicio de transporte público de cada Estado. Por otra parte, también se podrían costear los enormes gastos que representa la industria del transporte aéreo-espacial, promoviendo proyectos orientados a desarrollar infraestructuras y vehículos espaciales que ayudasen a encontrar nuevos recursos minerales en otros planetas e incluso llegar a establecer asentamientos humanos, creando multitud de puestos de trabajo y aliviando el problema de sobrepoblación del planeta Tierra.

      “Sin transporte no hay desarrollo”, es evidente, el transporte es una necesidad básica. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que el transporte, como motor del desarrollo personal y social, tiene valor básico de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder satisfacer las necesidades de gratuidad y de mejora de las condiciones del transporte de personas y mercancías, y solucionar los perjuicios a la salud y al clima, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para sufragar con, dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: transporte, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

Los Valores trascendentales de subsistencia

      En esta categoría de valores absolutos englobamos tres subcategorías asociadas a las necesidades psicológicas y exigencias económicas del sentimiento humano con sus virtudes existenciales y esenciales, el alma, el amor y la paz.

El Alma

      Se refiere a la necesidad espiritual y las exigencias económicas del servicio religioso.

      El término alma o ánima (del latín ánima) se refiere a una entidad inmaterial que se cree poseen los seres vivos. La descripción de sus propiedades y características varía según diferentes perspectivas religiosas, filosóficas o tradiciones.

      La palabra “ànima”, según la etimología, se usaba para explicar el principio por el cual los seres animados están dotados de movimiento propio, y atribuyen esa potestad al alma de las plantas, de los animales y de los seres humanos, y obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, según reconocen estudios de fisiología y neurología. De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma es la principal cualidad identificativa del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) a un moviente. En la actualidad el término “alma” es usado, más frecuentemente, en contextos religiosos.

      Como principio constitutivo el término alma se puede aplicar a los seres vivos en general (plantas y animales). El alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual éstos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes, según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles. Según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos explicado de diversas formas, desde el dualismo del idealismo filosófico y de la gnosis, a la interpretación existencialista de un todo con dos aspectos específicos que son: lo material y lo inmaterial.

      Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano encarcelada en un cuerpo. Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los Fedón o Sobre el alma es un diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte; este diálogo ofrece diversos argumentos que buscan probar la inmortalidad del alma.

      Aristóteles definió la Psyche como “forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida” o “la esencia de tal tipo de cuerpo”, por lo que entendía que la forma o esencia es lo que hace que un ente sea lo que es, el alma es lo que define y configura un cuerpo natural. Así forma una unidad sustancial (compuesta de materia y forma) inseparable en los seres vivientes, pudiéndose dar operaciones del alma no dependientes de cuerpo alguno.

      La visión dualista que se desprende del platonismo imagina el alma como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, sin embargo, el monismo aristotélico permite entender al ser humano como una unidad conformada de cuerpo y alma dando el justo valor al cuerpo como parte esencial de lo que es el ser humano.

      Tomás de Aquino, basándose en Aristóteles más que en Platón, habla de principios, no de realidades opuestas. Describe al ser humano como material (su cuerpo) y no material (su alma espiritual). El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo y muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual.

      En el pensamiento occidental, Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa “extensa”. Espinoza habla del alma como atributo y modo de la substancia divina; Leibniz la llama mónada cerrada en si misma, Lessing como aspiración infinita; Kant la califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto; Fichte como saber y acción; Hengel dice que el alma es el auto desarrollo de la idea; Schelling la define como potencia mística; Nietzsche como invención y ente imaginario del común de la gente, que ayuda a fortalecer las creencias de la existencia de un dios o más específicamente de “Dios”; Freud como diferencia entre el “yo” y el “súper-yo”; Jaspers la define como “existencialidad”; Heidegger como “ser-ahí” y Bloch como realización originaria del futuro, entre otros.

      En la Biblia el alma es la persona, o el animal mismos, se hace referencia con el término, o la vida de que disfruta la persona o el animal. Las creencias de que “alma” es la parte inmaterial o espiritual que sobrevive a la muerte del cuerpo físico, o de que es el principio vital, no son enseñanzas bíblicas. Para la religión cristiana, el ser humano consta de tres partes, que son: cuerpo (lo físico) , alma (lo relacionado con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual), proporcionando a la mente de instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, así como de autoconciencia. En la teología cristiana, el pensamiento de algunas corrientes católicas, influenciadas por el idealismo de Descartes, “pienso, luego existo” encierra la reflexión filosófica en el mundo de las ideas, y llega a concebir el alma como únicamente “subjetividad”. Por contra, el realismo filosófico, dió nacimiento tanto al Empirismo como a la filosofía existencialista y al existencialismo cristiano. La Iglesia Católica afirma que el ser humano tiene una sola alma, existe como individualmente distinta y es inmortal en esta diversidad individual, es forma corporis por sí misma, puede tener la visión plena de Dios, sólo después de la muerte, es creada e infundida inmediatamente por Dios en el momento de la concepción, no pertenece a la substancia divina, no lleva una existencia pre-corporal, no tiene un origen material, constituye el principio vital del ser humano, es superior al cuerpo, y su espiritualidad puede ser demostrada. En el Concilio Vaticano II se superó el esquema alma- cuerpo y habla de persona: “El hombre es uno en cuerpo y alma y trasciende en su interioridad la totalidad de las cosas...” El Papa Juan Pablo II dijo en una ocasión que “los animales poseen un soplo vital recibido de Dios, y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores”.

      En otras culturas como la asiática, la africana, y la americana, encontramos el concepto alma similar al concepto desarrollado por las religiones judeo-cristianas, incluyendo el Islam, y la filosofía europea.

      El alma del ser humano en el Antiguo Egipto tiene siete grados en su personalidad: “Ren”, o sea “el nombre”, pudiendo mantenerse existente según el cuidado de un correcto embalsamamiento; “Sejem”, es la energía, el poder, la luz del difunto; “Aj”, es la unificación del “Ka” y del “Ba”, en vista de un regreso a la existencia; “Ba”, lo que hace de un ser individual lo que es; se aplica también a cosas inanimadas, es el concepto más cercano al occidental de “alma”; “Ka”, la fuerza de vida, sostenida por ofrendas de comidas al difunto; “Sheut” es la sombra de la persona, representada por una figura humana completamente negra; “Seju” designa los restos físicos de la persona; “Jat” es la parte carnal de la persona.

    En las creencias budistas en ninguna parte de sus escritos se habla de una esencia intrínseca del ser o algo interior con lo cual conectarse. La “Realidad Última” de la mente que es la “Naturaleza Búdica” indestructible es “Insustancialidad de las cosas”, distinto al concepto de alma o ser. Estos conceptos son considerados por el budismo surgidos desde el ego y la confusión de la mente. El Budismo enseña que las cosas están en un continuo cambio, en un constante estado de flujo, son pasajeras, no existe algo o un “Yo” permanente, y creer en ello es la fuente de los conflictos humanos y de los deseos mundanos. 

      Considera que hay tres niveles en la conciencia de la persona: la conciencia muy sutil, que no se desintegra en la encarnación-muerte, la conciencia sutil, desapareciendo con la muerte, siendo una conciencia- dormida o bien no-conciencia, y la conciencia crasa.

      El Hinduismo habla de una transmigración cuando el alma pasa de un cuerpo a otro según sus acciones o de cómo lleva su vida. Buda nos dice que para salvar el alma hay que alcanzar el estado del nirvana que es el estado más alto de armonía: Darma.

      Por otra parte, a la doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios, increados, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, se llama dualismo: ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y gracia, razón y fe, materia y espíritu, constatación y valoración ética, libertad y el deber, conocer y querer, orden físico y orden moral, bien y mal, felicidad y tristeza... se puede hablar de dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen del cosmos) o religioso y de un dualismo filosófico o metafísico, que se opone de modo irreductible al panteísmo y el holismo. En la filosofía china se utilizan los términos yin y yang para indicar la dualidad de todo lo existente en el universo.
El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios se define como el “ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo”. 

      En las religiones teístas y deístas (y otros sistemas de creencias) es un ser supremo omnipotente, omnipresente, omnisciente y personal; en el monoteísmo es la única deidad; en politeísmo, como en el henoteísmo, es la deidad principal; en el panteísmo es un ser supremo no personal; en los sistemas materialistas es una mera idea o razonamiento sin ninguna realidad subsistente fuera de la mente. Dios también ha sido concebido como de naturaleza incorpórea, un ser personal, la fuente de toda obligación moral, y el “mayor ser concebible con existencia”.
El alma como fenómeno espiritual, de naturaleza diferente a la física, no puede ser explicada por la ciencia ya que ésta estudia fenómenos físicos o materiales. Sin embargo cada ser humano tiene una vida biológica que es la base de todo, ya que sin ella no podríamos hacer lo más elemental, pero la vida también tiene un sentido algo más profundo, que se desarrolla más allá de lo estrictamente material. Por eso se dice que la vida es el bien más valioso y apreciado de todo ser humano. Por eso es moral defender la vida.

      La vida tiene valor para todas las religiones, es tal su valor que se escapa a nuestra comprensión por tratarse de un valor absoluto. Aún pensamos de acuerdo a los parámetros del viejo paradigma en el que se afirma reiteradamente que la vida no tiene valor. Sin embargo es evidente que la vida es nuestro máximo valor y su mínimo valor de subsistencia una necesidad social imperiosa, que nada tiene que ver con la condición natural del hombre. En una sociedad moderna, artificial, diferente de los sistemas de la naturaleza por voluntad humana, la creación del valor mínimo de la vida, como ajuste estructural del sistema capitalista, tiene mucho sentido para el bien común, y no es incompatible con las creencias religiosas, ya que la idea es pragmática, terrenal, y no discute la espiritualidad del ser.

      Los servicios religiosos son costeados por donaciones privadas y por su externalidad positiva subvencionados por las Administraciones públicas. Esto representa un gasto en detrimento de otras prioridades de Estado, lo que nos lleva a incluir en el Pacto Humanitario los servicios religiosos como un servicio público a la ciudadanía y derivar del valor de subsistencia, el dinero suficiente para mantener estas necesidades del alma.

El Amor

      Se refiere a la necesidad psicológica natural y a las exigencias económicas de su desarrollo universal.

      Según las diferentes ideologías y puntos de vista, el amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, transcendental, definido de diversas formas. De manera habitual se interpreta como acciones dirigidas hacia otros motivadas por sentimientos virtuosos que representan todo el afecto, la bondad y la compasión del ser humano.

       El amor abarca una gran cantidad de sentimientos, desde el deseo pasional del amor romántico, la proximidad emocional del amor familiar y el amor platónico, hasta la profunda devoción del amor religioso que se considera una manifestación del estado del alma o de la mente. Las emociones asociadas al amor pueden llegar a ser irresistibles y actuar como facilitadoras de las relaciones interpersonales de importancia psicológica transcendental.

      El amor es interpretado de formas distintas; desde la concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, asociadas al alma y al mundo espiritual, o bajo el punto de vista egoísta, basado en el interés individual y la rivalidad, relacionado con el cuerpo y el mundo material. Según la ciencia actual, son expresiones de procesos cerebrales, producto de la evolución del natural instinto de supervivencia primitivo, que nos mantenía unidos ante las amenazas favoreciendo la continuidad de la especie.

      Todas las situaciones conflictivas proceden del egoísmo. Cuando el ser humano disfraza su comportamiento egoísta de altruismo se vuelve hipócrita, mientras que, por el contrario, un comportamiento altruista se puede disfrazar de egoísmo. Podemos ser altruistas y colaboradores, y egoístas y competidores, por voluntad propia, y también combinamos ambas formas, siendo unas veces altruistas y otras egoístas, o parcialmente colaboradores y competitivos. Ambas actitudes son la expresión del instinto de conservación del individuo “egoísmo” y de la especie “altruismo”. Algunos biólogos mantienen que la unidad de supervivencia no es el individuo, sino el gen, quien en su propio beneficio, crea a los seres humanos como “máquinas de supervivencia”, contradiciendo directamente la teoría de la evolución darwiniana, sin embargo, podemos escoger entre el egoísmo y el altruismo de forma voluntaria, actuando de forma “independiente” a nuestra propia programación genética.

      El altruismo puede entenderse como “egoísmo altruista” donde existe apego a un ser superior y el deseo de obtener la salvación, o bien, como “altruismo puro” donde no existe apego ni deseo, donde las relaciones no son competitivas, sino colaborativas: uno procura el bienestar de los demás sin esperar nada a cambio, y los demás procuran el bienestar de uno. El amor real es el amor compasivo. El amor y el ego son incompatibles.

      Los seres humanos somos altruistas por naturaleza, es la forma de entender el amor obteniendo dicha y satisfacción en la felicidad del otro. La psicología humanista considera que el amor es indispensable para conseguir una autoestima saludable.

      Sigmund Freud pensaba que todas las motivaciones humanas tenían un trasfondo libidinoso y egoísta. El amor sexual, en cualquiera de sus variantes, constituye asimismo un amor marcadamente egoísta; lo que se manifiesta como un altruismo hacia la pareja no es más que una manifestación de puro egoísmo respecto al resto de la sociedad; el propio acto sexual se desarrolla bajo un estado de egoísmo personal en el que el individuo busca su propio placer, o la gratificación que le produce el placer de su pareja. Freud consideraba que el amor incondicional de una madre lleva a una perpetua insatisfacción: “Cuando uno fue incontestablemente el hijo favorito de su madre, mantiene durante toda su vida ese sentimiento de vencedor, mantiene el sentimiento de seguridad en el éxito, que en realidad raramente se satisface”.

      La concepción altruista es diametralmente opuesta a la del capitalismo, basado en el llamado “egoísmo inherente al ser humano” como un sentimiento noble en esencia, y considera que cada persona es responsable de su propia felicidad y no de la de los demás. Este pensamiento está íntimamente ligado al capitalismo puro.

      Según Gilles Deleuze, el capitalismo deshumaniza, sitúa a la sociedad dentro del marco de un proceso de producción, donde el amor se convierte en un elemento más de dicho proceso. Las empresas publicitarias analizan al ser humano, y utilizan el amor y el sexo como reclamo de un modo desnaturalizado y grotesco evocando en el consumidor sentimientos amorosos y de deseo, pero su fin último no es buscar el amor, sino su dinero y su trabajo.

      Gilles Deleuze fue un filósofo francés , considerado entre los más importantes e influyentes del siglo XX, considera que el capitalismo produce una perversión del concepto natural del amor, situando al ser humano como parte de una máquina productora y destruyendo el concepto del cuerpo y el alma. Michel Foucault refiriéndose a la sociedad capitalista, se opone “al fascismo que hay en todos nosotros, en nuestras cabezas y en nuestro comportamiento diario, que nos hace amar el poder, desear esa misma cosa que nos domina y explota”. Werner Sombart consideraba la desnaturalización del amor en la sociedad como una última etapa de un proceso destructivo evolutivo que no es privativo de la cultura occidental.

      En relación a la persona el amor propio desde el punto de vista de la psicología humanista, es el sano amor hacia uno mismo, sinónimo de autoestima, positivo para el desarrollo personal e indispensable para las buenas relaciones interpersonales, contrario al narcisismo que conlleva egocentrismo y autoestima baja. Para el budismo, que califica al ego como una mera ilusión de nuestra mente, el amor real, amor compasivo, sólo existe cuando se dirige hacia otra persona, y no hacia uno mismo. El psicoanálisis, califica al ego como la única realidad, de forma opuesta al budismo.

      El amor incondicional, es el amor compasivo, altruista, que se profesa sin esperar nada a cambio, entre ellos se encuentran el amor espiritual que es el amor incondicional por antonomasia. El amor maternal, el amor filial y el amor fraternal afloran de un sentimiento en el Collège de France profundo de gratitud y reconocimiento a la familia, y se manifiesta por emociones que apuntan a la convivencia, la colaboración y la identificación de cada sujeto dentro de una estructura de parentesco.

      En las culturas religiosas monoteístas, el amor suele mencionarse y ser apoyado por Dios, como es el caso del judaísmo, del cristianismo y del Islam. Aquellas personas cuyo amor está o se supone que está cercano al amor universal, o a Dios, reciben el nombre de santos. Tanto en el budismo como en el cristianismo, el Islam, el hinduismo o el judaísmo suelen representarse con una aureola alrededor de su cabeza. Los budas son presentados con aureolas adicionales alrededor de todo su cuerpo.

      La amistad es un sentimiento que se origina en la necesidad de socialización del ser humano; el amor al prójimo emana a su vez del uso de la facultad de la mente para tolerar y constituye la abstracción de la amistad; el amor romántico germina en la expectativa de que un ser humano cercano colme a uno de satisfacción y felicidad existencial; el amor confluente es el amor que brota entre personas capaces de establecer relaciones de pareja, en oposición al amor romántico, no tiene que ser único, ni ser para siempre, ni supone una entrega incondicional; el amor sexual incluye el amor romántico y el amor confluente; el amor platónico es la elevación de la manifestación de una idea hasta su contemplación, no hay un elemento sexual o éste se da de forma mental, imaginativa o idealista y no de forma física; el amor a los animales y a las plantas nace de un sentimiento protector; también se considera amor sentir aprecio hacia algo abstracto o inanimado, un lugar de nacimiento, el honor, la independencia, la integridad; o, el amor a Dios, a una deidad, enseñanzas recibidas mayoritariamente desde la infancia basadas en la fe, considerando a Dios como la fuente de todo amor; el amor universal o amor espiritual es expresión del kama, éxtasis o iluminación, estados de conexión absoluta con el universo o con Dios.

      En palabras de Helen Fisher, el amor es el resultado de reacciones químicas, y el conocimiento de tal hecho no es impedimento para su disfrute. Popularmente, el amor se considera un sentimiento basado en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro, pasional y sexual, que intensifica las relaciones interpersonales, como complemento para su existencia. También se aplica a otras relaciones diferentes en un sentido más amplio: el amor al arte, a la belleza, a la humanidad o a la naturaleza, suele asociarse con la empatía, e implica un gran afecto por algo que ocasiona felicidad o placer al que ama. El amor es contrario al odio, al desprecio o al egoísmo. La convivencia del amor y el odio en las relaciones amorosas responde a aspectos conductuales y fisiológicos.

      Desde el punto de vista cultural, históricamente el amor sexual se ha entendido entre las personas de sexo opuesto como del mismo sexo. El movimiento hippie de los años 60, utilizó el amor como uno de los principales elementos de la contracultura, ejemplificado en el eslogan “haz el amor, no la guerra”. La “magia del amor”, provoca una subida del nivel de conciencia produciendo cambios a nivel de la percepción idealizada que generalmente acaba siendo sustituidos por la experiencia del ego, de la personalidad: el apego y el deseo. Con el paso del tiempo, el individuo deja de ser creativo y se vuelve rutinario y predecible en el amor, cree continuar viviendo la relación como amor verdadero, pero ya es simplemente un conjunto limitado de emociones, experiencias y actitudes. La magia se pierde con el tiempo y es sustituida por la percepción de lo que se cree ser el “yo”, un ser natural dotado de inteligencia humana.

      Desde el punto de vista de la biología, el amor es medio para la supervivencia del ser humano, de los animales y de las especies. Los modelos biológicos del sexo tienden a contemplar el amor como un impulso de los mamíferos tal como el hambre o la sed. Recientes estudios en neurociencia han indicado que, a medida que las personas se enamoran, el cerebro secreta una serie de sustancias químicas, feromonas, dopamina, norepinefrina y serotonina, que actúan de forma similar a las anfetaminas, estimulando el centro del placer del cerebro y llevando a efectos colaterales tales como aumento del ritmo cardíaco, pérdida de apetito y sueño, o una intensa sensación de excitación.

      El amor y el odio son muy parecidos, siendo la indiferencia el opuesto de ambos. Normalmente hacemos ambas cosas: amamos y odiamos al mismo tiempo: cuando odiamos, concentramos nuestra atención tanto como cuando amamos; cuando amamos o cuando odiamos, nos obsesiona pensar en ello, tenemos una gran cantidad de energía y nos cuesta comer y dormir.

      Desde corrientes psicoanalíticas, para Erich Fromm el amor es un arte y, como tal, una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no una pasión que se impone contra la voluntad de quien lo vive. El amor es, así, decisión, elección y actitud. Recomienda proceder ante el amor de la misma forma que lo haríamos para aprender cualquier otro arte, como la música, la pintura, la carpintería o la medicina. Y distingue, como en todo proceso de aprendizaje dos partes, una teórica y otra práctica.

      Desde el punto de vista de la psicología humanista, la necesidad de amor se basa en algo que incita a las personas a ser aceptadas y adheridas a una relación. Las necesidades o pulsiones-deseo, descritas por el psicoanálisis, nunca llegan a una satisfacción completa o son acompañadas por el surgimiento de una nueva necesidad, consecuentemente siempre late en la persona un estado de requerimiento amoroso.

      Cuando en las relaciones sentimentales existe cierto grado de egoísmo, se producen situaciones en las que uno de los amantes, por miedo al fracaso, o por la inseguridad emocional que le produce su falta de autoestima, polariza su egoísmo en una muestra extrema y desesperada de altruismo, que a modo de ultimátum se manifiesta por un amor desmedido, pudiendo incluso llegar a poner en peligro su propia existencia o la de la otra persona por estar experimentando un estado polarizado de obsesión. En este caso, el que ama, desea y anhela el bien y la felicidad del ser amado, lo hace por encima de todas las cosas. No obstante, algunos confunden esa polarización con amor “verdadero” o “sano”, y exigen de la otra persona el mismo comportamiento, pudiendo manifestar frustración extrema y, como salida a dicha frustración, violencia.

     Desde el punto de vista del budismo, el dar sin recibir a cambio, el sacrificarse y anteponer las necesidades del ser amado por encima de las de uno mismo, suele considerarse, para las personas que no han cultivado suficientemente el altruismo, es decir, para las personas que no son capaces de amar sin apego, una antesala al desequilibrio emocional, ya que la persona objeto de la obsesión no tiene por qué responder al dictado; o puede incluso que, bajo una actitud igualmente egoísta, no agradezca el esfuerzo y exija aún más.

     La solidaridad y la empatía son sentimiento de unidad basados en metas o intereses comunes, aparecen cuando los sentimientos o emociones de una persona causan sentimientos similares en otra. La creación de un estado de sentimiento compartido, implica afinidad, inclinación mutua y amabilidad. La capacidad de empatía depende en gran medida de un desarrollo de la conciencia del “yo”, es una habilidad tanto cognitiva como emocional del individuo que se desarrolla paulatinamente a lo largo de la vida, y que mejora cuanto mayor es el contacto que se tiene con la persona que uno empatiza.

      El sentido de la vida se origina con la intención hacia la que dirigimos nuestro amor y orientamos nuestros pasos, apuntando hacia el desarrollo de nuestro potencial humano e individual, al servicio del bien común. Más allá de la indispensable cobertura de nuestras necesidades básicas, la felicidad no se encuentra en el consumo o en la acumulación de bienes materiales, sino que la hallamos en todo aquello que no tiene precio: el amor, la amistad, la naturaleza... Apreciar y valorar los grandes regalos de la vida, es un primer paso para amarla y protegerla, uniendo nuestras fuerzas con las de todas las personas cuya sensibilidad humana hagan palpitar su corazón al unísono con el de la humanidad.

      Apoyar un Pacto Humanitario de subsistencia es un acto de amor al prójimo y a ti mismo, equitativo, consciente, aceptado, sentido y percibido con todo el corazón, con toda el alma, y con todas las fuerzas, como afirmación mutua de la dignidad para alcanzar la paz totalmente humanizada, conciliando el encuentro y la concordia por misericordia mutua, por cooperación, por amistad. Apoyar, secundar, corroborar y confirmar el Pacto Humanitario es un acto de amor incondicional hacia todos los seres sintientes que relacionan nuestra unidad existencial con todas las conciencias, creando nuestro propio universo de amor paradigmático.

La Paz

      Se refiere a la necesidad de socialización y a las exigencias económicas de su obtención.

      La Declaración de la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura nos dice: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse la defensa y protección de la paz”. En el Derecho internacional, el estado de paz se alcanza en aquellas situaciones en que se resuelven los conflictos internacionales de forma no violenta, con convenios o tratados, que ponen fin a las guerras.

      En sentido positivo, se alcanza la paz cuando la situación de las partes se encuentran en equilibrio, estable, y en un estado social o personal de unidad, con un nivel reducido de violencia directa y un elevado nivel de justicia, en este sentido el conflicto es visto como una parte natural de la vida y un beneficio en su pacífica solución; también la paz es definida en sentido negativo por la ausencia de inquietudes, violencia o guerras, y puede entenderse como resignación, como huida o inexistencia de conflictos, presupone un aparato militar que garantice el orden, disuada al enemigo y asegure la perpetuación del “statu quo”.

     La paz, en síntesis, no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de violencia estructural... es la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con la naturaleza, un estado interior positivo, una situación exenta de sentimientos negativos como la ira o el odio, deseada tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito o meta de vida, y se percibe en el entendimiento tácito para el mantenimiento de unas buenas relaciones mutuamente beneficiosas entre individuos, y entre distintos grupos, clases o estamentos sociales.

    El Secretario General, Kofi Annan, dijo en una ocasión. “No hay causa que justifique la pérdida de vidas inocentes, y esta convicción debería ayudarnos a esforzarnos más por traer la paz”.

     La idea de la paz ha estado presente en la filosofía china, entendiendo el pacifismo como el autocontrol y la conciencia de nuestros actos violentos, el amor a la vida y todas sus expresiones, o en el hinduismo que respeta todas las formas de vida y la negación a toda violencia entendida como modo de conducta, o en los principios de la tradición judeocristiana, que se negaban a tomar armas y ejercer la violencia ejemplificado en el sermón de la montaña: “No resistáis a la violencia con la fuerza”.

     En el siglo XVIII el pacifismo fue definido por diversas personalidades de las letras, las ciencias y las artes como: Leibniz, Voltaire, Rousseau, Bentham, Saint-Simón, León Tolstoi, o H.G.Wells, sin embargo fue en el siglo XX cuando se llevó a la práctica por figuras heroicas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, recibiendo un importante impulso. Después de la segunda Guerra Mundial once importantes científicos firmaron en Londres el Manifiesto Russell-Einstein que fue una primera declaración abierta contra el uso de armas de destrucción masiva. El movimiento Hippie de los 60, contra la guerra de Vietnam y la carrera armamentista, junto con acciones de protesta de activistas, como el cantante John Lennon y la artista Yōko Ono, fueron exponentes relevantes del pacifismo.

     A principios de este siglo la redacción de la Carta de la Tierra ha sido un hecho destacado en un intento por proteger el medio ambiente, los derechos humanos y la paz. Bajo el lema “No a la guerra”, las manifestaciones en contra de la invasión de Iraq del 2003, convocadas por internet y SMS, fueron las primeras de carácter global de la historia. La guerra contra el terrorismo y el aumento de las situaciones bélicas ha generado un movimiento pacifista basado en acciones no violentas para realizar cambios radicales en la sociedad.

     Las Primaveras Árabes en Túnez, Egipto y Yemen fueron movimientos pacifistas exitosos que se manifestaron contra la oligarquía. Sin embargo, en Siria y Libia, las manifestaciones derivaron en guerras civiles por la oposición represiva de sus gobernantes. Movimientos como, el 15-M o el de Wall Street buscaron la obtención de logros democráticos por medios pacíficos significando una fuerza popular de cambio social. El rechazo al uso de la violencia y la agresión, en cualquiera de sus formas, es una pedagogía y una práctica ético-política que usa la no violencia como medio de protesta, o como respuesta a la misma violencia. Se considera que todo acto violento genera violencia.

     La violencia, puede producirse a través de acciones y palabras, pero también por silencios e inacciones; se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan a un individuo o colectividad, con hacer daño físico, sexual, verbal o psicológico; afectan de tal manera que limitan las potencialidades presentes o de futuro del ser humano.

     El elemento esencial en la violencia es el uso de la fuerza tanto física como psicológica. Esto puede manifestarse de múltiples maneras, y está asociado a humillaciones, amenazas, rechazos, agresiones físicas o psicológicas con maltrato emocional, represión política o intolerancia religiosa a través de la intimidación, de ofensas o de acciones.

     Maquiavelo sostuvo que: “todos aquellos que escriben sobre asuntos cívicos muestran, como toda la historia prueba con multitud de ejemplos, que quien quiera que organice un Estado y establezca sus leyes tiene que asumir que todos los hombres son malvados y actuarán perversamente siempre que tengan la oportunidad de hacerlo. Tiene también que asumir, que siempre que su maldad permanezca oculta durante un tiempo, hay una razón oculta por la cual permanece inadvertida a la espera de una ocasión para manifestarse. Pero el tiempo, que es llamado el padre de toda verdad, lo desvela”.

     La polarización, el resentimiento, el odio, están en el origen de los problemas en las relaciones interpersonales y grupales, en forma de desconfianza o de miedo. La violencia puede manifestarse también como una amenaza sostenida y duradera, causante de daños psicológicos a quienes la padecen y con repercusiones negativas en la sociedad. Puede además ser encubierta o abierta; estructural o individual. Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.

     Con la Declaración del Milenio, los gobiernos se comprometieron a atender a las necesidades de sus pueblos, a liberarlos de la abyecta pobreza y la enfermedad, del azote de la guerra y de la amenaza de vivir en un planeta que ya no puede acoger a sus habitantes. Sin embargo, el número de habitantes del mundo que viven con 1 dólar o menos por día, en condiciones de hambre y sin agua potable, no ha decrecido. El número de personas que mueren de SIDA, paludismo, tuberculosis u otras enfermedades evitables no ha disminuido. Los factores que provocan el avance de la desertización, la pérdida de la bio-diversidad y el calentamiento de la atmósfera de la Tierra no han disminuido. Y en muchos lugares del mundo que sufren el azote de la guerra, personas inocentes siguen siendo víctimas de asesinatos, mutilaciones y también de la expulsión de sus hogares.

     Los avances históricos de la humanidad han sido posibles gracias a la capacidad de evolucionar cooperando por medios pacíficos. El pacifismo encamina las acciones hacia el entendimiento entre las naciones, en favor de la paz. Utiliza métodos activos no violentos como la diplomacia, la desobediencia civil, el boicot pasivo, la objeción de conciencia, las campañas de divulgación, la educación por la paz, la deconstrucción de la figura del enemigo... también la importancia de la inclusión social, la legitimidad frente a la legalidad vigente, la lucha social comprometida frente a la pasividad establecida, son metas del movimiento.

     La no violencia es una propuesta en positivo para transformar y humanizar la sociedad. Se piensa que la violencia y la exclusión social se muestran como un círculo vicioso promovido por actores históricos con intereses determinados, que fomentan la misma violencia de la que se alimentan: la organización de los estados para la violencia con ejércitos y armamento de consecuencias catastróficas, la preparación de las guerras, su justificación y legitimación mediática, el sexismo, el etnocentrismo, la competitividad fuera de la ley, son algunas de las actitudes que impiden la paz.

      La metodología de acción personal y social basada en la “no violencia activa” promueve: el rechazo a las diferentes formas de discriminación como violencia, la no colaboración con las prácticas violentas, la denuncia de todos los hechos de violencia y de discriminación, la organización y movilización social, voluntaria y solidaria, el apoyo decidido a todo aquello que favorezca la no violencia activa, la superación de las raíces de la violencia en uno mismo, el desarrollo de las virtudes personales y de las mejores y más profundas aspiraciones humanas.

      La acción por la transformación social va ligada a la educación por la evolución personal, al unísono, los activistas proponen superar ambas realidades utilizando métodos no violentos como la desobediencia civil frente a la violencia institucional, la huelga de hambre, el boicot a un producto o empresa, manifestaciones pacíficas, bloqueos humanos, no colaboración con la injusticia.... La potencia de los mecanismos tanto voluntarios como condicionados de cohesión social, la construcción de la figura del enemigo, la importancia de la inclusión, la legitimidad frente a la legalidad, la lucha social comprometida frente a la pasividad, son métodos activos usados por los pacifistas.

     La educación para la paz, entendida como vivir en armonía con uno mismo, con los demás y el medio ambiente, se conoce como el proceso de adquisición de valores y conocimientos, así como de actitudes, habilidades y comportamientos necesarios para conseguir la paz. Como la propia educación, se percibe la educación para la paz como un derecho humano. Se persigue la armonía social, la justicia, la igualdad, un cambio radical en la sociedad.

     Los investigadores de las ciencias de la paz, como Betty Reardon y Douglas Roche, propone que la educación para la paz tome partido en el proceso de socialización por valores que alienten el cambio social y personal; cuestionan el propio acto educativo, alejándose de la concepción tradicional de la enseñanza como algo meramente de transmisión.

      Estos científicos entienden el acto educativo como un proceso activo-creativo en el que el alumnado es agente vivo de transformación; denuncian la violencia simbólica, estructural, presente en el marco escolar; intentan que coincidan fines y medios tratando de llegar a contenidos distintos a través de medios distintos, haciendo del conflicto y del aprendizaje de su resolución no violenta el punto central de su actuación; proponen combinar ciertos conocimientos sustantivos con la creación de una nueva sensibilidad, de un sentimiento empático que favorezca la comprensión y aceptación del otro. Los autores de este estudio sostienen que se trata, en suma, de aprender a pensar y a actuar de otra manera.

      La Declaración y Programa del Milenio propone medidas para promover una cultura de la paz, por medio, principalmente, de la educación. En dicho documento hace un llamamiento a todos los individuos, grupos, asociaciones, comunidades educativas, empresas e instituciones, a llevar a sus vidas cotidianas un compromiso basado en el respeto, el rechazo a la violencia, la generosidad, el entendimiento, la preservación ambiental y la solidaridad. También se intenta concienciar al mundo sobre la necesidad de desarrollar una cultura de “no-violencia” exigiendo la participación de todos, forjando un mundo más justo, más solidario, más libre, digno y armonioso, y con prosperidad para todos, un cambio evolutivo. Recomienda liberar la generosidad; defender la libertad de expresión y la diversidad cultural; privilegiar el diálogo sin ceder al fanatismo y al rechazo; promover el consumo responsable; tener en cuenta la importancia de la vida y el equilibrio de los recursos naturales del Planeta.

      La palabra humanitarismo se utiliza para referirse al conjunto de actividades relacionadas con el bienestar humano, se basa en la opinión de que todos los seres humanos merecen respeto y dignidad y deben tratarse como tales. Rechazan la esclavitud, la violación de los derechos humanos, y la discriminación por el color de la piel, de la religión, de la ascendencia, o del lugar de nacimiento... Según Albert Schweitzer: “El humanitarismo consiste en no sacrificar jamás a un ser humano por un objeto”. Impulsa a la gente a salvar vidas, a aliviar el sufrimiento y promover la dignidad humana en desastres naturales o provocados por la mano del hombre.

      Los principios fundamentales del humanitarismo se pueden encontrar, de forma casi idéntica, en todas las grandes religiones, en el budismo, el islam, el cristianismo, el judaísmo, el hinduismo, el brahmanismo,
Albert Schweitzer: fue un médico, filósofo, teólogo, y músico alemán nacionalizado francés, misionero médico en África y Premio Nobel de la Paz en 1952 el confucianismo, y el taoísmo. También encontramos estos principios en el positivismo: “El humanitarismo no es una religión que se opone a otras religiones, una moral que se opone a otras morales, pero cuadra con los preceptos de las religiones y de la moral. Es un terreno en el que gentes de todas las tendencias pueden encontrarse y darse la mano, sin traicionar lo que es en ellas más íntimo y más sagrado.”

      El humanitarismo describe el pensamiento y las doctrinas detrás de la respuesta de emergencia a las crisis. Las organizaciones humanitarias, como la Cruz Roja o Médicos sin Fronteras, así como multitud de ONGs de acción humanitaria, no toman parte en las hostilidades o adoptan medidas ventajosas para una de las partes del conflicto, su independencia garantiza la ayuda a las víctimas de las guerras y catástrofes ambientales, y no de las políticas, o de las religiones.

     En ciencia política y relaciones internacionales, la guerra es un instrumento político, al servicio de un Estado u otra organización. Es la forma de conflicto socio-político más grave entre dos o más grupos humanos. Desde el principio de las civilizaciones supuso el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados, con el propósito de controlar recursos naturales o humanos, o para imponer algún tipo de ideología o religión, sometiendo al enemigo. Las guerras se producen por el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, por dirimir disputas económicas, o por causas ideológicas o territoriales... Según , la guerra es “la continuación de la política por otros medios”.

      Aristóteles afirmó que la guerra es un medio en vistas de la paz, como lo es el trabajo en vistas al ocio, o la acción en vistas al pensamiento. Funck Brentano y Alberto Sorel escribieron: “La guerra es un acto político por el cual varios Estados, no pudiendo conciliar lo que creen son sus deberes, sus derechos o sus intereses, recurren a la fuerza armada para que esta decida cuál de entre ellos, siendo más fuerte, podrá en razón de la fuerza, imponer su voluntad a los demás “.

      Platón en La República explica el origen de la guerra: “Si queremos tener bastantes pastos y tierras de labor, ¿tendremos necesidad de usurpar algo a nuestros vecinos y nuestros vecinos harán otro tanto con nosotros, si traspasando los límites de lo necesario, se entregan como nosotros al deseo insaciable de enriquecerse? ¿haremos pues la guerra en pos de esto?. Hemos descubierto nosotros el origen de este azote, que cuando descarga, acarrea funestos males a los Estados y a los particulares”.

      Existen dos grandes divisiones teóricas respecto a la guerra: como producto racional de ciertas condiciones políticas o como producto de una tendencia irracional de los seres humanos, aquellas que ven el origen de la guerra en causas no atribuibles a fundamentos racionales, como sentimientos religiosos o emociones.

      Explicaciones biológicas, psicológicas o de la psicología social arguyen que: “el hombre es un animal agresivo sujeto a tendencias tanto de competición como de cooperación que se observan en animales sociales”.

      La visión alternativa ve el origen de la guerra como equivocaciones o percepciones erróneas. Von Clausewitz indica que se recurre a la guerra cuando se estima que las ganancias superan a las pérdidas potenciales, a través de un análisis de costo-beneficio. A su vez, se pueden distinguir dos posiciones que se resuelven a través de la guerra: la primacía de las políticas domésticas, cuando existen tensiones internas, y la primacía de las políticas internacionales motivadas por consideraciones geopolíticas.

      Existe el derecho de autodefensa o de legítima defensa contra el enemigo exterior, cuando se ataca injustamente a un pueblo. Si se niega este derecho de legítima defensa se robustece al agresor y se pone en peligro la paz de los pueblos. La defensa del bien público prevalece sobre cualquier derecho del agresor e incluso sobre los riesgos que puedan tener los propios súbditos agredidos. Desde el punto de vista filosófico, se considera que el movimiento difusor de un espíritu de entendimiento y comprensión entre los pueblos, con el fin ético y moral de conseguir la paz y acuerdos sin derramamiento de sangre, merece el más alto reconocimiento.

     Hay que destacar el papel que desempeñan los Mensajeros de Paz y Embajadores de Buena Voluntad en el apoyo al trabajo de las Naciones Unidas alrededor del mundo para mejorar las vidas de gente en todas partes. No hay causa que justifique la pérdida de vidas inocentes, y esta convicción debería ayudarnos a esforzarnos más por traer la paz.

      Misiones de paz, en términos de política internacional, son aquellas acciones amparadas por las Naciones Unidas en las que se establecen medidas preventivas o coercitivas para la salvaguardia de la paz en un país o territorio, a través de acciones diplomáticas dirigidas a establecer, mantener, asegurar, imponer y consolidar la paz.

      En situaciones de alto riesgo se establecen unos mecanismos que activan la diplomacia de los países más influyentes, para que, mediante negociación, eviten la declaración de hostilidades, tratando que las partes beligerantes se acojan al Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas, con presencia de fuerzas militares o civiles en las zonas en conflicto y con el beneplácito de las partes, cuyo objetivo es separar a los contendientes y garantizar la ayuda humanitaria. 

      Como última solución se impone la paz, utilizando las fuerzas armadas bajo la bandera de las Naciones Unidas, cuando las partes no han aceptado, o ha sido imposible alguna de las medidas anteriores. Finalmente, se realizan tareas de separación de las partes y mantenimiento de un mínimo de orden civil. La resolución del conflicto incluye la ayuda humanitaria, el desarme de los beligerantes, la supervisión de procesos electorales, canalización de ayudas a la reconstrucción y establecimiento de un poder civil legítimo y civilizado.

      La palabra “civilización” deriva indirectamente del latín civis “ciudadano” a través de civil y civilizar. En la ciudad está el origen del concepto de ciudadano, y por ende, de civilización, entendida como sociedad compleja, con instituciones y estructuras sociales, disponibilidad de tecnologías, explotación de recursos productivos y relaciones sociales más abiertas, sostenibles y duraderas si son respetuosas con el medio ambiente. Las civilizaciones históricas, aparecieron con los primeros soberanos, creando Estados con poder político, y con escritura propia para el registro legislativo, religioso, y perpetuación de la memoria. Civilización es sinónimo de Cultura, engloba ideologías, creencias, valores, costumbres, leyes e instituciones.

      Salvajismo, barbarie y civilización son estadios tradicionales de la evolución cultural de la humanidad que implican la idea de progreso. Civilizar es sacar a algo o alguien de un estado bárbaro o salvaje, instruyéndole en las artes de la vida de modo que pueda progresar en la escala humana. Tienen que ver con la cultura y la educación, pero también, y en gran medida, con el poder y las religiones. El individuo interioriza comportamientos, maneras de pensar y de sentir, una cultura que permite explicar sus acciones o sus creencias.

      En tanto el grupo prospera, todos los miembros del grupo prosperan. Aristóteles afirmaba que el ser humano en sociedad era político: “vive en familias, clanes, grupos y manadas llamadas aldeas, pueblos, ciudades o naciones, y siente necesidad de juntarse con otros semejantes para poder realizarse como tal”. Umberto Eco opina que “nos enfrentamos a la aparición de un nuevo tipo de ser humano contemporáneo, cuyos principales rasgos identificativos son: su tendencia universalista, el sentirse ciudadano del mundo saliendo más allá de los propios límites geográficos y mentales, poseedor de una conciencia de implicación, acercamiento de la vida ajena a la propia, “todo atañe a todos”.

      Desde esta perspectiva global, se considera el bien del grupo más importante que el bien individual. El individuo sirve a su propio interés al servir a los intereses del grupo. Los derechos de la colectividad son la suma de los derechos individuales comunes.

      El colectivismo sostiene que: “La medida del poder humano no sólo se encuentra en el dinero ni en los valores bursátiles y de los mercados, sino también en los valores humanos. Gandhi, Susan Anthony, Luther King o Nelson Mandela, son ejemplos de humildad, sabiduría y generosidad. Hombres y mujeres cuya voluntad y espíritu indomables les permitieron superar toda clase de obstáculos hasta lograr los mayores triunfos en reconocimiento de derechos e igualdad de oportunidades en el camino colectivo hacia el cambio social. Ellos y los millones de héroes anónimos que todos los días sacan adelante a sus familias, con trabajo, esfuerzo y dignidad, mientras hacen todo lo posible por ser cada día mejores, contribuyendo en la medida de sus propias posibilidades al cambio social. A ellos les debemos nuestro progreso humano”.

      No hay que olvidar que estamos en la era del conocimiento e internet, con el incremento de la facilidad al acceso a la información, con los avances tecnológicos se ha modificado la forma tradicional de desarrollo de muchas de las actividades humanas, se están transformando radicalmente las economías nacionales, los mercados financieros, la estructura de la industria, los productos y servicios, los puestos de trabajo, los mercados laborales... la sociedad cambia, y nunca nada vuelve a ser igual que antes, evolucionamos.

       Para que los ideales de un mundo mejor adquieran fuerza, en muchas ocasiones se ha dicho que basta con que una sola persona crea en ellos y actúe por alcanzarlos, los demás se sumarán en la medida que coincidan sus anhelos. Todos formamos parte de la especie más avanzada de la historia, intelectual y telemática, y contamos con los recursos, el conocimiento y la tecnología necesarios para redirigir las acciones en pro del fin de la violencia, de la pobreza y de la exclusión social. Podemos influir sobre los gobiernos democráticos, extendidos a escala planetaria, exigiendo la transformación de las sociedades hacia una cultura de la paz, humanitaria, social, con recursos económicos derivados del valor mínimo de la vida.

      La labor de las Naciones Unidas en pro de la paz es esencial, pero no es fácil. De hecho, en innumerables comunidades de todo el mundo la paz sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar. Desde los campamentos de desplazados a las calles de Bagdad, la búsqueda de la paz está plagada de reveses y sufrimientos. Deberíamos reflexionar sobre el precio que pagamos todos a causa de los conflictos.

      Finalmente, las guerras y la violencia acaban siendo un negocio muy rentable para los fabricantes y países exportadores de armas, y crea una gran cantidad de puestos de trabajo de difícil renuncia por parte de los gobernantes, cosa que hace imprescindible implementar el valor mínimo de la vida en la reconversión de la industria armamentística hacia el sector aéreo-espacial mucho más necesitado de inversiones para acelerar el proceso en la búsqueda de recursos naturales y en la creación de hábitats en otros astros que den salida digna al problema de sobrepoblación en la Tierra.

       Después de conocer la propuesta original de este libro, nadie estará exento de responsabilidad si no se actúa y se consensua la aceptación de un Pacto Humanitario que dote a los individuos, a los Estados y al sistema de las Naciones Unidas de los recursos económicos necesarios para la subsistencia ante los retos del siglo XXI. Si seguimos con los mismos parámetros del viejo paradigma analógico y nos resistimos a aceptar las nuevas y beneficiosas posibilidades que nos brinda el paradigma digital, continuaremos con las crisis, las guerras y los desastres climáticos. La situación de desarrollo insostenible actual y, por tanto, en gran medida suicida, puede revertirse en beneficio de todos y de todas. Aún estamos a tiempo de parar, reparar y salvar la Tierra, darle la oportunidad a la naturaleza de manifestarse en nosotros como máxima expresión de su inteligencia evolutiva, y resolver a su favor aceptar el valor mínimo de la vida como recurso económico de subsistencia del planeta.

      Les invito a que asumamos el Pacto Humanitario no sólo como una prioridad, sino como una pasión, a que nos comprometamos a hacer todo lo posible y más, donde quiera que estemos y con los medios a nuestro alcance, para que todos los días sean días de paz... el mensaje es verdaderamente universal.

TERCERA PARTE

Implementación del Pacto Humanitario

La implementación del valor mínimo de la vida en el sistema tiene tres niveles de aplicación:

      -Individual: el dinero del valor mínimo de la vida se implementarán en el sistema en el acto telemático de la compra de alimentos con dinero procedente del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial del que cada persona, sin excepción, será titular de una cuenta básica de subsistencia, con un límite mensual, destinado a la compra electrónica de alimentos esenciales para la vida.

      -Estatal: los Estados miembros podrán disponer de la financiación económica necesaria derivada del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial de la suma del patrimonio del valor mínimo de la vida de sus ciudadanos para hacer frente a los costes de creación y mantenimiento de los servicios públicos.

      -Global: la Organización de las Naciones Unidas dispondrá de financiación para su estructura procedente del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial y para hacer frente a los retos del cambio climático y paliar sus consecuencias.

Implementación Individual

      A través de cualquier oficina bancaria, repartidas por todo el mundo, el ciudadano o ciudadana podrá acceder al dinero de subsistencia en su uso de compra de alimentos. Podrá disponer, con cualquier sistema electrónico de pago, del derecho al tributo patrimonial del valor mínimo de su vida, representado en el Certificados de Valor Agregado de Subsistencia. Este documento financiero, resultado del contrato de futuro firmado por sufragio universal, aceptando por mayoría el Pacto Humanitario, habilita una línea de transferencia desde la cuenta personal del Fondo de Subsistencia compuesto por el Activo Patrimonial Agregado del Banco Mundial, a la entidad bancaria del vendedor de comestibles.

      Los ciudadanos que no dispongan de una cuenta bancaria deberán acercarse al banco de su elección para formalizar su derecho, o los mismos bancos serán los interesados en acercarse a los nuevo consumidores para captarlos como clientes, y, en último caso, será el Banco Mundial quién prestará el servicio. A petición del interesado, el banco del particular comunicará los datos del titular, el número de cuenta, las altas y bajas... al Banco Mundial, para crear la alta o baja en el Activo y Pasivo del Fondo de Subsistencia. Manipular o falsificar los datos se considerará delito de lesa humanidad y estará penado según las leyes dispuestas a tal fin.

      Como norma cada ciudadano y ciudadana dispondrá de una cuenta de subsistencia del Banco Mundial, sin embargo, para facilitar la compra del núcleo familiar o de convivencia, se sumarán los ingresos automáticos diarios del mínimo valor de subsistencia, establecido por Índice Patrón Básico, en el Activo y Pasivo del Fondo de Subsistencia de las cuentas de los miembros del núcleo, vinculándolas a una única cuenta que todos podrán usar, cada uno con su propio sistema de pago telemático, con un único saldo límite para todos. De esta manera conseguimos simplificar la compra de la cesta de alimentos por uno de los componentes del núcleo familiar o de convivencia, liberando a los demás de la ocupación del su tiempo.

      Por otra parte, no será necesario ir a comprar diariamente los alimentos básicos del día ya que se podrá disponer del total del saldo en una compra mensual, si se requiere, o según las necesidades de cada persona, semanal o diariamente.

      Las cuentas de los menores de edad del Fondo de Subsistencia estarán vinculadas a las cuentas de los padres, o la de sus tutores. La persona adquirirá, con la mayoría de edad, el control de su cuenta. Si es su deseo, podrá decidir a partir de ese momento sumar su saldo a la cuenta del núcleo familiar de convivencia, o pasar a tener una cuenta individual.

     El límite del saldo de cada cuenta de subsistencia estará fijado en un tope mensual establecido en relación proporcional con el nivel de vida de cada país. Para definir este tope se establecerá, por dietistas reconocidos, una cantidad de dinero cuantificado en un precio, resultado de la media diaria por persona del coste o gasto en alimentación esencial para la subsistencia, reflejado en el Índice Patrón Básico de cada país.

     Cada día, el Banco Mundial ingresará, en cada cuenta de subsistencia del Fondo de Subsistencia, la cantidad de dinero estipulado por el Índice Patrón Básico de cada país, hasta el máximo del saldo límite mensual. En ningún caso se podrá superar el límite mensual fijado para cada cuenta. Si alguna cuenta llegase al tope del saldo, se dejaría de ingresar el efectivo diario por no poder sobrepasar el límite mensual estipulado, resultado de la suma del número de días del mes corriente, de acuerdo al Índice de Subsistencia.

      Los productos de consumo seguirán siendo de libre competencia de acuerdo a las leyes, y será el consumidor quien se decante por la mejor calidad o el mejor precio. Estarán regulados por la ley de la oferta y la demanda, y los precios controlados por los Estados, como ocurre en la actualidad. Es y será tarea del comprador ajustar su compra al límite del saldo. Todos los productos de alimentación que sobrepasen el límite del saldo de subsistencia se pagarán con los propios recursos económicos. Este sistema que proponemos no priva a nadie de su capacidad adquisitiva y de la libertad de compra a elección, suma su valor al que de por sí ya se posee de acuerdo a las circunstancias de la vida.

      Si se da la circunstancia de que un titular cambiara de país, definitiva o temporalmente, las características de la cuenta pasarían a tener las mismas que allí estén establecidas. El saldo de la cuenta de subsistencia y su ingreso diario se adecuará al nivel de vida del nuevo país de residencia. El ingreso diario, en las cuentas de subsistencia, estará sujeto a las subidas y bajadas trimestrales y anuales del índice de Precios al Consumo (IPC) de cada país.

     Para evitar usos malintencionados, el pago en la compra de bienes y servicios básicos sólo se podrá realizar con sistemas telemáticos de pago, y se seguirá llevando un riguroso control informático del buen uso del sistema, para que no pueda existir ningún tipo de fraude, tal como sucede hoy en día. Cualquier enajenación ilícita de los recursos del nuevo modelo económico para el enriquecimiento personal será sancionado por la ley internacional, con sentencias ejemplares y públicas.

      Es relativamente sencillo predecir la necesidad de alimento de una determinada población, lo que obliga a la ONU y los Estados a prever las necesidades y actuar a tiempo para satisfacerlas, y aún más contando con los recursos financieros del Fondo de Subsistencia. Para frenar la especulación alimentaria, la Organización de las Naciones Unidas y los Estados podrán crear nuevos cultivos, almacenando el excedente de alimentos en stocks, en previsión de futuras crisis alimentarias.

Implementación Estatal

      Al mismo tiempo, los Estados podrán solicitar al Banco Mundial el capital necesario del Fondo de Subsistencia para financiar los servicios públicos de la sociedad del bienestar (vivienda, educación, salud y servicios sociales, seguridad, justicia, transporte...) de acuerdo a su nivel de desarrollo y a las necesidades de sus ciudadanos.

      Para ello se establecerá una clasificación de prioridades dependiendo las circunstancias de cada Estado y unos estándares solidarios. Unos protocolos que establezcan las normas que garanticen un uso adecuado del dinero de subsistencia para el beneficio, y con la cooperación, de todos los gobiernos ajustando las partidas a las necesidades reales de los ciudadanos.

      La normalización del nuevo modelo económico tiene por objeto establecer, ante necesidades reales o potenciales, disposiciones destinadas a regular la distribución solidaria del Fondo de Subsistencia, con el fin de obtener un nivel de ordenamiento óptimo en la adjudicación del capital creado a tal fin. La reglamentación debe responder a los objetivos de simplificación de trámites, unificación de criterios y especificación de objetivos, con un lenguaje claro y preciso.

      El dinero destinado a servicios sociales de un Estado se percibirá una vez acabado el proyecto y comprobado que se ajusta a lo convenido. Las naciones y sus ciudadanos sabrán con toda exactitud (gracias a las prestaciones de la telemática) la cantidad de dinero de subsistencia inyectado en el mercado y los Gobiernos podrán controlar los flujos inflacionarios retirando de la circulación, si fuera preciso, el excedente de capital de los impuestos recaudados, y/o subir los tipos de interés, entre otras medidas, tal como se hace hoy en día, como ya hemos explicado.

     Desarrollar las normas en este texto no es el objetivo de esta publicación, sólo apuntar que deberían ser elaboradas por economistas reconocidos de distintos países y consensuada por todos los miembros de las Naciones Unidas.

Implementación Global

      La Organización de las Naciones Unidas dispondrá de la financiación suficiente procedentes del Fondo de Subsistencia para mantener los gastos de toda la organización y sostener sus proyectos de desarrollo, control de su ejecución y valoración de su consecución, dentro de unos parámetros razonables.

      La ONU conjuntamente con su organismo especializado Banco Mundial serán quienes administren el Fondo de Subsistencia decidiendo la políticas y cantidad de las aportaciones económicas a los individuos, empresas y Estados para erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial.

Alegato final

      Les rogamos que hagan uso de sus talentos para conseguir la paz mínima, perpetua y mantenida, y conseguir un mundo mejor.

      Con el poder de abstracción que posee la mente o el alma, podríamos seguir y seguir explicando los porqués y los cósmos, las maneras y los métodos, la gracia y la virtud... seguir y seguir el desarrollo del contenido del Pacto Humanitario hasta la saciedad. Creemos que este no es nuestro cometido, otros se encargarán de ello, estamos convencidos.

      Les pediríamos, como último deseo, que imaginen el concepto de valor mínimo de subsistencia, tal y como está explicado en el libro, y sientan el beneficio del día a día en las personas y en el medio ambiente: la eminente paz universal, la justicia social, la seguridad ciudadana y el adecuado funcionamiento de los servicios de educación, salud, vivienda, y transporte público.

      Percibirán como la vida cotidiana adquiere un sentido más humano, con nuestros mismos ideales y propósitos, creencias y tradiciones o ambiciones sociales, con nuestros comportamientos regidos por las mismas leyes constitucionales de cada país.

      En nuestra construcción imaginaria de un mundo civilizado en paz, sin miseria, ni guerras, podemos sentir que la propia educación, experiencia, aptitudes y expectativas serán mejores en el nuevo paradigma, sin duda, podemos comprender que la paz está en nuestras vidas porque de ella emana nuestro conocimiento y el resto de valores.

      Aceptar un Pacto Humanitario no requiere cambiar de forma de entender la vida, pues ésta seguirá sus propios designios, teniendo el mismo valor que ahora mismo le damos, el mismo de antes de imaginarlo, con optimismo renovado. Seremos los mismos humanos, más humanos, de acuerdo a nuestra propia identidad, gustos, creencias y valores culturales de pertenencia.

      Antes de leer este libro, ya sabíamos que la vida tenía un valor inmenso y que no hay nada que tenga tanto valor que pueda equipararse a ella, es inconmensurable, sin embargo ahora, como creemos haber demostrado, sabemos calcular su mínimo valor de subsistencia y derivar su valor al bien de la comunidad global, para uso y disfrute de todos.

      Los paradigmas que definen civilizaciones evolucionan debido a que surgen dentro de ellas anomalías, cuando alcanzan un punto crítico el modelo comienza a ser cuestionado, iniciando el cambio en el que nos encontramos. Durante esta transición hacia un nuevo paradigma, las incertidumbres surgidas provocan confusión entre lo viejo conocido y lo nuevo más avanzado. Como modelo de adaptación a los cambios en el paradigma, en éste libro hemos descrito, las características de lo nuevo, en términos de lo viejo, hemos creado un modelo reconocible como real dentro de la razón del conocimiento dominante. Lo nuevo que proponemos es la adaptación de lo viejo a las nuevas posibilidades de la sociedad telemática.

     A pesar de que en los últimos cien años la situación global ha mejorado con grandes avances en tecnología, en medicina y en ciencias y en derechos humanos...; el fin de la esclavitud en los llamados países desarrollados; la liberación de la mujer en la mayor parte de los países... por contra ha habido crisis y despotismos humanos en forma de regímenes totalitarios, cruentas Guerras Mundiales; genocidios y etnocidios; guerras preventivas; políticas de exclusión social o generalización del desempleo y pobreza... Las consecuencias del desarrollo en estos años han sido las diferencias sociales, económicas y tecnológicas, siendo desigual la distribución de la riqueza entre y dentro de los países y ciudades, y en el desnivel de la calidad de vida de los habitantes en distintas zonas y regiones del mundo.

      El desarrollo humano nos ha situado en la era de internet y el conocimiento. Las comunidades e instituciones han adquirido la capacidad de participar efectivamente en la construcción de una civilización mundial, próspera, tanto en un sentido material como espiritual. El concepto de desarrollo humano lleva implícito la mejora de las condiciones de vida a través de un incremento de los bienes con los que se puede cubrir las necesidades esenciales, básicas y transcendentales, cosa que requiere un entorno social en el que se respeten los derechos humanos. Desarrollemos humanamente un sistema global de subsistencia como un dictamen imperativo de la naturaleza de la Tierra y pongámonos de acuerdo para salvar el planeta y establecer la paz.

     El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define el desarrollo humano como “el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades”. Tal definición asocia el desarrollo directamente con el progreso de la vida y el bienestar humano, con el fortalecimiento de capacidades relacionadas con todas las cosas que una persona puede ser y hacer en su vida en forma plena y en todos los terrenos, con la libertad de poder vivir como nos gustaría hacerlo y con la posibilidad de que todos los individuos sean sujetos y beneficiarios del desarrollo.

      Es esencial la divulgación de las intenciones y posibilidades de la idea para que ésta pueda ser conocida por todos. Les suplicamos encarecidamente revelen lo que aquí han leído a todos los que tengan ocasión y aboguen por la celebración de un referéndum global con el que se legitime y se legalice el contrato de futuro constituido con el voto soberano mayoritario favorable a suscribir de por vida un Pacto Humanitario, entre todos y la Organización de las Naciones Unidas.

      Es indispensable tener una perspectiva global, la Tierra es la que sufre, y nosotros con ella. No podemos permitirnos pensar sólo en términos locales, es preciso comprender que lo que sucede a escala local tiene un impacto global, y que lo que sucede globalmente afecta a sus respectivos países y comunidades. Los ataques del once de septiembre crearon un doloroso panorama, sirva de recordatorio de la necesidad de colaboración mundial para acometer los desafíos globales. Cuando se trata de trabajar por un mundo mejor, no debería existir barreras entre las civilizaciones.

      Debido a las facultades que le confiere la Carta y su singular carácter internacional, las Naciones Unidas pueden tomar medidas sobre los problemas que enfrenta la humanidad en el siglo XXI, como la paz y la seguridad, el cambio climático, el desarrollo sostenible, los derechos humanos, el desarme, el terrorismo, las emergencias humanitarias y de salud, la igualdad de género, la gobernanza, la producción de alimentos y mucho más.

      El papel de las Naciones Unidas es fundamental como espacio común para estrechar los lazos de la comunidad global y llegar a acuerdos para refrendar por sufragio universal un Pacto Humanitario. “Pues si bien es cierto que todo ser humano está obligado a procurar el bien de los demás, en cuanto pueda ayudar; y que propiamente no vale nada quien a nadie sirve”.

      Les animo a explicar los beneficios que se desprenden del Pacto Humanitario, principalmente: conseguir la paz al dignificar la vida en la Tierra, financiación de subsistencia y de los servicios públicos, y protección del medio ambiente. Apelo a su comprensión, solidaridad, y respeto.